Capítulo 11. Revelación.

3586 Words
En cuanto Erasmo distinguió a su hija sentada sobre la mecedora de Dolores, levantando el brazo para saludarle completamente impasible de lo que se acababa de enterar, fue inevitable que sintiera como el demonio se apoderaba de su alma. Estaba siendo carcomido por una terrible rabia que lo abrigaba. Se sentía escarnecido, ridiculizado y estaba resuelto a ponerle un alto cuanto antes a tanta ignominia. En cuanto llegó a su lado, la sujetó con fiereza de unos de sus delgados brazos y descargando su furia contenida, la arrastró violentamente lejos de la casa. No sabía quién estuviera allí, ni le importaba, lo único que quería era que no escuchara nadie lo que tenía que decirle a su hija, por lo que jaloneándola como una insignificante muñeca de trapo, la arrastró lejos de la humilde vivienda. Mia desconcertada le suplicaba a su padre que parara, la estaba lastimando. Pero entre más le rogaba se detuviera, con más fuerza la aprisionaba Erasmo. Había algo en su voz que en esos momentos, le nublaba el juicio y lo hacía perder la razón. Finalmente después de un largo recorrido dentro de la maleza, proyectó a su hija con ira en medio de un claro donde entre los árboles se filtraban los rayos del sol. El lanzamiento provocó que la joven callera de bruces sobre la tierra seca, raspándose sus rodillas y piernas, pues el vestido corto que llevaba puesto, no alcanzó a protegerles sus extremidades. Chillando y limpiándose la tierra del cuerpo, asustada le preguntó a su padre que era lo que ocurría. -Como si no lo supieras descarada.- respondió este golpeando con su sombrero de paja a su hija. Mia gritaba suplicándole que parara, estaba aterrada, jamás había visto a su padre tan encolerizado como estaba en esos momentos. -Nunca pensé que a mí me fuera a castigar Dios de esta manera. Mandándome una hija machorra.- y con estas palabras Mia lo entendió todo. -LO SABE.- pensó esta horrorizada. -Apá, yo le juro que pese a lo que pueda estar pensando de mí, le aseguro que yo no soy una mala persona.- fue entonces cuando Erasmo perdió la paciencia y abofeteo fuertemente a su hija con el dorso de su mano. -Ira mejor cállate, porque te juro por Diosito que se me va olvidar que eres mi hija y te voy a moler a palos aquí mismo. – rugió este levantando la mano de nuevo para golpearla reiteradamente, pero Mia se cubrió el rostro con sus manos y guardó silencio. El padre volvió a golpearla una segunda y tercera vez, pero esta ocasión ya no fue su rostro el que recibió los golpes, si nos sus manos que intentaban protegerla de los azotes de su padre. Después de esto, descargada toda su furia, el padre dio media vuelta para darle la espalda a su hija, que seguía tirada sobre la tierra. No dijo nada por unos minutos, dejó que su respiración se normalizara, y en cuanto logró estar más calmado y recuperó la compostura, sentenció posteriormente su castigo. -Usted no me vuelve a salir de la casa hasta que sepa qué hacer con todo esto, ¿estamos? No me sale al pueblo, no vuelve a llevar a los niños a ningún lado, no va a ver a sus amigos, nada. Usted tiene prohibido hasta cercarse al camino de la entrada, no la quiero ni mirar que ande por el rio ni en ningún lado cerca de aquí. Ah y eso sí, nunca pero nunca más quiero volver a mirar por aquí a esa lesbiana rondando mi casa, porque si la diviso aunque sea asomando su cogote, por esta,- dijo el hombre haciendo la señal de la cruz con su dedo índice y pulgar y besándola para darle más énfasis.- Que la mato a puros machetazos, así me manden derechito al bote, no le hace. Prefiero eso a dejar que esa te siga envolviendo con sus porquerías. – Mia quería desmentirlo, hacerle ver que Danielle no era culpable de nada, y que estaba siendo muy injusto con ambas. Sobre todo deseaba decirle que no tenía derecho a prohibirle ser feliz, pues aunque fuera su padre y lo amara tanto, no era razón suficiente para que la tratara de esa manera, pero optó mejor por callar. No era el momento oportuno para intentar dialogar, su padre estaba demasiado alterado, y le daba miedo que le diera algo, por lo que no era el momento para ello. Por lo mismo, se dedicó únicamente a sentir con la cabeza. Más adelante esperaba tener la oportunidad para lograr hablar con su padre y hacerle ver que amar a Danielle no tenía por qué significar ser una tragedia. . -Bien, ahora lárguese de mi vista, no quiero ni verla. Se va y se encierra en su cuarto hasta que yo diga lo contrario.- y levantándola con furia del suelo la empujó para que se fuera de allí, pues quería estar solo en aquel claro. -Eso sí, usted se calla y esto no se lo cuenta a nadie, ni a sus abuelos, sus primos, a nadie. ¿Me oyó? -Si apá.- respondió Mia limpiándose la sangre que escurría de su labio amoratado e hinchado. En cuanto Mia dejó solo a su padre, cayó de rodillas para en soledad llorar amargamente por la vergüenza por la que estaba pasando. Por su parte la hija adolorida regresó a la casa, donde sus primos recién llegaban del colegio. En cuanto la vieron toda sucia y llena de raspaduras se asustaron, pero esta los tranquilizó asegurándoles que estaba bien y que solo se había caído. Aimi, que estaba dormida, en cuanto escuchó las voces de los niños, salió disparada de la casa y como loca moviendo su rabito, se dirigió rumbo a donde estaban todos ellos, impulsada por sus tiernas patitas cortas. Una vez encontró a los niños, comenzó a correr con ellos. Aimi a partir de la muerte de Dolores, se había encariñado mucho de los niños, pues Mia al estar tan deprimida no había tenido cabeza para ella, por lo que se alegraba saber que sus primos la habían alimentado y cuidado. Allí los dejó mientras se iba a encerrar en el baño a llorar su pena. No entendía como se había enterado su padre de lo que estaba ocurriendo con Danielle, pero daba igual, le dolía recordar su reacción. Estaba consciente de que cuando lo supieran, no daría brincos de felicidad, pero nunca se imaginó una reacción tan violenta por parte de su padre, lo que le creo una enorme sensación de abandono y soledad en su pecho. Y allí encerrada, para que nadie la mirara, comenzó a llamar a su mamá entre lágrimas, pues la necesitaba ahora más que nunca. Horas después, cuando ya se encontraban todos los miembros de los Flores en casa, se sentaron a cenar. Eran las 6 de la tarde cuando todos estaban en el patio de enfrente sentados comiendo tranquilamente. Habían decidido comer ahí por petición de Amelia, la cual se preocupó al ver a su nieta con semejante trancazo en la boca, adivinando rápidamente que había sido Erasmo, pues este se veía arisco y no volteaba a ver a su hija para nada. Por ello suponiendo se trataba de una riña entre padre e hija sin importancia, decidió que haría lo posible para que se reconciliaran durante la cena. Pero por más que trató de sacarles plática mientras cenaban fue inútil. Flora que igual se había sentado cínicamente para alimentarse de lo que había preparado Amelia, también se mantenía seria y en silencio, por lo que parecía que estuvieran en otro velorio. Don Vicente quien se veía con mejor semblante, se alimentó más que otros días. A punto de terminar estaban cuando a lo lejos la primera que se dio cuenta del grupo de personas que se acercaban, fue Lili, que gritando emocionada y señalando a los que venían llegando hizo que todos voltearan y se percataran de sus presencias. -Visitas, visitas, tenemos visitas.- punteó la niña sin dejar de señalar. Flora se puso pálida en cuanto vio que se trataban del grupo de damas católicas del pueblo, acompañadas de unas familias con sus hijos pequeños, por lo que rápidamente supo a qué venían. Era extraño ver al séquito de religiosas llegar a su casa sin una razón religiosa. Cuando ocurrió la muerte de Dolores había sido más que entendible su presencia, pero en esos momentos era muy inverosímil, ya que no eran personas que socializaran de buenas a primeras. Solo se les veía cuando pedían algún donativo, pero incluso en aquellas ocasiones solían ser una o dos del grupo, máximo tres, pero nunca todas. Por lo que a la única conclusión que llegó Erasmo que cavilaba en silencio sobre su inesperada aparición, fue que lo más seguro es que tenía relación con Flora. Quizás ella las había invitado, o venían a buscarla para algo. En esos momentos no se encontraba de ánimos para visitas, por lo que les daría la bienvenida, les ofrecería algo de comer y dejaría al resto de su familia para que las atendiera, y él se iría a encerrar a su casa a descansar pues había sido un día bastante pesado. Por su parte, Amelia al igual que su yerno, asumió al instante que venían a ver a Florinda. Hacía días que no se paraba en la iglesia, por lo que era muy probable que vinieran a buscarla para saber el porqué. Ninguno de los miembros de los Flores se imaginaba ni por un instante las verdaderas razones de la presencia de aquellas personas, pero en cuanto estas estuvieron frente a ellos, debido a sus semblantes y la manera tan cortante de hablar de la líder, comprendieron en el acto que no sería una visita amigable. -Buenos días.- les saludó inmediatamente la líder, que aglomerada por todas las personas que iban con ella, dio unos pasos más para separarse de estos y acercarse a la familia. Estando más cerca, los Flores pudieron notar que estaban cada una de todas las damas católicas de la congregación. En total eran unas 40, pero aparte, venían con ellas padres de familia acompañados de 5 niños. De los cinco, solo uno iba con ambos padres, los otros cuatro solo iban tomados de las manos de sus madres. – Lamentamos interrumpirlos en la hora de sus sagrados alimentos, pero venimos aquí por un asunto bastante delicado y bochornoso.- Prosiguió la líder, que dedicándole una mirada panorámica a cada uno de los Flores se percató de la presencia de los niños de Flora. -Hermana Flora, serías tan amable de llevar a tus hijos adentro, tú más que nadie sabe bien la delicadeza del asunto que venimos a tratar. – y sin más demora, sin objetar nada, Flora llamó a sus tres hijos que encaminó rumbo a la casa. Amelia que no comprendía lo que pasaba, tras dedicarle un vistazo a los padres de familia, que se les veía muy molestos, lo único que pudo llegar a pensar es que quizás se trataba de una riña que habían tenido los hijos de Flora. Esos cinco niños, a diferencias de sus padres se les veían apenados y con miedo. -Bueno, supongo que ha de ser algo que pasó entre estos niños y los hijos de Florinda ¿no? Siendo así, pasen y siéntense, para que hablemos tranquilamente.- expresó la anciana, esperando que al hacerles saber que estaban dispuestos a cooperar los padres de las criaturas se relajaran, pero no ocurrió nada. -Te lo agradezco Amelia pero no estamos aquí debido a eso, ojala y fuera por alguna riña entre niños, estamos aquí todos nosotros por un asunto mucho peor. – anunció Doña Lupe elevando el tono de su voz para hacer hincapié en ello. Justo en ese momento regresó Flora, después de haber dejado encerrados a sus hijos en su recámara, amenazándolos con darles de cinturonazos si se atrevían a salir y escuchar una sola palabra de lo que se iba hablar en la reunión. -Pues de que se trata mujer, dilo de una vez y no nos tengas en ascuas.- refunfuñó Amelia molesta ante tanto misterio. – lanzando un suspiro cansado al aire, la líder señaló a Mia. -El asunto que venimos a tratar es sobre tu nieta.- y acto seguido la familia entera volteó a ver a la señalada. Mia no había estado prestando mucha atención a la reunión por estar sumergida en sus propios pensamientos, por lo que en cuanto escuchó su nombre y vio como el dedo de Doña Lupe la señalaba como una acusada en el estrado, salió de su letargo mientras acariciaba a Aimi, sintiendo con horror las miradas llenas de odio de cada uno de los presentes. -¿De qué hablas Lupe, que pasa con mi nieta?- respondió la abuela que rápidamente se levantó de su silla para colocarse detrás de Mia, la cual seguía sentada, pálida y asustada. De igual manera estaba Erasmo que sentía como se aceleraba su corazón. -La verdad es que no se ni como comenzar con esto, es demasiado vergonzoso y pecaminoso lo que hizo Mia. – Amelia que sujetaba a su nieta de los hombros le exigió le dijera que estaba pasando, pero Mia que estaba aterrada pues sabía a estas alturas de que se trataba, no logró gesticular palabra alguna. -¿Quieren saber qué hizo?, yo se los voy a decir.- dijo enérgicamente una de las madres de los niños.- esa degenerada que tienen ahí, se estaba besuqueando en el rio con la depravada de su amiga, y mi hijo las vio.- y con semejante revelación comenzó el caos. Erasmo cerró los ojos y cruzado de brazos se dedicó a negar con la cabeza que su hija hubiera llegado tan lejos. Amelia que le quitó las manos de encima como si se hubiese quemado con un hierro al rojo vivo, retrocedió un par de pasos negándose aceptar la revelación de aquella mujer.- -Depravaciones que no tendría por qué ver mi niño.- quebrándosele la voz y llena de indignación abrazó a su hijo que estaba más asustado con la reacción de su madre que con lo que estaba ocurriendo. -También mi nieto fue víctima de ese acto tan deplorable.- señaló Doña Graciela la segunda al mando, que se colocó a un costado de la líder. –Cuando estas criaturas no tendrían por qué ver semejantes aberraciones.- y el resto de las familias comenzaron a alegar, puntualizando su molestia. -¿Cómo sabemos que lo que dicen sus hijos es verdad?- justo en ese momento en que todos los presentes hablaban al mismo tiempo sin que se les entendiera nada, tomó la palabra Ignacio, que no daba crédito a semejante falsedad.- bien pudieron mentir sus chamacos -¿Estas llamando mentiroso a mi hijo?- exaltado, el único padre de familia que estaba listo para caerle a golpes a Ignacio, se le plantó inflando el pecho. Pero Ignacio que no pensaba dejarse intimidar, se arremangó sus mangas listo para lo que viniera. -Basta Saúl, no voy a permitir que en mi presencia terminen agarrándose a golpes. Les dije que veníamos a hablar con ellos de forma pacífica, y así será. – le ordenó la líder, que había colocado su mano en su pecho evitando de esta manera que llegaran a los golpes. -Ojalá fuera mentira, pero me temo que no es así Nacho. Ya desde hace tiempo se ha estado comentando esto en el pueblo. En primer lugar, Jessica la chica que trabaja en el minisúper de Sabina, le comentó a su madrina Doña Verónica las constantes visitas que Mia le hacía a esa tipa, además de las miraditas que se echaban la una a la otra. Yo las vi un par de ocasiones juntas de una forma nada normal, incluso el día de la kermes, hasta se pusieron a bailar. -¿Y eso que? Son amigas, es normal que pase el tiempo con sus amistades, eso no quiere decir que sea lo que ustedes dicen.- les debatió el hombre el cual estaba seguro que mentían. -No lo es Nacho, lo que decimos es la verdad. – y comenzando a acercarse a Mia, siguió hablando del asunto.- ¿me van a decir que ustedes en su propia casa no notaron cosas extrañas? Por ejemplo: a distancia por la manera de vestir y moverse se podía ver lo que es en realidad esa tipeja llamada Danielle, ¿o me van a asegurar que eso también es un invento? Esa personita a leguas se le ve lo que es. Todos en el pueblo lo supimos desde el primer día en que llegó. – En cuanto estuvo frente a Mia, le pidió la volteara a ver a la cara, pues Mia permanecía en silencio con la cabeza inclinada. -Mia, quiero que me mires a los ojos y que aquí, delante de todas estas personas y de tu familia, digas que todo esto es una mentira. Júralo por lo más sagrado que es nuestro señor, y te creeremos.- le ordenó la líder, sujetándole el rostro con sus dedos, levantándole la quijada con violencia para hacer que la volteara a ver.- JÚRALO. -Mia dile la verdad a Lupe. - le suplicó la abuela que seguía sin poder creer lo que estaba sucediendo.- Anda mijita, dile que todo es mentira, díselo. – pero Mia no podía mentirle a su familia y menos jurar en falso. Por lo que se quebró, rompió en llanto, y cubriéndose el rostro con sus manos comenzó a pedirles perdón. Amelia se llevó las manos a la boca para hogar una exclamación de dolor, Ignacio sorprendido tomó asiento lentamente sin dejar de ver a su sobrina, y Don Vicente que se sentía avergonzado, se cubrió la frente con la palma de su mano. -Yo les advertí lo que estaba pasando, pero ninguno de ustedes me hizo caso.- Indicó Flora sacando así su veneno.- ahí tienen las consecuencias por solaparla y no estar al pendiente de ella, y sobre todo por haber recibido a esa perdida en esta casa, nunca debieron haber llegado tan lejos.- Ningún m*****o de los Flores dijo nada a excepción de Erasmo, que se levantó de su silla y por primera vez en toda esa terrible reunión tomó la palabra como jefe de familia. -Pos, creo que todo está dicho, así que no me queda más que pedirles a los presentes que dispensen a mi hija, sobre todo por lo que pasó con sus chilpayates. Yo soy el padre de Mia, así que me toca a mí y a naiden mas asumir toda la responsabilidad por ella. -Ojalá fuera tan sencillo Erasmo.- anunció la líder, ocasionando que Amelia volteara rápidamente a verla.- Pero como bien saben todos ustedes, en Ojo del sol nos caracterizamos por ser una comunidad sana, fieles a los preceptos bíblicos y por mantener la moral. Nos regimos por normas y principios estrictos que seguimos al pie de la letra, y ustedes como habitantes de este pueblo lo saben bien. De esta forma es como evitamos este tipo de actos inmorales en nuestra sana comunidad. Y como bien lo saben, cuando estos son quebrantados optamos por expulsar aquel o aquella que contamine nuestra unidad. Por ello se ha tomado la decisión de que Mia sea excomulgada tanto de nuestra sagrada iglesia como del pueblo. -Usted no puede venir aquí a mi casa y querer echar a mi hija de su casa como si fuera un perro. Si hizo mal, aquí tiene a su padre para que la eduque, naiden me la va a correr, ¿me oyen bien? Naiden…sobre mi cadáver. – les desafío el padre. Pero doña Lupe ni siquiera se inmuto ante su reacción, pues estaba más que preparada para eso. -¿Además, no se supone que le corresponde al padre Benito excomulgar a las personas de su iglesia?- molesto, Ignacio también salió a la defensa de su sobrina. -El padre Benito estará completamente de acuerdo con esta decisión, nosotras más que nadie sabemos las razones que conllevan a la excomunión, y la homosexualidad es una de ella. Pero no venimos a hablar de religión con ustedes, que puedo ver buena falta les hace instruirse un poco sobre el tema, y acercarse más a la iglesia. – Molesta ante las palabras de Ignacio, Doña Lupe no se iba a dejar amedrentar y menos permitir la cuestionaran sobre sus funciones dentro de la iglesia. -Nosotros venimos de buena manera a hablar tranquilamente con ustedes, como representantes de nuestra comunidad, los miembros de las damas católicas, les pedimos que lo reconsideren, que recapaciten y acepten la decisión a la que hemos llegado todos los habitantes del pueblo.- expresó Doña Graciela, que se acercó a apoyar a su hermana. Sacando de su enorme bolsa una hoja de papel, pasó a mostrarles la firma de la mayoría de habitantes, dejando en claro que ya era de dominio público el escándalo. – Los habitantes de Ojo del sol han hablado Erasmo, y quieren a tu hija fuera de sus hijos, de sus vidas y del pueblo. -De no cumplir con estas demandas.- Retomando la palabra Doña Lupe.- Sería lamentable que tanto tú como Nacho perdieran sus respectivos puestos de trabajo. Sin empleo, pues nadie los contrataría en nada, no les quedaría más remedio que terminar yéndose todos, cuando la única que debe marcharse de este pueblo es Mia. – y dedicándole una mirada desafiante a la pobre chica, les hizo saber a cada uno de los Flores que estaba decidida a todo. Mia tenía que marcharse.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD