-INSOLENTE, ¿COMO TE ATREVES SI QUIERA A INSULTARME? PERO ESTO NO SE QUEDARÁ ASI, ¡SE LO DIRE A ESTEBAN! – Bramó con furia Gisela, mientras Briella buscaba donde esconderse, hasta la fecha vivía aterrada de su madre y lo que menos quería en ese momento es que la volviera blanco de su ira.
- Hay por favor Gisela, evitemos los dramas ¿quieres? Tú fuiste la que comenzó con el lío, entrando como una loca en la habitación.
-No te voy a permitir que sigas faltándome al respeto. - señalándola con su huesudo dedo, la mujer estaba que echaba lumbre.
- ¿Respira hondo mujer, aquí la que comenzó con los insultos fuiste tú, yo ya me iba para mi habitación, ¿recuerdas? - dijo Danielle volviendo a encaminarse a la salida, pero Gisela se interpuso entre ella y la entrada como un imponente muro de concreto, estaba claro que no dejaría que las cosas quedaran así.
- ¿Y qué esperabas que te dijera? si yo misma te escuché que sigues dispuesta a seguir con tus inclinaciones en este miserable pueblo. Parece que para ti es una gracia el restregarnos a tú padre y a mi lo que eres. Y déjame decirte querida que no es algo de lo que te debas de sentir orgullosa… Además, por si fuera poco, ¿vienes a contarle tus desviaciones a tu hermana? Y así te atreves a indignarte por lo que te digo, cuando nosotros debemos de ser los indignados por tu sucio comportamiento. - tales palabras terminaron de enfurecer a Danielle, que entonces sí comenzó a responder a sus acusaciones.
- ¿Que comportamiento Gisela?, ¿porque no eres más clara? Si te refieres a que soy lesbiana, Perdóname, pero no es una elección, así nací y por mucho que no te guste es lo que soy y soy feliz, aunque no lo entiendas.
>>Te la das de mujer de mundo, muy refinada y glamorosa, pero en realidad eres una ignorante en toda la extensión de la palabra, no tienes humildad, eres soberbia, prepotente y para rematar una clasista, ¿entonces si juntamos todos esos defectos quien crees que tenga peor comportamiento, tú o yo? - Gisela le dedicó una mirada de odio, se relamió los labios pues los tenía secos y agrietados e inesperadamente comenzó a reírse a carcajadas. Ambas hermanas no pudieron evitar voltearse a ver confundidas ante la reacción de su madre, que sorpresivamente comenzó a toser con mucha fuerza, arqueándose para liberar las flemas. Al poco rato recuperó la compostura y sonriendo continuó con el ataque.
- Hay Danielle, en todos estos años me decepciona ver que no has aprendido lo que es la vida. Sigues siendo una niñita idiota con ideas estultas. Me llamas a mi soberbia, prepotente y clasista, por ser de ideas firmes y determinantes, por defender la decencia y tratar de rescatar lo único que le queda a esta familia: su buen nombre y prestigio. Grandes convicciones que te has propuesto querer mancillar y destruir de la manera mas baja y vulgar. Y eso, no lo voy a permitir mientras siga con vida-. Danielle la miró estupefacta, no podía creer la magnitud de las cosas, y de las razones tan absurdas que estaba usando Gisela para atormentarle la vida.
-Que equivocada estas Gisela, para ti en tu pequeña burbuja yo soy un monstruo que vive para destruir tu pequeño mundo que te recuerdo ya no existe. Cuando a mi lo único que me interesa de verdad, es hacer mi vida y ser feliz, nada más. Pero dudo que lo entiendas pues tu eres la persona mas infeliz que conozco, y para saciar esa necesidad de felicidad vives para destruir a las personas que tienes alrededor, pues si no hay felicidad en tu vida no la debe de haber en la de los demás.
Inesperadamente Briella, comenzó a suplicar que pararan, ya no soportaba el verlas discutir, y es cuando Danielle entendió, que había caído en las provocaciones de Gisela.
- Lo siento Bri, tienes razón, ya esto debe parar. - volviéndose hacia Gisela se disculpó. - Lamento si te ofendí, me dejé llevar por el coraje y no debí de haberlo hecho. - y cuando ya estaba por marcharse Gisela concluyó con su estocada final.
- Mi mundo ya no existe por culpa del inútil de tu padre, no lo olvides…ha, y antes de que te marches, te aseguro que me encargare personalmente de que no nos dejes en ridículo con la gentuza de este pueblo revolcándote con una de esas indígenas, te juro que no lo voy a permitir.
Y así partiendo rumbo a su habitación roja de indignación, si poder responderle por consideración a Bri, Danielle dio por concluida la discusión, serrando con gran violencia la puerta de la alcoba. Gisela desvió su atención a Briella, observándola detenidamente.
- Puedo ver por las manchas de comida en tu cara que te es imposible el dejar de tragar siquiera un segundo. Por lo que veo ya te resignaste a tener el aspecto de un orangután de zoológico. - apenada Briella comenzó a limpiarse inútilmente con el dorso de sus manos.
- Lo siento mamá, es que me caí de la cama y me asusté y quise comer algo para calmarme.
- Claro, Dios nos libre que sigas asustada, por que en un abrir y cerrar de ojos nos bacias la nevera. Y dedicándole una mirada de asco se encaminó a la salida.
- Si tan solo hubieras sacado algo de mí, no serias la monstruosidad que eres ahora-. Y así cerro la puerta dejando en un mar de lagrimas a la pobre de Bri.
Una vez estuvo dentro de sus aposentos observó el cuarto con detenimiento, había que reconocer que era amplio y grande con un techo alto y enormes ventanas cubiertas con unas viejas y gastadas cortinas, pero la estructura era bastante amplia. Seguramente en años anteriores esa hacienda fue gloriosa y muy hermosa, pero ahora solo era un enorme edificio en ruinas. Gisela solo podía ver las paredes decoloradas por el tiempo, el papel tapis resquebrajado en algunas partes, en otras había sido arrancado, dejando huellas de lo que había sido anteriormente su color. Telarañas en las esquinas del techo. Una cama vieja y probablemente apolillada, una puerta que rechinaba cada vez que se usaba. El baño igual era lamentable, tenía manchas de oxido y sarro, el espejo estaba cuarteado en la parte superior, y la bañera que antes había sido blanca hoy en día estaba muy percudida. En definitiva, el aspecto era deplorable, y eso solo era en su habitación, si seguía enumerando los desperfectos del resto de las habitaciones de la hacienda seguiría de largo sin parar.
- ¿A dónde diablos me has traído Esteban? - se lamentó la mujer sentándose en su cama. Colocó sus manos sobre su rostro y un par de lagrimas descendieron de sus ojos. Estaba harta, fastidiada y agotada. La enfermedad había sido dura sí, pero en su opinión si se lo preguntaban era mas horrible el estar arruinados financieramente, eso si era el infierno.
Claro que retrocediendo muchos años atrás cuando Gisela solo era una niña, tampoco es que hubiese llevado una vida de lujos, pero llevaban una vida modesta, típica de una clase media alta. Su padre era contador, y su madre maestra, por lo que ambos le dieron una vida agradable, tenía fiesta de cumpleaños cada año, y cada vez era mejor que la anterior, cada que cursaba de año la premiaban con un obsequio, y las navidades solían irse de vacaciones a España a visitar la familia de su madre que eran originarios de allí. Además, contaba con trasporte personal, e incluso había una muchacha que les ayudaba con el aseo. En pocas palabras Gisela no conocía lo que era vivir en la pobreza. Al cumplir los 18 comenzó con su carrera de modelo, profesión que a pesar no estar muy de acuerdo sus padres apoyaron al cien. Y así con el pasar del tiempo Gisela Mahou fue ganando prestigio, comenzando en su carrera modelando ropa y promocionando otras mercancías, como zapatos, productos de peluquería y joyería. Realizando sesiones fotográficas, desfiles u otras presentaciones. Conforme fue volviéndose más cotizada, empezó a modelar para importantes artistas, fotógrafos, para pintores e increíbles diseñadores en todo el mundo. Terminando por posicionarse como una de las super modelos más top del momento. Estando en la cumbre de su carrera conoció al empresario Esteban Daurella de la O, importantísimo hombre de negocios del sector inmobiliario. Director ejecutivo de la Daurella Land Development Company Limitated.. Había heredado su imperio tras el fallecimiento de su padre, tomando el poder a la corta edad de 19 años. Su futuro pintaba brillante, pues a los pocos años de asumir el mando ya había duplicado la fortuna de sus antecesores. Fue entonces en uno de sus viajes de negocios a Milán, donde por casualidad conoció a la super modelo Gisela Mahou, desfilando para las pasarelas. Esteban no tenía el menor interés en la moda, pero bastó ver su imagen en los periódicos para quedar cautivado y correr a los eventos que se estaban llevando a cabo, con la única finalidad de conocer a la famosa modelo.
El apellido de Esteban fue la única razón por la que Gisela accedió a hablar con él, y también fue la única razón por la que se flechó del pretendiente. Con el pasar del tiempo el cortejo dio resultado dando una de las mejores bodas del año. El evento salió en todas las revistas sociales y de moda en ese momento y fue un gran acontecimiento. Sin embargo, bastaron dos años de ausencia, por recorrer el mundo como regalo de bodas, para que la carrera de Gisela se viniera abajo. En el cruel mundo de la moda, un día eres el centro de atención y todos te aman, y al siguiente ya no eres nadie y todo el mundo te olvida y remplazan por alguien mas joven. Fue justo lo que le paso a Gisela. No obstante, el estar casada con un millonario era garantía de tener la vida resuelta, razón por la que su olvido en las pasarelas no fue tan terrible en ese momento.
No obstante, las dificultades comenzaron a surgir y el sueño idílico se disolvió en sus manos poco a poco. Tras cumplir su tercer aniversario de bodas Gisela quedo embarazada, estando de nueve meses apunto de parir en cualquier momento, descubrió la infidelidad de su marido. Y es que Esteban había mantenido un romance con la que era la asistente de Gisela. Su fiel ayudante y además amiga, pues le tenia estima. Al parecer por palabras de la propia Yadira, llevaban de relación ya un año. Se había atrevido a confesarle la verdad porque ahora ella estaba embarazada y le suplicaba abandonara a Esteban para que ambos pudieran ser felices, pues según el hombre en cuestión, ya no le amaba y solo seguía con ella por el hijo que estaba apunto de tener. Semejante revelación no hizo mas que enfurecer a Gisela, y no dejó en libertad a Esteban. Quien tras enterarse de las acciones de su amante la abandonó y siguió con su esposa. Llegaron a un acuerdo, pues en ese momento a ambos les convenia seguir juntos, a ninguno le favorecía la separación, y aun que ya no se amaban decidieron que lo mejor era continuar con el matrimonio, obteniendo cada uno lo que necesitaba del otro.
Hoy en día Gisela maldecía ese acuerdo, y sentada sobre esa vieja y mugrosa cama se maldecía por haber aceptado el pacto. Su ambición la llevaron a seguir con Esteban sin imaginar que años después el quedaría en la quiebra, por malas inversiones que lo llevaron a perder todo, absolutamente todo, quedándoles como único bien, la hacienda en la que tenían que vivir ahora.
A estas alturas, después de tantos horribles acontecimientos, debía de estar agradecida que al menos cuando le diagnosticaron el cáncer aun tenían los medios para pagar el tratamiento, no quería ni imaginar que hubieran tenido que a hacer para pagarlo estando en la quiebra. No obstante, a pesar de que lo había vencido, el cáncer volvió y esta vez más agresivo, al grado que ya no era necesario pagar un costoso tratamiento, pues ya no había nada que hacer. Al menos nuevamente era afortunada en ese sentido, pues el dinero no sería una preocupación para enfrentar la enfermedad, pues solo debía esperar a que llegara el final.
- Ojalá me hubiera muerto la primera vez que me dio… me habría ahorrado tanto sufrimiento. – dijo Gisela lamentándose.
- Metástasis…- pronunció con un sabor amargo en la boca, sobre la lobreguez del lugar, recorriendo con sus dedos su nuca calva. El oncólogo había sido muy claro con el diagnóstico: ya no se podía hacer nada, solo debían esperar.
- ¿Cuánto tiempo? - volvió a preguntar sola en su habitación, al mismo tiempo que su mente la llevaba de nuevo al consultorio.
- Máximo un año, podría ser menos... aunque claro se han visto casos…
Esas palabras fueron en su momento brutalmente duras, pero increíblemente para Gisela en su condición de desahuciada, estar en la miseria era peor que tener cáncer terminal. Y con esa conclusión volvió a recostarse en su cama. Y deseo con todas sus fuerzas que el cáncer la matara en ese mismo instante, pues no quería en lo absoluto asumir esta nueva realidad donde tendría que vivir con tantas limitaciones y cadencias. Cerrando los ojos llorosos y apretando con furia los dientes, al poco rato se quedó dormida deseando la muerte.