El lugar al que me trajo mi abuela era enorme, desde afuera la propiedad contaba con un gran espacio, destacando con ello el jardín que albergaba, ese tan bien cuidado como todo el lugar. A mis veintitrés años esta situación me parecía curiosa, ya que nunca llegue a conocer a mis abuelos, diría que los únicos personajes que he conocido son mi primo Sam y mi tío Adam, desagradables personajes que en ocasiones iban a visitarme cuando era pequeño. Mi madre por su parte en todo el trayecto se dedicó a dormir, tal parecía que se había desvelado como siempre ha solido hacer. Contemplándola escuchaba la voz de mi abuela, misma que no apartaba su mirada de mí mientras el auto era estacionado. —No servirá de nada que te desgastes discutiendo con tu madre, Melany siempre ha sido de ese modo, s