"Que le pasó?"
"Se desmayó!"
"Su cuerpo golpeó tan fuerte el pavimento que se abrió la cabeza!"
"Eso ya lo sabemos, pero porque se desmayó?"
"Está embarazada?"
Los médicos preguntan esto con desesperación a Ericka que está nerviosa retorciéndose las manos mientras que el vacío de su estómago la consume.
"No!"
"Ella no está embarazada!"
"Tuvo un colpaso nervioso!"
"Por favor paren el sangrado, hagan lo que tengan que hacer, pero háganlo ya!"
Como si fuera un sueño, desde mi inconsciencia puedo escuchar las tan temidas palabras para mi "sangrado" y "hagan lo que tengan que hacer."
Mi mente viaja en el tiempo a esa escena donde hace muchos años, yo, una Hanna estúpida, crédula, y ingenua, enamorada de un patán lloró de tristeza y dolor ante esas palabras.
El intenso dolor me recorre unos segundos cuando siento que vuelvo de ese espacio n***o a donde me fuí.
"AAAYYYYYY!"
Es lo único que puedo decir antes de volver a la seguridad de esa oscuridad, donde no me enfrento a mi realidad.
Me espera enfrentarme otra realidad más dolorosa.
La de mi tortuoso pasado.
Apenas siento unas manos que me mueven y me tocan.
Luego ya no siento nada.
Solo veo como una luz se divisa a lo lejos y reconozco la intensidad de la luz.
Reconozco el lugar, frío, vacío, blanco.
Camino hacia la escena y puedo verme recostada en ese sillón usado y sucio con las piernas abiertas ante la mirada del doctor que me mira sin interés.
Ese idiota está parado a su lado mirándome con odio en sus ojos.
"No fue mi culpa, de verdad!"
"Tu crees que yo quería esto?"
Oigo mi voz de pobre inocente niña.
"Pues no se si eso es lo que querías o no, pero lo hecho, hecho está y no se puede dar marcha atrás."
Dice como si fuera un juez duro y justo.
"Doctor haga lo que tenga que hacer."
"Pare el sangrado y digame si podrá retirarle la matriz o hacerle la operación, porque no quiero que me chantajee con eso nunca más."
"Está seguro?"
"Estás segura pequeña?"
"Creo que es muy joven para eso."
Pregunta incrédulo el doctor frente a mí.
"Además en un futuro ambos podrían arrepentirse y en su caso la operación es irreversible."
El gordo doctor explica pero ese bastardo no escucha nada.
Solo me mira con odio, pues en sus planes de vida jamás estuvieron presentes tener hijos.
"Arrepentirme?"
"Como podría arrepentirme?"
Responde él mientras se aleja de nosotros.
"Mirela doctor!"
"Es una gorda enorme!"
"Nadie se podría fijar en ella en su sano juicio."
"Esta situación pasó porque estaba borracho e hice una apuesta!"
"Pero ahora que se terminó puedo divorciarme de esta bola de grasa, porque lo haré quieras o no."
Sus palabras vuelven a hacer que me duela el corazón tanto...
"Porque me casé contigo solo porque te presentaste con tu prueba de embarazo en la mano casi obligándome a hacer algo que no quería."
"Y menos con alguien de tu tamaño."
"Lo que tenga que hacer hágalo doctor."
"Pare ese sangrado que me provoca asco."
Dice retirándose de la habitación dejándome sumergida en un mar de llanto.
Desearía no ser una expectante en esta mi memoria escondida para poder partirle su madre a ese hijo de su putísima madre.
"No te haré lo que dice, pues puedo ver que no te quiere nada."
"Además es tu cuerpo niña."
"Tu que quieres?"
Me pregunta el médico con algo de lástima en sus ojos.
"Solo saque los restos del feto de mi cuerpo."
"Pero no quiero ninguna operación."
"No las necesitaré nunca más."
En ese momento algo en mi interior se selló completamente.
No se rompió, porque rota ya estaba, todo gracias a mi inexistente autoestima.
Y de eso se encargó mi ausente madre, quien nunca se preocupó por su hija mayor.
Más que su hija me trataba como si fuera la empleada de la casa.
Siempre atendiendo a mi padre, dándole de comer, acomodando ropa de la familia entera desde muy niña...
Cuidando de mi hermano menor, ayudándole con su tarea.
Yo terminaba las labores de la casa mientras que ella solo se dedicaba a trabajar por las tardes y un poco en la mañana.
Desde muy niña me convertí en esposa pequeña de mi padre.
Y madre postiza de mi pequeño hermano, así tal cual fue.
Por eso cuando él se fijó en mí no lo podía creer de verdad.
Tan guapo, tan atlético, con sus ojos que me penetraban, sus labios rojos y carnosos que me subyugaban.
Pero todo se fue al carajo ese día que lo escuché hablando con uno de sus amigos de que había ganado la apuesta que había hecho con él.
Ese cobarde me había quitado mi virginidad para ganarse un poco de dinero.
Para mi desgracia me había dejado embarazada, lo cual descubrí después cuando tuve un retraso en mi periodo.
Nunca fui constante en mis periodos de joven, pero yo sabía que estaba embarazada, pues él había sido el único con el que había tenido sexo.
Cuando le dije que estaba embarazada, casi me mató.
No lo hizo porque estaba frente a su madre y mis padres estaban a mi lado.
La boda no fue hermosa ni grande ni memorable.
Solo firmamos ese papel ante el juez civil para sellar esta unión a la fuerza.
Sin amor de su parte y demasiado amor de mi parte.
Me ilusioné como la niña que era y me destruyó por completo.
Hundió todo los buenos sentimientos, el amor que alguna vez pude sentir por el sexo opuesto ese día.
El día en que por un enfado sin sentido me dió un golpe con su puño en mi estómago.
Por accidente como me dijo mientras me llevaba en taxi al destartalado consultorio médico de la comunidad limpiándose con un trapo mi sangre.
"No sangraste cuando te lo metí, pero ahora sangras como un puerco abierto en canal."
Sus crueles palabras entraban en mis oídos.
Y se instalarían en mi mente por muchos años más.
Hasta que un día también las tiré a la basura.
Perdoné a ese mal hombre mas por mi salud mental que por darle una satisfacción a él
Yo sabía que él se merecía sufrir de la forma mas grotesca posible por lo que me había hecho.
Ese día juré que nunca más me enamoraría.
Jure que jamás tendría hijos.
El único bebé que intenté tener con ese bastardo había muerto en mi vientre llevándose con él mi instinto maternal.
Ese día juré que bajaría de peso hasta que nadie me reconociera.
También juré que mejoraría mi aspecto tanto que me convertiría en esa belleza que siempre anhelé ser.
El karma se encargó de ese cabrón con el pasar de los años.
Me enteré que la chica que tanto había amado le había dado una puñalada en el corazón, asesinándolo en el acto.
Ese fue el día mas feliz de mi vida adulta.
El escenario cambia magicamente en mi inconsciente.
Puedo oler el cloro de la alberca, así como también puedo reconocer las instalaciones donde Leo y yo nadábamos antes.
Puedo ver la alberca vacía, pues no había ido nadie mas que nosotros.
Era un día muy frío de enero por lo que los instructores nos dejaron jugar en la alberca.
Reté a mi niño a dar unas vueltas pues siempre competíamos entre nosotros.
Le gané unas rondas y otras me venció.
Jamás pude competir contra Él cuando hacíamos estilo mariposa porque obviamente Leo tiene los brazos más largos que yo.
Por lo que cuando me ganó sabía que tenía que pagar algo por haber perdido.
Después de que normalizramos nuestras respiraciones, los dos permanecimos en la orilla de la alberca.
Leo recargó sus brazos en el carril de la alberca pensando muy seriamente mi castigo.
Mis castigos hacia Él siempre iban enfocados en que hiciera más ejercicio.
Por ejemplo que nadara de estilo libre a todo lo largo de la alberca llevándome como lastre agarrada de sus tobillos.
O que nadara lo más rápido posible de orilla a orilla.
O que saliera de la alberca sin usar las escaleras de una orilla para después meterse con un clavado.
Así hasta que lo hiciera diez veces seguidas.
Por eso ya esperaba que me diera un castigo igual, pero nada me preparó para lo que me pidió.
Pasando por debajo del carril, se acercó a mi lado y me rodeó en sus brazos para pegarme a su cuerpo.
"Vamos a hundirnos juntos y aguantaremos lo más posible la respiración."
Ese castigo si me dolía.
Mi punto débil siempre había sido la respiración entre brazada y brazada.
Cuando comencé a nadar junto con Leo ambos nos cansábamos mucho porque ninguno de los dos tenía buena condición física.
Pero yo me agitaba demasiado porque no sabía respirar bien.
Cuando me detenía en la orilla de la alberca, sentía que el corazón se me salía por la garganta de lo acelerado que estaba.
"No Leo, sabes que no tengo muy buena capacidad pulmonar."
Le dije para que pensara otro castigo.
"Lo haremos juntos y nada malo te pasara."
"Tres, dos, uno!"
Ambos tomamos la mayor cantidad de aire posible y nos hundimos casi hasta el fondo de la alberca.
Ambos abrimos los ojos y nos miramos a través de los lentes de natación.
Claramente pude ver cuando sus manos agarraron mi cintura para pegarme hacía Él y su boca se pegó a la mía.
El pánico se apoderó de mí porque sentía que me robaría el aire...
Pero para mi sorpresa, Leo me regaló su aire.
Además de que comenzó a acariciarme por encima del traje de baño completo.
Noté que sus ojos se cerraban mientras me envolvía completamente en un abrazo urgente.
La pasión había tomado el control.
Lentamente subimos a la superficie aún unidos hasta que nuestras cabezas se asomaron por encima del agua.
Jadeamos más excitados que por aire.
"Te quiero Hanna..."
"Te deseo..."
"No te imaginas cuanto te deseo."
Leo me susurró esas ardientes palabras en mi oído.
Ericka siempre me advirtió que Leo no era un niño, sino todo un adulto.
Un joven adulto que pensaba más con la cabeza entre sus piernas que con la cabeza arriba de sus hombros, pero no lo quise hacer caso.
Siempre le dije que nuestra relación era pura, limpia.
Que solo eramos y siempre seríamos solo amigos.
Que nada malo pasaría entre nosotros.
Bueno si, la verdad es que aspiraba a ser su madrina en su boda.
Además de ser la tía simpática de sus hijos a los cuales malcriaría demasiado volviendo loco a Leo y su esposa.
Pensé que siempre trabajaríamos juntos.
Que envejeceríamos juntos como amigos.
Pero solo eso, como amigos.
Por ese motivo, me sorprendí cuando las caricias de este joven me gustaron tanto...
Así como me encendieron demasiado los besos que me robaba, pues podía sentir el apremio y necesidad que tenía por besarme.
Y al escuchar sus palabras en mi oído la excitación me controló completamente.
Leo pudo notarlo, pues al pasar demasiado tiempo juntos, casi las veinticuatro horas juntos me conocía mejor que mi amiga Ericka.
Me estudiaba en la cercanía, pues yo se lo permitía.
Le contaba cosas privadas mías.
Le contaba mis aventuras sexuales.
Leo Él también me contaba las suyas.
Y ahora yo era una más de ellas.
Pero yo no quería que Leo fuera una de las mías.
Sabiendo que no diría nada tomó mi cara con ambas manos y su boca se fundió con la mía.
Su lengua me dominó haciendo que cerrara mis ojos ante la tórrida situación.
Pronto los gemidos se hicieron presentes.
Una mano de Leo me sujetaba por la gorra plástica de natación en mi cabeza para profundizar el beso.
Y entonces la sentí.
Una mano de Leo e desplazó por debajo del agua hasta mi entrepierna para apartar el traje de baño.
Sobresaltada me aparte de Él para intentar calmarme.
"Leo, que estas haciendo?"
"Ya fue suficiente castigo no crees?"
Exclamé asombrada.
"Crees que esto es un castigo Hanna?"
Respondió Leo con ojos arrebolados.
"Esto más bien, es el paraíso para mí."
"Puedo notar que también para tí, no te resistas, ven acá."
Leo me jala de nuevo hasta rodearme con su brazo y colocarme encima de una de sus piernas para besarme apasionadamente.
Maldición!
Besa tan bien este chico al que le estoy permitiendo que entre en mi alma!
Leo está abriendo los sellos de clausurado que había puesto tan firmemente en mi alma y mi mente.
De pronto uno de sus dedos se introdujo en mi interior haciéndome gemir y abrazarlo con fuerza por los hombros.
"Si Hanna, disfrutalo tanto como yo lo hago."
Cerré mis ojos pegando mi cara a su cuello mientras que otro de sus dedos se coló en mi interior.
En ese momento me entregué al placer que me estaba regalando.
Mis gemidos se amortiguan en su cuello.
Sus dedos grandes y largos me devastan por dentro y siento que tendré una explosión orgásmica pronto.
"Te amo Hanna."
"No se cuando exactamente pasó, pero me enamoré de ti."
"Vivo enamorado de ti."
Leo habla en mi oído haciendo que toda mi piel se erice debido a su aliento cálido.
"Y no quiero que nadie más tenga sexo contigo."
"Quiero que solo seas mía y quiero ser tuyo."
"Quiero hacerte el amor."
"Y casarme contigo."
Deseo decirle que se detenga, que alguien nos verá!
Corremos el riesgo de que nos expulsen por conducta indecente en la alberca, pero mis labios solo se entreabren emitiendo gemidos y jadeos.
"Quiero penetrarte hasta que ambos nos saciemos del otro."
"Quiero disfrutarte todos los días en todos lados."
"Quiero que tengamos hijos juntos."
En ese momento toda la cordura que se había hundido hasta el fondo en el agua azul clorada de esa alberca olímpica apareció de nuevo a flote para darme una mojada de realidad.
Apartandome de su agarre libero sus dedos de mi interior alejándome.
Salgo furiosa de la alberca dejándolo atrás.
"Hanna, espera!"
Leo sale también de la alberca apresurando sus pasos hacia mi.
Es una lástima que tenga los pies mojados porque no puedo correr ya que me caería, por lo que Leo rápidamente me da alcance.
Tomandome del brazo me hace que lo mire a los ojos.
"Porque me dejaste como idiota?"
"Explicame que te pasa!"
Al estar húmeda mi piel puedo fácilmente jalar mi brazo para liberarme de su mano.
Sin decir ni una sola palabra, solo asesinándolo con mi mirada me doy la vuelta para entrar en los vestidores.
Necesito ducharme e irme.
Antes de entrar completamente le grito.
"Bañate rápido o me iré sin ti Leonardo Corza Lara."
"Y no estoy jugando!"
Sabe que estoy enojada porque siempre utilizo su nombre completo cuando de verdad me hace enfadar, como en ese momento.
Leo camina detrás mi dándome espacio, pero cuando entro en los vestidores Él también entra.
Me arrincona en la ducha mas lejana de la puerta.
"Leonardo, no tengo tiempo de escenitas de cincuenta sombras de grey."
"Tampoco quiero que demuestres que eres más fuerte que yo niño."
"Así que déjame ducharme en paz!"
No levanto los ojos para verlo porque no puedo.
La vergüenza me consume pues de verdad estaba disfrutando de su toque.
Casi había estallado en un orgasmo demoledor en sus manos...
En manos de este joven diez años menor que yo.
Me sentí asalta cunas!
Además, por dios, es mi LEO!
Es mi chico tan querido!
Es mi jovencito al que veo como si fuera mi hijo!
Miento.
Leo es como si fuera mi hermanito menor,
mi protegido,
mi aprendiz,
mi heredero,
mi amigo,
mi confidente.
Y de ningún modo se convertirá en mi amante!
No dejaré que nuestra hermosa relación se destruya cuando comiencen las peleas, los celos, los gritos, las inseguridades...
Me moriría sin su presencia en mi vida.
"Leo, por dios, miranos!"
"Soy mayor que tú!"
"Tu eres mi niño y te quiero demasiado!"
"Sabes que te quiero de forma maternal."
"Te cuido, te adoro mi niño, pero no así."
"De ese modo no."
"Me niego a perderte!"
Grito desesperada para que Leo comprenda!
"No quiero, no puedo perderte!"
"Por favor olvidemos esto y sigamos adelante."
"Jamás mencionemos lo que pasó."
Reuno la valentía necesaria para enfrentarlo.
Mis manos toman su cara de niño.
"No puedo amarte, sabes que no puedo amar..."
"No se como hacerlo."
"Tampoco quiero tener hijos y menos casarme."
"Además soy diez años más grande que tú!"
"Ahora comprendes Leo?"
Trata de apartar la cara para irse, pero ahora yo lo hago detenerse tomándolo de la mano.
Se que recordarle nuestra diferencia de edades le molesta mucho.
"Entiendeme mi niño, mi hermoso niño."
"Tal vez ahora me encuentras apetecible."
"Soy lo prohibido."
"Pero en cinco años mi cuerpo envejecerá mas rápido que el tuyo."
"Tu estarás en tu mejor etapa..."
"Mientras que yo ya la habré pasado."
Eso es verdad biológica, ni más ni menos.
"No quiero que te arrepientas de nada."
"Quiero que seas feliz con una chica de tu edad y de esa forma puedas tener hijos preciosos."
"Tienes apenas veinticinco años Leo."
Habló más condescendiente y tranquila en este punto.
"Eres tan joven, muy guapo, exitoso y tienes un cuerpo de infarto niño."
Antes de que pueda decir algo más, Leo me tapa la boca con su gran mano.
"Deja de decirme niño, soy un hombre."
Sonrió ante su frase.
"Para mi siempre serás mi niño."
"Ese niño que conocí hace unos años, inocente, regordete, lindo tierno."
Respondo feliz.
"Solo significo eso para ti, Hanna?"
Puedo ver el dolor escrito en su rostro.
"Me disculpo si me dejé llevar..."
"Discúlpame si te di ilusiones vanas Leo."
"Pero no."
"No siento atracción hacia ti Leo, solo siento por ti un amor de madre."
Trato de que entre en razón este condenado chico!
"Te amo como hermana mayor, comprendes?"
Retiro mis manos de sus mejillas.
La clara desilusión está dibujada en el bello rostro de Leo.
"Yo te amo Hanna."
"Y siempre te amaré, no puedo evitarlo."
Afirma Leo antes de darme otro beso apasionado.
Beso que de nuevo enciende la hoguera que ya se había apagado en mi interior.
"Y quiero que recuerdes este día cuando por fin accedas a ser mi esposa."
Leo corta el beso abruptamente.
"Comprendelo Hanna."
"No dejaré de perseguirte a partir de ahora."
Leo me amenaza.
Y me quedo como una tonta en la ducha mirando su espalda musculosa y su trasero firme mientras se marcha.
***By Liliana Situ***
Valoro mucho tu opinión.