Capítulo 7. Encuentro

2023 Words
Habían trascurrido un par de horas desde la discusión con Gisela, el coraje había amainado y ya se sentía de nuevo con humor, para continuar con su día. Salió de su recamara arreglada a las 8 de la mañana y se dirigió al recibidor. Aun no tenían personal de servicio, y como estaban las cosas sospechaba que no los iban a tener, situación que estaba segura enloquecería a Gisela. Y también un poco a ella, pues debía de reconocer que no sabía hacer absolutamente nada. Anteriormente contaban con Evangelina, la cual era una estupenda ama de llaves que se encargaba de todos los asuntos del hogar, Betina, la cocinera que siempre les preparaba lo que mas les gustaba y Fabiola e Hilda, las muchachas que bajo las órdenes de Evangelina mantenían impecable la mansión. También tuvieron un chofer de nombre Oscar, un regordete y simpático hombre que no podía dejar de comer pastelillos rellenos de crema, un jardinero y el asistente de su madre Fabian, un homosexual muy simpático, que hacía dramas por todo, pero a diferencia de su jefa era una persona muy humana y cálida. Era lamentable que todas esas buenas personas ya no existían en la vida de la familia, sin ellos tendrían que arreglárselas como pudieran. Sentada sobre unos viejos muebles de madera tejidos en el recibidor, Danielle pensaba en todo lo que habían perdido, mientras a la par decidía que haría en ese instante, pues tenía hambre y mucha. Sin embargo, no sabía siquiera prepararse un simple huevo duro, por lo que antes de salir de su habitación vacío su cartera sacando el poco de efectivo que le quedaba, con lo que tenía calculaba podía comprar algo de comer para ella y Bri. Su padre estaba fuera resolviendo unos asuntos intentando por todos los medios volver a recuperar algo de la fortuna que perdió, Gisela por su parte dormía en su alcoba y Allen suponía estaba igual. Sabiendo como eran madre e hijo no consideraba necesario comprarles algo de comer, no obstante, tendría que hacerlo, no podría llegar con comida para ella y para Bri, por lo que, aunque no se lo comieran les compraría algo si es que le alcazaba para todos. Cuando ya estaba a punto de marcharse, la sorprendió su hermano saliendo de la nada. Por su aspecto se podía apreciar que no durmió nada bien, estaba ojeroso, con el cabello enredado y aplastado por la nuca. No obstante, a pesar de ello, mantenía su belleza intacta. Allen había sacado el físico de Gisela, por lo que era considerado un chico increíblemente guapo, de cabello rubio con reflejos naturales en tonos color miel y bellamente ondulado, (cuando estaba bien peinado). Sus ojos eran grises azulados y profundos, labios seductores y delicados, un rostro ovalado con una quijada pronunciada y unas cejas pobladas bien definidas. Además claro, de poseer un cuerpo bien trabajado por el gimnasio, contaba con una estatura de uno noventa, lo que lo volvía prácticamente todo un modelo. En apariencia era el chico perfecto, lástima que también poseía la personalidad de su madre, lo que lo volvía un ser humano superficial y despreciable. Sujetando su motorola StarTac se movió por parte de la estancia levantando el brazo en alto buscando la señal. Desde que llegaron a la hacienda no hacia otra cosa que buscar la bendita red, pero todo era inútil. - Maldito lugar, no logro tener señal. desde antier estoy sin poder comunicarme con Vanesa y los mensajes que le mandé a Gael tampoco salen, ¿el tuyo no tendrá señal de casualidad? – le preguntó su hermano caminando de un lado a otro sin bajar su celular. - No, lo siento, aquí no hay señal Allen, estamos en medio de la nada. Quizás en el pueblo haya, quieres venir conmigo, estaba a punto de irme cuando saliste, así que, ¿qué dices? – Allen se le quedo viendo como si Danielle fuera un mono con retraso. Después de una leve pausa le dedicó su sonrisa sarcástica. - Claro, no sabes cómo me emociona la idea de ir a recorrer las calles de este mugroso pueblo infestado de totonacos. - Tú te lo pierdes, ¿quieres que te traiga algo de comer? - sabía que la respuesta sería igual de arrogante, pero al menos tenia que intentarlo. - Tamales, tortas, ¿o pambazos? No gracias Danielle, aun no e perdido la dignidad. Ve y comete a gusto tus taquitos de perro o lagartijas si quieres. - y riéndose continuó en busca de su tan añorada señal. Sin embargo, antes de marcharse Danielle consideró pertinente hablar con su hermano sobre la nueva situación en la que se encontraban, pues debían de empezar a pensar que harían de ahora en adelante con sus vidas, pues la anterior ya no existía, y era hora de buscar soluciones. - Allen, solo te diré una cosa y espero que por primera vez en tu vida me escuches y lo tomes en consideración…puedes dejar esa maldita cosa en paz y prestarme unos segundos de tu tiempo? - viendo que Danielle hablaba con seriedad el hermano mayor dejó por un momento lo que estaba haciendo y se sentó sobre uno de los sillones de madera. - Soy todo oídos. - Ok, lo que quiero que consideres por tu propio bien, es que veas y asimiles que esta es nuestra nueva realidad. A pesar de que padre se esta esforzando por tratar de volver a recuperar algo de lo que perdimos, debes de entender que jamás vamos a volver a tener el mismo nivel de vida que teníamos antes, y por lo mismo debemos de replantearnos todos que vamos a hacer con nuestras vidas. Por lo que yo he pensado que lo ideal para ayudar a nuestros padres y a Bri es que tanto tu como yo busquemos un empleo y…- pero antes de que pudiera finalizar la ira consumió a Allen, quien se levantó de golpe. - Quizás tú te hayas resignado a vivir como una miserable, pero yo no, y estoy seguro de que esto es temporal, Esteban logrará recuperar nuestra fortuna y entonces nos largaremos de este lugar, ya lo verás. - Allen, escúchame por favor. - preocupada por su hermano Danielle quería hacerlo entrar en razón por su propio bien, sin embargo, su hermano se dio media vuelta y se marchó, dando por terminada la plática, no sin antes agregar. - Llévate tu celular, por si hay señal en el pueblo me lo hagas saber al volver. Y se dirigió a su habitación, sin decir nada más. Danielle estaba cansada de tantos problemas y ser la única que se preocupara por intentar hacer algo. Por un lado, su padre seguía con su obsesión de recuperar lo perdido, Gisela enferma y odiándola a muerte, Allen viviendo fuera de la realidad y Bri con sus problemas emocionales y de peso. Demasiados conflictos para sobrellevar una sola persona. No obstante, tendría que hacerlo, si Allen no estaba dispuesto a ayudar, tendría que afrontarlo ella misma. Así que siguiendo el consejo de su hermano se llevó su celular, pero con otras intenciones. Sin un coche le tomó media hora llegar hasta el pueblo. A simple vista se veía muy bonito, estaba repleto de locales donde vendían comida, artesanías, y todo tipo de cosas. Tenía un pequeño banco y una diminuta plaza, además del quiosco y del hermoso parque donde la mayoría de los pueblerinos se detenían a refrescarse bajo la sombra de los árboles. Afortunadamente también contaban con una casa de empeño, lugar donde se dirigió primero, pues tenía pensado empeñar el celular, esperando le dieran una cantidad considerada para abastecer la despensa, pues lo poco que tenían almacenado estaba por terminarse. El encargado tras revisar el producto y verificar que estaba en perfecto estado, aprobó la compra del aparato, no obstante, a pesar de ser un celular moderno y sin desperfecto alguno, la cantidad de dinero recibida no fue tanto como Danielle llegó a imaginar, pero alcanzaría para abastecer la despensa al menos por una semana. Acto seguido salió muy contenta del establecimiento y se dirigió al minisúper del pueblo. Era algo pequeño el local, no obstante, estaba bien surtido. Acostumbrados a la buena comida, no hallaría nada de lo que les gustaba a toda la familia, pero tendrían que acostumbrarse a ello. Llevó una docena de huevos, leche, pan, queso fresco, jamón, chuletas, detergente, aceite y otros productos de la canasta básica. En cuanto terminó pagó y así dio por terminada sus compras. Ahora buscaría algo para comer, sin embargo, la cantidad de bolsas que llevaba dificultaba el avance, y con los 39 grados que hacia esa mañana, tenia que parar en cada sombra que encontraba a descansar. Sentir la brisa bajo la sombra era algo glorioso, observar a las aves volar de un lado a otro hermoso, y la gente que caminaba de un lado a otro ocupándose de su día a día, era entretenido. Al principio Danielle por su cabello rubio y su piel tan clara llamó con facilidad la atención de los habitantes, que no estaban acostumbrados a ver a personas con el cabello de esa tonalidad. Por lo que volteaban a verla sin disimular siquiera un poco. Esta situación no molestó en lo absoluto a la chica, pues estaba segura que con el tiempo se acostumbrarían a ella y a su familia. Una vez logro recuperar sus fuerzas continuó con su avance. Entonces sucedió lo mejor que le había ocurrido en todo el trascurso del día. A lo lejos divisó primero una figura esvelta y perfecta, luego una larga trenza morena, y a lo ultimó el hermoso rostro de la chica que salvó no hacía mucho en el río. Quedó embobada por su belleza, en plena luz del día era mucho mas hermosa de lo que vio esa noche, iluminada solo por la luz de la luna. Mientras caminaba y platicaba con un chico, sonreía lo que la hacia lucir mas radiante aún. Traía puesto un bonito vestido blanco con flores bordadas y sin mangas, que le llegaba a las rodillas, dejando ver sus largas y perfectas piernas torneadas. Lucía un collar de cuencas azules y unos zarcillos del mismo color. Y en sus pies unos bonitos guaraches blancos le daban ese aspecto indígena bello y encantador. Cuando la chica morena detectó su presencia, la divisó con la misma intensidad de como la estuvo observando Danielle todo este tiempo. Regalándole una radiante sonrisa comenzó a acercarse a ella. Ataviada con las bolsas del mandado, Dany entró en pánico, comenzó a ponerse nerviosa, no sabía si se veía bien, le preocupaba tuviera mal aliento a pesar de que se lavó los dientes esa mañana, esperaba que el sudor no la hiciera ver repulsiva a sus ojos. - Demonios, ¿porque debo de sudar tanto? - pensó atormentada Danielle mientras divisaba a ese ángel acercarse. Sus movimientos eran tan delicados, que parecía que caminara sobre las nubes. Su hermosa trenza se movía con el viento y su vestido ondeaba al compás de sus bellos movimientos. Danielle podía sentir cómo se aceleraba el corazón y su respiración, podía percibir esas mariposas en el estómago. En esos instantes se sentía la persona mas feliz del mundo. Era simplemente glorioso lo que experimentaba en ese instante. Poco a poco la distancia se fue acortando entre ambas, hasta que por fin estuvieron frente a frente. En ese instante el día se veía mas hermoso, las preocupaciones desaparecieron y no existía nada más que la hermosa chica morena que tenia frente a sus ojos. A Danielle le hubiese gustado preservar el momento, que el tiempo se detuviera y que permaneciera eternamente congelado, observándose mutuamente para admirar por siempre la radiante hermosura de Mia. Los preciosos ojos almendrados de Mia la observaron y le dedicó nuevamente una linda sonrisa tierna. Por fin la volvía a ver, y ahora estaba completamente segura de que la habían flechado y sin importarle nada ni nadie, estaba decidida a intentarlo, pues Mia tenia que ser para ella. -Hola. - dijeron al unisón y ambas sonrieron como unas tontas sin poder desprender la mirada de la otra.
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