El diablo vino a llevarme al infierno pero ya estoy allí; ¿estoy loco?
Asking Alexandria – The dead of me.
* * *
Aquella mano extraña se apartó de su boca, pero rápido mostró un filoso cuchillo ante sus ojos y luego lo acercó a su cuello, dándole a entender que era más conveniente mantenerse tranquila, el resto parecía estar armados aunque todo era confuso y poco visible, a simple vista se les distinguía una oscura vestimenta pero todavía no lograba ver el rostro de alguno.
—¿Quiénes son ustedes? —preguntó atemorizada—. ¿Qué quieren de mí? —dijo tras una pausa—. Sólo busco a mi novio —ninguno respondía—. ¿A dónde me llevan?
Le hicieron caminar un largo trayecto a través del bosque, esas personas parecían conocer el lugar bastante, ya que no necesitaban ningún tipo de luz para desplazarse sin problemas, el sol se habría puesto y ya proseguiría la noche, mientras ella no era menos que una posible víctima de secuestro.
Tuvo que caminar con ellos un largo trayecto, probablemente más de un kilómetro de camino por un lugar que no tenía un sendero definido. Aurora no podía evitar sentir miedo, incertidumbre y la adrenalina traduciéndosele a los retumbantes latidos del corazón cuyas pulsaciones podía sentir en sus sienes. Debía tener cuidado de no hacer algún movimiento brusco, cualquier actitud en falso podría ocasionar que aquel filo se deslizara sobre su cuello, de ese modo tendría que caminar siempre con la barbilla en alto y evitando preguntar muchas cosas, al parecer aquellas personas habían guardado un voto de silencio, asó que estar callada era lo más prudente hasta que descubriera cuáles eran las intenciones de aquellos desconocidos.
Finalmente llegaron a un lugar a cielo abierto, sin árboles de por medio, solo a los alrededores visibles, como haciendo una muralla natural, ante ellos en el claro se situaba una enorme casa, parecía más bien un edificio viejo y descuidado a simple vista. Pero también podría calificarse como una infraestructura bastante costosa y de la época victoriana, sin embargo aún conservaba ventanales de cristal y una inmensa puerta de madera maciza, era una extraña combinación, ya que parecía ser una construcción ambientada en épocas antiguas pero como si alguien hubiera pretendido modificar la fachada, agregando los ventanales de cristal como importante detalle moderno.
La llevaron a punta de trompicones hacia el interior del lugar, obligándola a subir un gran número de escaleras, probablemente ahora estaría a unos cuántos pisos de altura. Por más que quisiera no se atrevía a forcejar, eran varios y eso podría costarle la vida, prefirió esperar un poco y enterarse luego, de una vez por todas, de qué se trataba todo esto.
Tres minutos después llegaron a un lugar iluminado, una sala de paredes blancas cuya claridad era casi alucinógena, uno de aquellos extraños personajes le quitó el bolso de una sacudida que la hizo quejarse apenas, después de todo parecían ladrones disfrazados. Pero ¿Qué podrían arrebatarle? No era que tuviera dinero o cosas de valor. Solo conservaba lo estrictamente necesario para la ocasión (que no incluía el imprevisto de ser secuestrada). El entorno frente a ella parecía ser más bien una sala de hospital vacío, los ojos de Aurora se arrugaron un poco al sentir ardor por el exceso de claridad luego de haber caminado por pasillos oscuros mientras los empujones continuaron haciéndola avanzar torpemente; necesitaba tiempo para asimilar todo lo que sus ojos miraban.
> pensó la joven, pero ya era demasiado tarde para rectificar. Un empujón definitivo hizo que aterrizara casi al final del pasillo, cayendo de bruces frente a un par de grandes pies de botas negras.
Levantó la cabeza, escaneando con la mirada paso a paso desde abajo hacia arriba el cuerpo de la persona que tenía en frente, en el momento no podía incorporarse con rapidez ya que el golpe había sido fuerte y los brazos, codos, abdomen y parte de la cara aún le dolían. Pero pudo notar que la ropa en general de aquello parecía ser de tela gruesa, oscuro pantalón y franela sin mangas con correas rodeando su robusta cintura, guantes de cuero en sus manos, más unos aterradores ojos azules casi blancos observándola intensamente y no con muy agradable expresión.
Aurora frunció el entrecejo abriendo un poco más los ojos por la sorpresa que provocaba ver esa extraña imagen, dio un respingo, echándose hacia atrás rápidamente y consiguiendo incorporarse con dificultad sobre las rodillas, luego poniéndose de pie en medio de ligeros tambaleos, sin dejar de ver la horrorosa cara del monstruo delante de ella. Tenía la cabeza rapada, unas pupilas muy pequeñas dentro del iris azul, un azul muy claro rodeado por apenas un delgado aro n***o, parecía ser más bien un demonio en cuerpo humano. Además era de gran tamaño, de dos metros de altura y un poco más, semejante a un Goliat. Cualquiera diría que se trataba de un Cambion o Neftalix, pero eso era no más que personajes de la mitología cristiana.
Aquella cosa no hacía algo distinto a observarla, daba la impresión que lo hacía desde muy arriba, su vestuario n***o, sus robustos y tatuados brazos al descubierto le hicieron entender pronto que si no estaba muerta era porque al monstruo humano no se le antojaba llevarlo a cabo.
Su instinto dio señales, así que de un momento a otro ya se había dado la vuelta sobre sus pies para huir de allí en la carrera más rápida de su vida, pero su idea no se materializó debido a que se percató rápidamente que muchas otras personas la estaban rodeando, eso la hizo detenerse en seco, escalofriándose y sintiendo que le faltaba el aire.
Estos extraños seres estaban vestidos con largas túnicas negras y máscaras blancas que no dejaba ningún tipo de identificación visible. Eran objetos de plástico que daban la impresión de hacerles parecer a todos tener caras ovaladas y de entrecejo fruncido, cristales oscuros que no dejaban visible lo que había detrás, conformaban lo que eran el par de achinados ojos de cada uno. Más abajo la forma de una pequeña nariz, con dos pequeñísimos orificios como para permitir solo la entrada del oxígeno necesario y el resto sin alguna forma, sin boca.
Aurora pasó la mirada por todos ellos, sin encontrar diferencia en alguno, todos eran anónimos, la talla o la estatura apenas era distinta una de las otras, pero eso no ayudaba en nada en cuanto a identificar a alguno de ellos. Entonces, a mitad del pánico Aurora tomó valor para pronunciar algo.
—¿Qué quieren? ¿Para qué me tienen aquí? —dijo con voz alta y temblorosa. Su corazón parecía querer estallar, dando sacudidas violentas tras sus costillas—. Que alguien me responda, ¿Qué quieren?
Ninguno respondió algo al principio, parecía más bien que se burlaban en silencio, inmóviles. Uno de ellos entregó a quien parecía ser su líder el bolso de Aurora, éste lo tomó y comenzó a revisar introduciendo una mano de gran tamaño dentro del objeto.
—¡Está bien! ¡Ya es suficiente! —exclamó—. Sean claros de una vez, ¿Qué demonios se les antoja? No van a conseguir nada de valor, no tengo nada que pueda servirles.
Volteó nuevamente hacia atrás, buscando una posible escapatoria, pero todos ellos estaban allí, con manos enguantadas y aquellas actitudes que la hacían sentir parte de un secuestro extraterrestre.
El líder sacó del morral un grueso pero pequeño libro n***o con letras doradas en la portada “Biblia”, decía. Aquel robusto hombre bajó un poco la barbilla sin dejar de mirarla a los ojos y preguntarle en un gesto si reconocía aquello.
—¿Es tuyo? —habló al fin.
—Pues, sí —respondió Aurora con poca amabilidad—. ¿Qué problema hay con eso?
—Eres tú, el problema ahora —respondió el líder con una potente voz grave e intimidante.