Capitulo 4. Cumpleañera

4494 Words
Los días pasaron apaciblemente. No ocurrieron percances ni incidentes de mucha relevancia, por lo que todo estuvo muy tranquilo en Ojo del sol. Con el pasar de los días, trascurrieron de igual manera las semanas, llegando así a la vida de todo el pueblo el tan folclórico mes de noviembre. Mes en el que Mia cumpliría finalmente sus 18 años. Oficialmente para la ley ya sería mayor de edad, por lo que en cuanto hiciera una cita en el IFE, tendría que sacar su identificación oficial, y con ella en futuras elecciones estaría lista para llevar acabo el sufragio. Además podría ser un poco más independiente. Aunque claro, con la familia que tenía no podía cantar victoria tan rápido. Consideraba que sería un tanto difícil lograr un poco de independencia, pues estaba segura que su familia la seguirían viendo como una chiquilla, pero esto no la desalentaba, no importaba. Con o sin libertad de hacer más cosas por su cuenta, estaba súper segura de que grandes cambios estaban por llegar, y los esperaba con ansias. Estaba muy segura que en cuanto tuviera la mayoría de edad, vendría el inicio de una nueva etapa en su vida, (La segunda temporada como solía decir en broma) y eso la entusiasmaba y animaba a seguir adelante. En cuanto cumpliera sus 18 primaveras, tendría la obligación de encaminar sus prioridades, de comenzar encauzar el rumbo de su vida hacia el ideal que poco a poco comenzaba a zanjar dentro de su cabeza, para con ello, alcanzar el futuro brillante y mágico que tanto deseaba obtener más adelante. Siendo primero de noviembre, los habitantes de Ojo del Sol se preparaban por tradición a recibir con gran esmero la llegada de sus difuntos. Año con año, como dictaba la costumbre, el día 1 según señalaba el calendario: era el tiempo para recibir a los pequeños, que por infortunio habían abandonado este mundo a muy temprana edad. Por ello se podía ver en toda la superficie del cementerio municipal, pétalos de flores amarillas que decoraban desde la entrada hasta cada uno de los pasillos de los mausoleos. Repletos con los hermosos pimpollos deshojados de los cempasúchiles, eran decoradas las tumbas de los fallecidos. Se creaban largos y divinos caminos dorados, que servían como guía para que los difuntos pudieran transitar libremente por ellos. Así mismo se podía divisar a las personas colocando veladoras de todos los tamaños, flores, juguetes e infinidad de deliciosos guisos en los altares, para que las almas en su libre recorrido en el mundo de los vivos, pudieran llevarse la esencia de aquello que más amaron en vida. De la misma forma ocurría con todos aquellos que en vez de hacerlo en las tumbas, colocaban su altar en sus hogares. Se buscaba primero que nada el lugar idóneo donde situarlo. Una vez escogido, en forma de pirámide se iban decorando todo para la celebración. En la cima del altar se posicionan las fotos de esos seres amados que serían recordados por toda la vida, seguidos de veladoras para iluminar su llegada, sal para purificar a los espíritus y flores de cempasúchil para que con su fragancia puedan llegar de nuevo a este mundo. Así como también la hermosa flor de moco de pavo purpurea que simboliza la sangre de cristo y la resurrección. Las flores, con sus tan bellos tonos naranjas y morados le dan ese tan característico colorido a los altares. De igual manera el papel picado de colores hace lo suyo, representando al viento en el tabernáculo. Por su parte, los platillos que deben de prepararse ese mismo día tienen que colocarse lo más cercano posible a la foto, pues tratándose de sus comidas favoritas, es preciso que se ubiquen idóneamente para que cuando las almas vaguen por el mundo de los vivos, estos puedan absorber la esencia de todo aquello que tanto disfrutaron estando con vida. Dependiendo de los gustos de cada difunto, los platillos pueden ir desde guisos muy elaborados y condimentados hasta llegar a ser sencillos dulces como calaveritas de azúcar y chocolate, o incluso frutas de cualquier tipo. Y por supuesto como marca la tradición no puede faltar nunca el tan tradicional pan de muerto. Todo esto se coloca a la perfección, acomodando por igual la bebida y comida junto algún objeto religioso, que bien puede tratarse de una cruz como la misma imagen de algún santito. Justo en eso se encontraban ocupados todos los habitantes del pueblo incluida la familia de Mia que también tenían sus difuntos que recordar. El cumpleaños de la chica era el 2 de noviembre, al día siguiente. Día en el que ahora se rendía tributo a los adultos, quedando así: el primero para recordar a todos los niños y el segundo para los mayores. A Mía más que incomodarle o molestarle cumplir años en una fecha tan particular, le encantaba, pues consideraba que era celebración doble. Por un lado recordaban a los que ya no estaban y por el otro se celebraba su cumpleaños, que aunque solía ser siempre modestamente, nunca pasaba inadvertido. Por lo que esperaba ansiosa al día de mañana mientras terminaba de colocar el altar con ayuda de sus primitos y su tía Flora, la cual año con año y sin falta ayudaba con los arreglos. Como su casa no era muy grande desde hacía muchos años desde que Mía tenía memoria, su familia levantaba un altar en el patio de su casa. A diferencia de algunos pueblerinos que colocan altares de 2 o 3 pisos la familia flores siempre hacían uno de 7 pisos, el cual simboliza los pasos necesarios que debe alcanzar el alma para poder llegar al cielo y así descansar en paz. En comparación a otros altares más chicos, en el de los siete niveles la foto de los parientes se posicionaba en el primer escalón, y conforme ascendía hasta llegar al séptimo es ahí, en la parte más alta donde se debe colocar esta vez la foto del santo al que le tengan gran devoción. En ese momento Flora limpiaba el cristal de la imagen de la virgen, la cual colocó hasta la cima del mismo. Los niños junto con Mia, le ayudaban colocando las fotos de todos sus difuntos. En las imágenes solo estaba la foto de un niño como de unos 8 años de edad. El cual era un primo de su papá, y que murió cuando él e Ignacio eran muy chicos por una extraña enfermedad. Por parte de los adultos, colocó la imagen de su Papá Lelo, y Mami Lulú, quienes habían sido los padres de Erasmo. Ambos tenían más de 10 años de fallecidos y los cuales Mia recordaba con cariño, pues habían sido muy buenos abuelos. Flora de igual manera posicionó la imagen de un par de familiares suyos, pues en el altar había espacio para todos. Una vez concluyeron con sus labores, Flora se alistó y salió disparada rumbo a la iglesia. Tratándose del primer día de muertos no podía faltar a la misa de todos los santos, donde el padre Benito año con año, les hacía ver la importancia de celebrar las tradiciones católicas y los felicitaba por alejarse de celebraciones paganas como lo era el Halloween. Por ello el 31 de octubre, muy pocos habitantes de Ojo del sol celebraron esta fiesta de gringos. Mia en cuanto quedó satisfecha con el resultado de la ofrenda, se dirigió hacia el fogón, donde en una enorme vaporera estaba al pendiente de los tamales oaxaqueños que estaba cocinando. Algunos irían a parar al altar, y el resto sería lo que comerían ese día su familia. Mientras sus primos jugaban en el patio, tras revisar que aún le faltaban unos minutos para que se terminaran de cocer sus tamales, les pidió que tuvieran cuidado al jugar, pues no fueran a tropezar con la ofrenda. Acto seguido se dirigió al cuarto de sus padres donde encontró a su mamá dormida. Esperaba verla despierta para preguntarle si quería ver como había quedado el altar, pero al ver que dormía tranquilamente decidió no molestarla. Había tenido unos días malos, en los que se estuvo sintiendo muy mal. Preocupada Mia le suplicó por millonésima vez que fueran a ver al doctor en su consultorio, pero esta se negó, al igual que el resto de su familia. Por lo que no pudo hacer nada más que cuidar con más esmero a su madre. Con el pasar de las horas, la familia comenzó a llegar. A esa hora los tamales ya estaban bien cocidos, por lo que dio pasó a darles de comer. Tanto Erasmo como Ignacio la felicitaron pues habían quedado riquísimos, asegurándole que cada día cocinaba mejor. Sus primos que llevaban ya su segunda ronda le repitieron lo mismo. Al poco rato en cuanto Dolores se despertó, le llevó un par a la cama para que comiera, pero solo le dio un par de bocados, prometiéndole que más tarde se los terminaría, pues por ahora no tenía mucho apetito. No obstante, se le quedó viendo con cariño a su hija pues pudo percibir preocupación en su semblante, así que para aligerar las cosas cambió de tema. -Ya mañana cumples tus 18 años.- le dijo Dolores muy orgullosa, pidiéndole que se acercara a ella para abrazarla. -Lo se amá y no sabes lo emocionada que estoy por eso.- respondió Mia entusiasmada, metiéndose entre las sábanas, acurrucándose junto a su madre. -Mi niña ya es toda una mujer.- expresó Dolores acariciando la larga cabellera trenzada de su hija, que reclinada en su abdomen la abrazaba fantaseando con el futuro y lo que este le traería. Y así recostadas platicando sobre todo tipo de cosas estuvieron un rato abrazadas esperando impacientes a que llegara el dos de noviembre. A la mañana siguiente con el canto del gallo, Mia se despertó muy temprano como de costumbre. Erasmo antes de partir rumbo a su trabajo, dándole un sorbo a su café n***o, felicitó a su muchacha dándole un beso en la mejilla. Le prometió que regresaría temprano para celebrarla, y con un gran beso se despidió de Mia. Dolores que se despertó minutos después también la congratuló con lágrimas en los ojos. No podía creer que esa niña que hacía apenas unos años atrás, que gateaba por la casa de un lado a otro sin parar, hoy estuviera cumpliendo ya sus dieciocho años, por lo que le fue inevitable ponerse sentimental y emocionarse. Llorando de felicidad le repitió lo que siempre le decía: que estaba muy orgullosa de ella, y que era la mejor hija que una madre pudiera tener. Besos, abrazos y llantos, parecía que así sería su día. Sus primos que solían despertarse un poco más tarde, ya estaban levantados y sujetaban cada uno de ellos un regalo para su prima, acompañados de su padre. Dándole las gracias, abrió cada uno de los regalos. Alejandro le regaló unos aretes en forma de perlas, Rafael un osito de peluche que cabía en la palma de su mano, lo cual lo hacía más tierno, y Lili un par de chocolatines. Agradecida por los obsequios, les correspondió con un beso a cada uno. De igual manera a su tío, pues este le regaló una hermosa bandolera rosita que Mia amó con locura. Ignacio también prometió que haría todo lo posible para llegar antes, pues no quería perderse de celebrarle su cumpleaños. Y acto seguido se marchó a su trabajo. Por fortuna era sábado, así que ese día no tendría que llevar a sus primos a la escuela. Por su parte, Flora que había amanecido de mal humor, con la cara apenas lavada, abandonó la casa sin decir nada. Salió de esta rumbo a la iglesia sin dirigirle la mirada a nadie, ni siquiera a sus hijos de los cuales no se despidió. Acostumbrados a los repentinos cambios de humor de su madre, los tres niños no dijeron nada y continuaron jugando tranquilamente. Ese día tocaba misa de los fieles difuntos, por lo que todos sabían sin que les hubiera dicho nada a donde se dirigía tan mal encarada. En cuanto esta se hubo marchado, Mia que ya estaba alistada, le pidió a sus primitos que se quedaran un rato a solas. Les prometió que no tardaría nada, y le encargó muy en especial a Alex, que fuera el mayor, estuviera al pendiente de su mamá, la cual se había vuelto a dormir otro rato. Había quedado con Danielle dos días atrás de que se verían en el rio por la mañana. A diferencia de otras ocasiones, Danielle no podía esperar hasta la noche para ver a su amada en el día de su cumpleaños, por lo que pactada la visita, partió Mia rumbo al rio. Durante el trayecto se sintió muy contenta, pues sería el primer cumpleaños que celebraría con su novia y esperaba fuera el primero de muchos por venir. Conforme fue avanzando y tarareando una canción alegremente, finalmente llegó al lugar de siempre, su territorio mágico y especial que se había vuelto el cómplice de las dos, para que pudieran amarse libremente. No tuvo que esperar ni un segundo, pues en cuanto llegó, Danielle la estaba esperando. Había colocado una manta roja en el suelo, y sobre esta atado a un viejo tronco estaba un bonito globo de helio en forma de corazón. Tenía en ambos lados, una sonriente cara. El caricaturesco rostro poseía: unos ojos grandes que eran unas burbujas en forma de corazón, una larga y bulbosa nariz y una enorme sonrisa blanquecina y brillante, igual a la que se le formó a Mia en cuanto contempló excitada todo aquello. Sobre la misma, había una canasta de mimbre con una variedad de postres y golosinas, como también una enorme caja rosada de cartón cerrada con un listón rojo. Danielle de Pie, y vestida toda de blanco, sostenía un espectacular ramo de rosas rojas, e igual le devolvió la sonrisa a su amada con devoción, gritando un enorme sorpresa que invadió todo el lugar. -Son 18 en total, una por cada año que has cumplido.- pronunció Dany acercándose a ella sujetando las rosas.- sé bien que no son tan hermosas como tú, por eso espero y te gusten. – Y Mia que no cabía en su emoción, cayó rendida a sus brazos besándola en los labios. Era la primera vez que le daban una sorpresa tan bonita como esa. Jamás se imaginó que algún día llegaría a pasarle algo tan maravilloso como eso, y agradecía a la vida su buena suerte. Se sentía tan afortunada en esos momentos que no pudo evitar derramar un par de lágrimas de felicidad. Danielle, susurrándole al oído, le dijo que nada de lágrimas, pues hoy debía de ser un día de pura alegría, un día para celebrar a la mujer más maravillosa de todo el mundo. Después de más mimos y cariñitos, tomaron asiento sobre el mantel escarlata. Una vez acomodadas Danielle le ofreció la enorme caja que pesaba y vibraba con el movimiento. - Te recomiendo lo abras cuanto antes, porque no creo que tu sorpresa resista mas.- le sugirió está dedicándole una mirada traviesa. Acto seguido, Mia desató el nudo de la caja, quitó el laso carmesí y tras levantar la tapa de la caja apareció un precioso cachorrito igual con un moñito pero rosa en su cuello. Soltando una exclamación de ternura, Mia rápidamente lo sostuvo entre sus brazos. -Hay amor, pero que preciosura es esta.- indicó mientras el cachorrito le lamia su mejilla, provocando que esta se riera. - Es un dachshund, o como le dicen un perro salchicha. – Le explicó Danielle entregándole su cartilla. – el único pero es que aún no tiene nombre, por lo que tendrás que darle uno. Dichosa, Mia se levantó del suelo pues quería estrechar entre sus brazos a Danielle. Era tan feliz y la queria tanto que la única manera en cómo podía decirle cuanto la amaba era llenándola de besos. -Gracias amor, esta precioso... bueno en si todo es hermoso: La sorpresa, la comida, el globo, tú…todo esto es simplemente mágico. -Preciosa, pues es niña. Y no tienes nada que agradecer mi vida, pues eso y más te mereces. Y bueno, la verdad no me quiero llevar todo el mérito de esto, pues Agus me ayudó desde casi la madrugada a traer todo esto para acá. Así que también tendrás que agradecerle a él pues me ayudó a preparar tu sorpresa. Y aun sosteniendo a la cachorrita entre sus brazos, Mia volvió a besar a Danielle. Esta correspondió a sus besos de la misma manera, la tomó de la cintura y la acercó a su cuerpo, pues quería sentir su calor y su piel. Quería volver a amarla como esa primera vez, pero era consciente de que no era el momento, por lo que se limitó con sus muestras de amor. No obstante en medio de tan maravillosa y romántica celebración, unos ojos curiosos observaban al par de chicas con gran sorpresa. Se trataba de un grupito de 5 niños que jugaban cerca del rio. Pese a que Danielle había considerado que sería algo temprano para que hubiera gente merodeando por ahí, pues apenas eran las 7 de la mañana, se había equivocado, pues ese grupo de amigos, habían decidido a muy buena hora escapárseles a sus padres para explorar partes del rio. Buscaban salamandras o ranas que meter en frascos de cristal para jugar con ellos. No obstante, terminaron por descubrir algo que los dejó boquiabiertos. Quitando la maleza con una rama, uno de ellos se percató del par de chicas que abrazadas y muy pegada la una a la otra se estaban besando en la boca. Rápidamente procurando hacer el menor ruido posible para no ser descubierto, señaló el lugar a sus compañeros indicándoles con un dedo en los labios, no hicieran ruido alguno. Sorprendidos los cinco contemplaron confundidos lo que sus ojos captaban. Jamás habían visto a dos mujeres besarse. Pero la mayor sorpresa era ver de quienes se trataban: una era la cajera del minisúper y la otra Mia, la hija de Don Erasmo. Sin ser descubiertos, rápidamente se alejaron de allí. Decidieron ir lo más rápido posible a contarle a alguien más su gran descubrimiento. Danielle que deseaba quedarse más tiempo con Mia, tuvo que romper el momento glorioso pues debía regresar al trabajo. Había pedido entrar más tarde y salir temprano por única ocasión. Le aseguró a Sabina que se trataba de algo muy importante y especial, por lo que la jefa no se negó. Por tanto le prometió a su enamorada de que regresaría a buena hora para seguir con la celebración. Pero antes de partir, Danielle le entregó una hoja de papel y una pluma. -Anda, escribe un deseo, pide lo que más anheles en la vida.- le pidió está animándola a que lo hiciera. Mia sin comprender bien que estaba ocurriendo, así lo hizo. Escribió una sola frase, y dobló el papel por orden de Dany en varias partes. Acto seguido, Danielle lo amarró al globo de helio y se lo entregó. -Ahora suéltalo, déjalo en libertad para que tu deseo llegue hasta el cielo y así este se haga realidad. – cerrando los ojos, Mia volvió a repetir en su mente aquella frase para darle más énfasis, y en cuanto hubo terminado, soltó el globo, que rápidamente salió flotando hacia las nubes. Abrazadas se quedaron contemplando el hermoso globo en forma de corazón sobrevolando el hermoso cielo azulado. Tras unos besos de despedida Mia regresaba a su hogar cargando a su nueva perrita. Iba muy contenta tarareándole una canción a la cachorra, pensando en el nombre ideal que le pondría. Quería algo que tuviera un significado en vez de ponerle un nombre que tuviera que ver con su aspecto, como solían hacer muchos dueños de mascotas, las cuales terminaban con nombres como: chaparrito, manchas o gordo. Tras darle muchas vueltas finalmente encontró el nombre perfecto. Hacía mucho tras leer en una revista un artículo sobre los nombres más bonitos para bebés, había leído uno que volvía a su mente en esos momentos. -Aimi, así te llamare, te gusta Aimi? – le dijo mientras la sostenía y colocaba frente a ella recibiendo un lengüetazo como respuesta. – Sí, claro que te gusta hermosa…según recuerdo, esa revista decía que tu nombre es de origen japonés y significa: Amor bello.- lanzando un suspiro al aire, enamorada, continuó hablando con Aimi.- sí, un amor bello… es eso lo que tenemos Danielle y yo. Al llegar a la casa, en cuanto les mostró la cachorra a sus primos comenzaron de inmediato a jugar con ella. Aimi que era muy juguetona perseguía a cada niño, mientras Mia que también se había unido al juego corría con ellos. Con forme las horas fueron pasando, finalmente llegó la hora en que comenzaron a llegar los miembros de su familia a la casa. Los primeros fueron sus abuelos, que habían ido a su pueblo el día primero para visitar el cementerio, prometiendo regresar al día siguiente para el cumpleaños de su nieta. En cuanto la vieron la felicitaron llenándola de besos y abrazos, deseándole que cumpliera muchos pero muchos años más. Tras abrir los presentes que le habían traído con tanto amor, Mia impactada sacó de la bolsa de regalo, una linda blusa que le había tejido a mano su abuela. Rápidamente se metió a la casa para cambiarse. Le había gustado tanto que quería lucirla ese mismo día en su fiesta. Era de color turquesa, sin mangas, de cuello alto, pero con un discreto escote en la espalda que quedaba perfecta con sus jeans blancos. Queriendo verse aún mejor, y aprovechando el escote de la blusa, se peinó su larga cabellera en un moño alto. Antes del regalo de Amelia, se había peinado de lado y solo se había hecho una coleta baja. Pero ahora para lucir su espalda, había optado por mejor recoger su cabello, consiguiendo verse más provocativa y bella. Por su parte su abueló, le regalo una caja de chocolates surtidos, que tras abrir les invitó a sus primos y a las personas que iban llegando, pues Mia era feliz compartiendo lo poquito que tuviera. Al poco rato llegó su Tío acompañado de Erasmo quienes llegaron con un enorme pastel, el cual habían dejado encargado en la panadería del pueblo, para cuando hubieran finalizado con su jornada pasaran por el. - Por último llegó Danielle, que tras verla llegar sola le preguntaron por su hermana, a lo que apenada les respondió que no pudo acompañarla debido a que se sentía mal pero que le mandaba a Mia sus mejores deseos. Pese a que eso entristeció un poco a la cumpleañera pues le agradaba mucho la compañía de Bri, siguió disfrutando de su fiesta y de todos aquellos que estaban ahí. Rápidamente la abuela le preguntó por el perro que le había regalado a su nieta. -Pero que chucho tan raro, todo así medio alargado, nunca había visto uno así, ¿De dónde lo has sacado muchacha? -En una veterinaria en la ciudad. En uno de mis días de descanso fui exclusivamente a comprar uno, pues como sabía que el cumpleaños de Mia estaba cerca y sé que le encantan los animales, pensé que sería el regalo ideal para ella.- les explicó Danielle contándoles toda la odisea por la que paso tras comprar el perrito. -¿Verdad que esta hermosa?- preguntó la cumpleañera que no paraba de presumir a todos su perrita, de igual forma que lucía los regalos que le habían dado. Dolores que había hecho un esfuerzo sobrehumano para estar en la reunión, le secundó, pues en cuanto podía cargaba a Aimi, debido a que a ella también le gustaban mucho los animales. Minutos después llegó Agustín con Milagros, estos le obsequiaron un modesto pero bonito arreglo floral y acto seguido se unieron al grupo. La conversación que estaba siendo muy amena y el ambiente era muy agradable, mejoró aún más, cuando Ignacio sacó su pequeña grabadora que se había comprado hacia un par de años. Conectó con gran habilidad una extensión que enchufó desde un conector en el interior de la casa. Tras encenderla le introdujo un disco con música de cumbia, que inmediatamente comenzó a reproducirse los invitados dieron paso a sacar los pasos de baile. Y así mientras unos degustaban del pastel de chocolate, otros se tomaban unas cervecitas y algunos platicaban sentados, Mia, Agus Danielle y los tres niños bailaban alegremente al compás de la música. Para Mia ese estaba siendo el mejor de todos sus cumpleaños y se sentía tan afortunada y bendecida que no cabía con tanto alborozo. No obstante en el momento de más apogeo de la fiesta, un grito desgarrador interrumpió a todos de golpe. Milagros que estaba aún lado de su vieja amiga platicando, había gritado por ayuda tras ver como Dolores se desvanecía en su asiento quedando con la cabeza colgando de lado. Rápidamente todos corrieron a socorrerla. Amelia pálida abanicaba a su hija para darle aire mientras Erasmo la cargaba para llevarla a la casa. Ninguno de ellos sabía qué hacer, por lo que Amelia desesperada entre gritos les pedía sin dirigirse a nadie en específico que fueran por la curandera del pueblo. Mia en llanto y temerosa de lo peor, le hablaba a su mamá entre sollozos para que despertara, le suplicaba que reaccionara, pero esta no se movía e incluso parecía no respirar, Danielle a su lado trataba de tranquilizarle asegurándole que todo estaría bien. Por su parte Ignacio que tenía muy mínimos conocimientos de primeros auxilios por si alguno de sus trabajadores sufría alguna lección trabajando, se acercó a su pecho para escuchar el latido de su corazón en lo que Agustín llegaba con la curandera, pues se había ido corriendo como un enajenado en busca de ayuda. No obstante, por más que pegaba la oreja en el pecho de su cuñada no escuchaba nada. Por ello optó por tocarle la muñeca y el cuello tratando de encontrar su pulso, pero con horror no encontró nada. Por lo que se alejó lentamente de ella con todos los ojos fijos sobre él esperando diera una respuesta. -¿Qué?, habla con un demonio, que le pasa a mi mujer. - le exigió su hermano con furia zarandeándolo con violencia. -Lo siento mucho, pero creo que Dolores ha fallecido. – y con estas horribles palabras una serie de desgarradores gritos inundaron la casa. Aquella hermosa velada que debía de ser mágica había pasado a convertirse en una pesadilla. Mia moviendo la cabeza de un lado a otro negándose a aceptar tan horripilante acontecimiento, zarandeaba entre gritos a su madre, rogándole, implorándole que abriera los ojos, mientras Danielle impotente, con el corazón destrozado no podía hacer absolutamente nada por su amada. -Por favor amá, mamita, no me hagas esto, te necesito conmigo, por favor te lo suplico despiértate… ¡amaaa!- chillo esta, acunando entre sus brazos el cuerpo sin vida de Dolores.
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