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La decada entre nuestro amor.

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Leonardo es un joven guapo, que apenas esta comenzando a ser adulto mientras que yo soy una mujer adulta experimentada.

Tendremos alguna oportunidad para amarnos o esta diferencia de edades terminara por separarnos?

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CAPITULO 1. LA TRAGEDIA
HANNA. Jamás pensé que estaría en esta situación con Él... Mi hermoso y amado chico permanece recostado en esa cama blanca con los ojos cerrados. Completamente inmóvil. Y yo estoy de pie frente a Él, ansiosa, agitada y con el corazón latiendome a mil por hora. Las manos me sudan frío y no puedo evitar que me tiemblen un poco. Tengo un hueco en el estómago. Siento que mis lágrimas comenzarán a caer en cualquier momento. Ahí, en esa cama dura, impersonal y fría de hospital, mi niño... Mi inquieto y tenaz Leonardo se debate entre la vida y la muerte. Y no hay nada que pueda hacer por Él. De hecho tengo irme a ver a los demás quienes deben de estar destrozados como yo. Jamás esperamos que esta tragedia sucediera. Mucho menos en este día que había comenzado de forma tan espectacular por la mañana. "Mi niño, tengo que ir a ver a los papás de Marlene..." "Regresaré en unos minutos así que no me tardaré." Me acerco para poder susurrarle al oído. Sin querer, mi mano como siempre, se dirigió a la suya para acariciarla inconscientemente. Un fuerte silbido proveniente de una de las máquinas en esta habitación clorada me asusta. Después otra comenzó a sonar. Varias máquinas más comenzaron a soltar sonidos y alarmas. Por la puerta entraron corriendo dos médicos y dos enfermeras de guardia para poder checar que es lo que estaba pasándole a Leo. "Paro!" "Está en crisis!" "Traigan el desfibrilador, prepárense para maniobras de resucitación!" "Saquen a esta mujer de aquí!" Gritan a la vez los dos médicos hacia las enfermeras. Yo estaba a punto de retirarme cuando sentí que la mano de Leo me agarró con fuerza. Provocando que me quedara helada. "Me agarró la mano!" "Me está apretando la mano!" Grité asustada. El médico a mi espaldas me miró, después observó la mano antes de decirme. "Háblele...necesitamos que se tranquilice o su cuerpo no resistirá." Me agaché para poder volver a susurrarle. "Mi niño, tranquilo, todo está bien." "Cálmate y descansa, yo estaré afuera para que te sigan atendiendo..." "Doctor, baja en ritmo cardíaco, respiración comprometida." "Está dejando de latirle el corazón..." Una enfermera comentó. "Háblale para que se quede con nosotros o fallecerá." El médico me dice. Suelto un sollozo. Me acerco a su oído sin quitarle mi mano de la suya. "Leonardo, quédate conmigo." "Mi niño quédate conmigo, no me dejes." "Sabes que no puedo vivir sin ti." La enfermera a mi lado le indica al médico. "Doctor sigue bajando el ritmo cardíaco." El doctor le pidió que esperara. Al escucharlo me puse más nerviosa, por lo que con voz temblorosa continúe diciéndole. "Mi niño, quédate aquí." "Te necesito demasiado!" "Me enojaré si te atreves a dejarme Leonardo." "Por favor, no te vayas." "Serás mi mano derecha, iremos a todas partes juntos y..." Los médicos tenían a la mano todo lo indispensable para poder resucitarlo, pues su ritmo cardíaco casi se había desplomado. "Señora, alejese por favor del paciente." "Tendremos que reanimarlo pues ha perdido las ganas de vivir." El médico me ordenó. Yo asentí. Le dí un beso en el dorso de la mano antes de intentar retirar la mía, pero Leo comenzó a convulsionar. Su reacción tan inesperada me asustó casi de muerte! Los médicos y las enfermeras hablaban entre ellos. Pedían cosas y gritaban órdenes. Otros médicos entraron a la habitación empujandome. Comencé a sollozar de nuevo. Su mano me dió un apretón de nuevo y me acerque para intentar tranquilizarlo. "Leo, tranquilo mi niño." "Debes de resistir, debes luchar." "Demuéstrame que eres el luchador incansable de siempre." Leo dejó de moverse de forma errática. Su mano aflojó su agarre y comenzó a resbalarse de la mía. Volteé la cabeza para poder ver su mano y después su rostro casi sin vida. Sin pensarlo grité con todas mis fuerzas, sin importar que todos estuvieran a mi alrededor. "Si te quedas conmigo me casaré contigo!" Esperando que lo que dije surtiera algún efecto, los médicos observaban las pantallas conteniendo el aliento... El corazón de mi niño comenzó a latir de nuevo, débil pero constante. Su respiración se volvió más fuerte y constante a través de la mascarilla de oxígeno, para alivio de todas las personas en la habitación. Los médicos me miraron de forma curiosa y a detalle. Pero en este momento no me importa nada, lo importante es que Leo no fallezca. Le prometí cuidarlo hace muchos años, le prometí una buena vida y pensé que le había cumplido. Pero al verlo con el cuerpo casi destrozado, postrado en esa cama me hizo darme cuenta por primera vez que quería ser egoísta y quedarme con Él. Solo con Él. El médico que me había instado a hablarle me dijo antes de salir. "No deje de hablarle, reacciona ante usted." Y me quedé ahí, al lado de mi niño en en esa silla fría, con la gran mano de Leo entre las mías, sintiéndome mierda absoluta. Solo porque ya no lloro tan fácilmente y menos frente a la gente no significa que no sienta nada. Aunque a veces parezca que soy demasiado fría. Siendo sincera, prefiero parecer de hierro a volver a ser aquella mujer debilucha y llorona que fui hasta los veinticinco años. "Cómo está Él?" Me pregunta Ericka, mi mano derecha y amiga irremplazable. "Bien, está bien..verdad mi niño?" La voz se me quiebra e intento controlar mis tontas lágrimas. Ericka se me acerca, me abraza y yo siento que me voy a romper. En la puerta están de pie una pareja de señores, destrozados al igual que yo. Hemos pasado por mucho y la señora aún trata de controlarse poniéndose la mano en la boca cuando ve a Leo. Él ha sido el único sobreviviente de ese terrible accidente automovilístico. Necesito ir con ellos, pues tenemos mucho de que hablar, pero temo dejar a Leo solo. Le hago señas a Ericka para que tome su mano y de ese modo pueda salir por unos minutos. Con cuidado me releva y siento que las piernas se me van a doblar en cualquier momento porque estoy nerviosa por todo lo que ha pasado. "Que les voy a decir?" Me cuestionó mentalmente. Los papás de Marlene me rodean y nos alejamos un poco de la habitación de Leo y nos fundimos en un abrazo necesario los tres. "A que hora partirá el cortejo fúnebre hacía el panteón?" Pregunté con mucho pesar. Los papás de Marlene me toman de las manos e intercambian miradas significativas antes de decirme. "Cremaremos a ambas mañana." "Ya no tenemos las fuerzas necesarias a nuestra edad en este momento." "Y queremos regresar a Guadalajara cuanto antes y acabar con este sufrimiento." "Esperamos que nos acompañes por un momento aunque sea." "Mañana nos despediremos de Leo, este despierto o no." "Te agradecemos infinitamente lo que hiciste por ella, por nuestra nieta y por nosotros." La garganta se me se seca, me duele la cabeza con las palabras del papá de Marlene. Ellos me están agradeciendo por todo lo que hice, pero me están haciendo sentir la mujer mas desgraciada del planeta entero. Si tan solo no hubiera presentado a Leo con Marlene, nada de esto habría pasado. Si tan solo no hubiera hecho ese viaje, si tan solo hubiera forzado a Leo a irse en avión privado como era mi intención, ninguno de nosotros estaríamos en esta situación. "Claro que iré." "Por favor avisenme a que hora seyra para que pueda ausentarme de su lado y acompañarlos." "Todos los gastos correrán por mi cuenta." Ericka da unos leves golpecitos en el cristal de la puerta de la habitación de Leo, indicándome que tengo que regresar. "Quieren verlo ahora?" Hablé mientras caminaba para regresar al lado de mi hermoso niño de treinta años que está postrado en esa cama blanca, incomoda y fría. Ambos suspiran y me acompañan por un momento, pero no entran a la habitación. Creo que culpan a mi niño por el accidente. Pero realmente nadie fue el verdadero culpable. La neblina inesperada causó la carambola de coches que nadie pudo preveer. O al menos trataba de convencerme que nadie pudo haber previsto que esa neblina espesa iba a mandar a la mierda dos vidas inocentes esa noche. Destrozando dos familias enteras. Sentándome al lado de mi niño, lo observo, sin poder creer cuan drasticamente cambiaron las cosas en tan solo unas horas. Hace solo unas horas les dí un beso de despedida a Él, a Marlene y a la nena... Como si fuera una película de horror que comenzaba con un acontecimiento feliz, así había comenzado mi dolorosa travesía. Ese día desperté como siempre agradecida de poder vivir un día más de hasta entonces intensa y dulce vida. Me levanté de mi mullida cama para observar por mi enorme ventanal hacia el patio de mi casa. Me encanta ver el verde del césped, los árboles que crecen lentamente y las flores que ayer sembraron los jardineros. Mis perritos dentro de su gran casa me observan. Poniendo la mano en la enorme ventana me dedico a estirarme. "Buenos días." Dice Kristoff detrás de mi con su áspera, ronca y sexy voz.. Este hombre es un sueño en verdad. Alto, atlético, de piel blanca, ojos verdes con vetas cafés, cabello café muy claro con suaves ondas. Kristoff es un buen amante que sabe muy bien como complacer a una mujer como yo, en la cama. Además su edad me encanta. Deliciosos y bien llevados cuarenta y cinco años. Kristoff me hace sentir como una reina cuando estoy a su merced. "Buenos días Kris...pensé que te habías marchado ya." Le dije a mi alemán mexicano mientras acaricio sus poderosos brazos que me envuelven por la cintura. Girando mi cabeza logro alcanzar su cabeza y buscar sus labios para darle un sensual beso. Ayer, este dios alemán me dió una sesión de sexo tan delicioso, sudoroso y salvaje que dormí tan bien y desperté de mejor humor. Nadie diría que tiene cuarenta y cinco años. Quien conoce a Kristoff piensa que apenas está entrando en los cuarenta. Su físico trabajado, varonil, junto con sus delineados y hermosos rasgos me tienen toda enamorada. Soy devota a sus grandes y cálidas manos. Adoro su carnosa y suculenta boca... Y muero por su gordo, venoso y enorme m*****o que me hace gritar de placer... Dios mío! Sabe tan bien este dios teutón como darme tantos convulsionantes orgasmos. Por eso siempre repetimos la misma terapia. Él me controla como le gusta. Y yo dejo que me haga todo lo que quiere. Aunque a veces, soy la que dirige. "A qué hora se casa tu niño?" Me pregunta dándome un beso en el cuello que hace que me comience a calentar. "Mmmmhhhh..." Gimo contoneandome levemente contra Él. "Dentro de dos horas." "Porque?" Kristoff me alza la enorme playera que me puse para dormir y sin miramientos me penetra. "Ahhhhh..." Gemimos ambos cuando se entierra tan profundo como ahora dentro de mi. Pego mi mejilla en el frío cristal mientras Kristoff coloca una mano en la ventana para apoyarse. Su otra me agarra fuertemente por las caderas. "No me canso de cogerte pequeña." Me dice al oído y me encanta que me diga pequeña. Él con su 1.80cms. Yo con mi 1.60cms. Soy una mini mujer en su presencia. Me hace sentir delicada, frágil, femenina. "Más...más...más rápido...más..." Mi boca deja de emitir palabras y se concentra en gemir. Kristoff hace lo mismo. Sus manos me agarran con fuerza por los senos para atraerme hacia Él. Un grito conjunto nos hace llegar al orgasmo. Con la mano enredada en mi cabello tira de mi hacia atrás con violencia y sonrió por su acción. "Ahora sí puedo irme, te veré por la noche." Me dice antes de darme un beso brusco, después una nalgada en mi trasero después de que salió dei interior. Me deja recargada en la ventana mientras intento sostenerme con mis piernas pues siento que me tiemblan como si fuera un ciervo recién nacido. "Bruto." Le digo sobándome mi pobre trasero adolorido. Él se ríe y camina hacia la regadera. "Hummmm..." Corro a tomarme una ducha de más de treinta minutos con Él, dónde me puse de rodillas para devorar su membro con mi boca. Cuando acabamos otra sesión de sexo mojado, me visto a toda prisa y que observo a Martín se lleva a mis perritos a pasear. Lo saludo desde mi ventana. Cuando sale por la puerta principal, me alejo para terminar de ponerme los zapatos y esperar a que llegue Ericka. Un motor cobra vida en el garage y observo el auto de Kristoff retrocediendo. Con un café en la mano, acciono el botón que abre el gran portón de mi casa. Me dedica una sonrisa pícara antes de ponerse sus lentes que tan bien le quedan al desgraciado. Cuando su auto se va, Ericka entra con la camioneta y me subo sin esperar más. "Eres una insaciable." Me dice a modo de saludo. "Buenos días para ti y tiene un hermano de tu edad si quieres alguien que te haga gemir también." Ericka se ríe por mi comentario. Nos ponemos en marcha hacia uno de mis centros de negocios para que Paty, mi maquillista estrella nos deje guapas para este día especial. "Está todo listo?" Le pregunto a Ericka. "Si." Réplica ella. No necesitamos decir nada más. Mi celular suena y contesto por medio del Bluetooth de la camioneta. "Hola mi niño, dónde estas?" Leonardo me contesta. "Aquí en el jardín que reservaste..." "Hanna estoy nervioso." Su voz tiembla un poco, pero lo ánimo. "Mi niño todo saldrá bien." "Hoy por la noche disfrutarás de una luna de miel espectacular." "Sabes que allá contraté una niñera para que cuide a la pequeña Tammy." "Así ustedes podrán salir a divertirse." "Llego en una hora y te veo en el jardín de eventos, de acuerdo Leo?" Silencio total del otro lado de la línea. Ericka y yo nos volteamos a ver. "Leo, todo bien?" Le pregunta Ericka. "No, sabes que no Ericka." "Hanna no quiero hacer esto." "No quiero casarme, sabes que te amo a ti." Cierro los ojos tapándome la cara con el antebrazo para después decirle en tono enfadado. "Dos años solamente Leonardo Corza Lara." "Solo dos años de matrimonio y si no estás enamorado de Marlene para ese entonces..." "Entonces hablaremos." Leo suspiró al oír su nombre y apellido, por lo que dijo resignado. "De acuerdo." "Pero te das cuenta cuanto te amo para estar de acuerdo con esta locura?" "Otra vez con eso." Pienso. Incorporándome de mi asiento en la camioneta hablo con voz firme. "No es una locura, es hacer lo correcto." "Ya no quiero hablar más del asunto." "Te veré más tarde." "Te quiero guapo y arreglado, me oíste Leonardo?" Colgué sin esperar respuesta. Ericka me mira inquisidoramente. "No digas nada, ya se que dirás." "Entonces no lo diré Hanna pero Él te ama en verdad." "Por lo que no entiendo porque tú insististe en esto." La corto rápidamente. "Porque está mal esto Ericka, porque está mal que me ame, porque no se puede!" "Porque es diez años más joven que yo, porque esa sencilla razón!" "Porque ahora tal vez le atraigo, pero que pasará cuando Él tenga treinta y cinco..." "Y yo cuarenta y cinco?" "Es una diferencia enorme de edad!" Mi voz sube dos décimas de volumen debido a mi enfado. "Además no quiero tener hijos y lo sabes." "Estoy demasiado grande para pensar en tener hijos!" "No Ericka, me niego a arruinarle la vida a Leo" "Marlene es la niña ideal para Él." "Además tienen una hija juntos y sé que serán felices al correr de los años." "Así debe de ser y punto!" Exasperada voltee la cabeza hacia la ventana para abrirla completamente y poder distraerme mirando a las personas que caminan por la acera. Pero Ericka continúa a pesar de que no quiero hablar más del asunto. "Pues tú "niño"como le dices, es más centrado, responsable y mejor hombre que ese Kristoff que te andas cogiendo." "Además te ama y lo sabes." Ericka habla mientras maneja. Ella suelta una grosería hacía un conductor estúpido que se nos cruzó al frente y toca el claxon repetidamente. Me calmo para poder responderle, pues se que tiene razón en algunos puntos, pero yo igual. "Ya te dije que estoy muy grande para Él, lo sabes y lo sabe Leo." "Por eso siempre le digo niño, para que tenga perspectiva de nuestra diferencia de edades." "Este tema se acabó, no quiero hablar más." Cuando por fin nos estacionamos en esta imposible, super transitada y caótica ciudad de México, Paty nos da la bienvenida. Ericka y yo tomamos asiento para que Paty nos maquille. "Marlene y su mamá acaban de irse." Comenta Paty distraidamente. "Cinco minutos y las hubieran alcanzado." Paty comienza a limpiarnos la cara, para después proceder a maquillarnos para la boda de Leo y Marlene. Boda en la que yo insistí intensamente. Boda que auspicie y pague de mi dinero en su totalidad. Boda que ahora odio con toda mi alma por este resultado negativo. Ahora, tanto Marlene como la pequeña Tammy están muertas. Siento que indirectamente las asesiné yo. Nunca quise este resultado. Quería de verdad que fueran felices los tres como familia. Siento tanta culpa de lo que sucedió. Tanta rabia con el clima. Tanta desesperación de ver a Leo postrado en la cama, pálido, lleno de cortes, heridas y moretones en todo su cuerpo. Inhaló y exhaló para calmarme. Pienso que lo único que quería es que mi niño fuera feliz con alguien más acordé a su edad. Marlene parecía perfecta para Él Todo iba perfecto está mañana hasta las seis de la tarde, cuando los despedimos para que se fueran a cuernavaca a pasar su luna de miel. A las diez de la noche me contactaron por celular para avisarme del accidente y la única familiar que encontraron de Leo fui yo. Y heme aquí. Con ropa deportiva negra, tenis, con el maquillaje corrido, con un moño mal hecho en el cabello. Con las esperanzas destrozadas y el alma hecha jirones. Quisiera poder volver a la mañana y abrazar a mi niño para decirle que la boda se cancelaba. Que Él y yo podríamos intentar ser una pareja. Sin embargo, estoy aquí temblando de frío en esta habitación blanca, silenciosa e impersonal. Con mi niño recostado en coma y sin saber cuándo va a despertar. O si va a despertar. Y esa idea me aterra aún más. ***By Liliana Situ*** Valoro mucho tu opinión.

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