El consejo que me brindo Silvia lo tome favorablemente, en esa semana aproveche de descansar como algunos días no hacía como debía, aunque se me complicaba olvidar lo que había sucedido, no podía comprender como de nuevo ocurría, como atraía otra situación semejante. En Sam había puesto algunas de mis ilusiones, mismas que fueron rotas sin más. En vista de que comparto departamento con mi amiga Meg no me sentía tan sola, aunque últimamente no frecuentaba nuestro domicilio, ya que el nuevo cliente con el que andaba era un magnate que tenía infinidad de propiedades. Por fortuna antes de acabarse mi semana, justo antes de ir al gimnasio aparecía, destacando el nuevo guardarropa y el auto que había adquirido. —¡Viena! ¿Te apetece que te lleve? —No realmente, pienso que la caminata me ve