Capítulo 20. La decisión

2508 Words
Sin duda aquella reunión había sido terrible, sabía de antemano que Gisela no la trataría bien, pero jamás se imaginó que terminara por amenazarla a ella y a su familia, eso ya era punto y aparte, por lo que no pudo evitar sentir miedo, pues seria injusto que esa mujer les hiciera algo por culpa de ella. Caminando lentamente emprendió a analizar la situación. Quería a Danielle con todas sus fuerzas y estaba dispuesta a luchar por ella, pero después de esto sentía que las cosas comenzaban a complicarse cada vez más. Por un lado, sus padres siguen empeñados en buscarle un marido. Por el otro, la madre de su amada que las odia, le dejó muy en claro el gran desprecio que siente hacia Danielle, y ahora tras haberse negado a obedecerle, le había declarado la guerra abiertamente, convirtiéndola en otro objetivo de su interminable desprecio. Era una mujer llena de odio a la cual debían tenerle mucho miedo y cuidado. Por ello es que por primera vez se cuestionó si sería lo correcto seguir con Danielle, lo menos que quería era ocasionarle mas problemas. Analizando con pesar tan drástica decisión llego sin percatarse a su casa, estaba tan sumergida en sus pensamientos que ni siquiera vio a su tía Flora sentada en una silla ataviada con su chal n***o que le cubría el cabello. La mujer con la biblia en mano y el rosario en otra rezaba una oración que interrumpió en cuanto vio a su sobrina aparecer. Normalmente a esa hora estaría aun en la iglesia ayudando al padre en la sacristía, pero por culpa de esa tonta había tenido que interrumpir sus labores para tener que hablar con ella. -Tía, que hace usted tan temprano en casa? - preguntó sorprendida de su presencia. Pero Rápidamente al ver su semblante pudo adivinar que se le veía de mal humor, lo que indicaba que no seria nada bueno el que estuviera allí. -Tuve que interrumpir mis labores para venir hablar contigo. - ¿Ocurre algo? - quiso saber Mia mientras buscaba otra silla para sentarse a su lado. Normalmente siempre tenían asientos regados por todo el patio, para disfrutar de la frescura del viento, pero sus traviesos primos solían moverlos y algunas veces esconderlos. cuando finalmente encontró uno, lo arrastro tranquilamente hasta posicionarlo al lado de su tía, que la miraba furibunda negando con la cabeza. -Por supuesto que pasa algo, tú y tu estupidez, ¿acaso tienes idea en los problemas en los que me terminas metiendo? -De que habla, yo no e hecho nada. -Mira Mia mejor ya no te hagas la tonta, que con toda la vergüenza del mundo mis hermanas me contaron sobre la nueva amiguita que tienes. ¿En que estabas pensando a la hora de hacer amistad con una machorra, acaso logras comprender la magnitud de los problemas que estas ocasionándome con eso? – colérica se quitó su chal y lo dobló delicadamente, dejando al descubierto su azabache cabello lacio peinado pulcramente en un perfecto moño. El aspecto de la mujer era tan decoroso que fácilmente podía pasar por una monja. -No se que tiene de malo que tenga una nueva amiga, pero si le preocupa que sea una mala influencia para mí, le puedo asegurar de que ella es una excelente persona y un gran ser humano. Y creo yo que eso es lo único valioso que debemos de ver en las personas, ¿no lo cree? -A leguas se nota que es una machorra, así que no me vengas con que es una buena persona, todas esas gentes torcidas son hijos del diablo, por tanto, son malvadas por naturaleza. ¿Jesús Mia, acaso no ves que esa pecadora arderá en el infierno por su comportamiento? ...Tú no puedes estar cerca de alguien así, por tu culpa soy el hazmerreír de mis hermanas. Claro, ellas ingenuamente no te culpan, te consideran inocente, pero yo se que tu de inocente tienes lo que yo de bailarina de flamenco. -Lamento ocasionarle esos problemas, pero no se de que manera espera que yo pueda ayudarla. -No te hagas la tonta conmigo. - vociferó la tía perdiendo la paciencia. – Sabes perfectamente lo que tienes que hacer. Mira Mia yo no quiero tener problemas con mis hermanas, así que arreglemos esto de manera fácil y sencilla. Tu ya no veras a esa pecadora y fin del problema, porqué si no lo haces me vere en la obligación de decírselo a tus padres, y quiero que sepas que si no lo echo fue porque me lo pidieron. La hermana Doña Lupe considera que no es necesario darles más preocupaciones a tus padres de las que ya tienen. Ellas confían en tu buen juicio, el cual yo aun dudo que tengas. Pero por Dios tratare de pensar qué si lo tienes, así que te suplico que no la vuelvas a ver y así nos evitamos de habladurías, chismes y de estar en boca de todos. -Esta siendo muy injusta al juzgar a Danielle tan horriblemente sin antes conocerla, y solo por dejarse llevar por los chismorreos de sus amigas. – Repeló Mia cansada de que ahora Flora también le dijera que debía hacer con su vida. -Cuida tu lengua de serpiente. Mis hermanas no andan en chismorreos como dices, ellas solo velan por el bien de la comunidad, y es por eso que están al tanto de lo que ocurre en ojo del sol. De no ser por ellas viviríamos bajo la influencia de pecadores en la más sucia de las inmoralidades. Enervada de tantas discusiones, consideró que ya era suficiente por el día de hoy, por lo que se levantó del asiento, se disculpó con su tía argumentando aún tenía deberes que cumplir, pues sus abuelos estaban por llegar de visita y quería tenerles listo algo de merendar. Así que se alejó de su tía. Impotente tratando de continuar con la conversación, Flora se quedó con la palabra en la boca mientras observaba entrar a la sobrina al interior de su hogar. -Dios ilumíname, ¿qué voy a hacer con esta insensata? – rezó entre dientes suplicando un poco de ayuda divina. Al escaso rato llegaron los abuelos de Mia, Flora ya se había regresado a la iglesia para aquel entonces. Amelia entró a ver a su hija para mostrarle unas blusas que había comprado en el tianguis a muy buen precio, y que consideró muy bonitas para su hija. Lo cierto era que eran todo lo contrario, pues tenían unos estampados muy chillones, colores que Dolores nunca solía usar, no obstante, disimuló bastante bien y le dio las gracias a su madre por el regalo. La anciana tristemente se percató de como el semblante de su hija comenzaba de nuevo a deteriorarse. Había tenido unos días buenos donde se apreciaba muy mejorada, pero últimamente con cada nuevo amanecer se le veía marchita y apagada. Su apetito nuevamente volvió a disminuir, y las horas que pasaba durmiendo eran más. Pese a ello, se mostraba de buen humor frente a sus padres, quienes para disimular su preocupación comenzaron a hablar sobre cómo iba la búsqueda de marido para Mia. -Yo tenía en mente a mi ahijado Eustaquio. Ya sé que es 15 años mayor que Mia así que no me pelen esos ojos, pero pensé en él porque es un hombre hecho y derecho, además de muy trabajador. Por desgracia cuando le insinué la situación me confesó que andaba de novio con una vecina suya…Magali López, una escuálida y enclenque muchachita fea con cara de ratón, pero bah total él se lo pierde. – Comentó la anciana con su potente y gruesa voz, tratando inútilmente de hablar en susurros para que la nieta no escuchara, la cual terminaba de preparar la comida en el fogón del patio, mientras estos hablaban en el cuarto de la enferma. – Pero no te preocupes mija, yo sigo buscando opciones. - En ese momento el anciano carraspeo para hacerse notar. Debido a su comportamiento corporal todo parecía indicar que tenía algo que exponer. -Deja de moverte como lombriz y si tienes algo que decir desembucha de una buena vez. - Ordenó su mujer perdiendo la poca paciencia que tenía. -Bueno, es que alguien me pidió que hablara con Erasmo, pues quiere su permiso para cortejar a Mia. – Manifestó Don Vicente tímidamente pues conocía la opinión de Amelia al respecto, pero aun así debía de decírselos. -De quien se trata hombre, desembucha de una vez y no nos tengas en ascuas. -Pues de Isidro, la verdad esta muy interesado en nuestra nieta. - Reveló al fin soltando un suspiro. -Otra vez con la misma cantaleta, ese muchachito no termina de convencerme del todo y lo sabes. - Dijo la anciana indignada de que no se lo hubiera dicho antes. -No se que tienes en contra del pobre mujer, tanto tu como yo sabemos que es trabajador, que esta soltero y que además cuida de su padre alcohólico y de su hermana ciega, ¿eso que te dice de una persona? - Precisamente por eso viejo chocho, en primera no me agrada que Mia termine teniendo un borracho por suegro, y en segunda al vivir con él mi nieta tendría que verse obligada a cuidar también de todos ellos, y esa sería una carga muy pesada para mi nieta. Solo imagínalo, además de cuidar al marido, cuidar de una ciega y de un pobre ebrio, bonito asunto el que le esperaría… No gracias. Ya de por si aquí tiene que atender a la santurrona de Florinda y sus hijos, como para que ahora de pilón la casemos con un tipo que igual arrastra a toda su prole. – Expresó contundente la abuela sin dejarse convencer, y acto seguido el matrimonio empezó a discutir, pues estaban empecinados en convencer al otro. Pero la discusión concluyó abruptamente cuando Dolores tomó la palabra. -Ya dejen de pelear por favor…Enserio que como les gusta hacer un drama por todo. – Disgustada Dolores se enderezó en su cama para verlos mejor. -Amá, usted está siendo demasiado injusta al juzgar a una persona sin conocerla antes, en eso Apá tiene razón. Sin embargo, con eso no quiere decir que le soltemos a mi hija de buenas a primeras como si fuera un borrego, no señor todo se hará bien. El muchacho dice que quiere el permiso de mi marido para cortejarla, si es así sirve para que lo conozcamos todos, ¿no creen? y así mientras la esté visitando, sirve que lo vamos conociendo y podemos saber más de él. – Pese a que Amelia estaba en contra, al ver a su hija tan decidida dejó de luchar, por lo que accedió a tratarlo para conocerlo mejor, pues en una de esas como aseguraba, quizás y los terminaba convenciendo. Concluida la decisión Dolores hablaría con su marido, por su parte le pidió a Vicente que hablara con el chico para que cuanto antes viniera hablar con Erasmo. Finalmente, Mia cruzó la puerta de la habitación y les informó que la comida ya estaba servida, por lo que pasaron todos a la mesa. Durante el almuerzo ya no ubo más discusiones, Amelia se encargó de llevar la plática, contándoles sobre lo bien que la estaban pasando en el pueblo y de otras cosas más. Aun seguían aferrados a vivir en un hotel, no querían causar más inconvenientes de los que ya tenían la familia, pues siendo la casa tan pequeña, lo mejor era que ellos siguieran donde estaban. Por fortuna el alojamiento era bastante económico, por lo que les alcanzaba para seguir alojados ahí. Después de un rato de sobremesa, la abuela ayudó a lavar los trastes, mientras Mia y su abuelo llevaban de regreso a Dolores a su recámara. Le había ayudado el que saliera un rato a tomar un poco el sol, ya no se le veía tan pálida y adquirió mejor color. Llegando la hora señalada y dejando a su madre en buenas manos, Mia se encaminó a recoger a sus primos, pues ya estaban por salir de clases. Pese a que deseaba con todas sus fuerzas ir a ver a Danielle, como había estado haciendo desde que comenzó a trabajar de cajera, decidió que no la iría a visitar, pues aún tenía muchas cosas rondándole en su cabeza. Necesitaba poner en orden sus ideas, además no se sentía con ánimos de mostrarse infeliz delante de ella, así que una vez recogió a sus primos se volvió de inmediato a su hogar. Mientras tanto en el minisúper los Gutierritoz, Danielle le cobraba a una anciana mal humorada su despensa. -Cada día Sabina sube más los precios. Que se cree, ¿que una gana los millones? Jesús en mis tiempos los limones nos costaban 50 centavos el kilo y ahora casi te quieren pedir las escrituras de tu casa por unas cuantas cosas. - Alegó la anciana pagando de mala gana la cantidad total de su mandado, mientras Danielle sin prestarle la menor atención a todo lo que rezongaba observaba cada que podía el viejo reloj de coca cola en la pared. Ya era tarde y Mia no había pasado a verle, no pudo evitar entristecerse pues le hacía mucha falta. Estaban en la fase en la que no querían despegarse ni un solo instante, y ahora hoy en todo el día no había ni rastro de su amada. Preocupada empezó a inquietarse, pensando en que quizás algo malo le hubiese pasado, pero inmediatamente descartó aquella posibilidad. Recordando la infinidad de labores que tiene todos los días, Mia había ocupado un poco de su tiempo para visitarla durante varios días seguidos sin faltar una sola vez, era indiscutible que un día estuviera más ocupada que otros días y no pudiera visitarla, eso tampoco era el fin del mundo y no debía de exagerar ni ser tan demandante con ella. -Es eso, hoy estuvo más ocupada de lo normal y por eso no pudo venir. Ya no seas paranoica Danielle. - se reprimió mentalmente, contando por segunda vez el cambio de la señora Elena. -Acaso piensas tenerme todo el día esperando hasta que termines de contar los tres mugres pesos que me vas a entregar de cambio? - Alegó la clienta molesta, recibiendo al fin su cambio, a la par de una disculpa de parte de la chica que le deseo tuviera un buen día. Lo último que necesitaba era tener discusiones con los clientes o terminar por entregarles mal su cambio, así que a regañadientes se concentró de nuevo en su trabajo. Si Mia no podía venir hoy ya lo haría mañana, no tenía porque perder la razón por ello. Así que continúo marcando los artículos en la caja registradora y cobrando a los clientes que le faltaban, continuando de esa forma durante el resto de lo que le quedaba de jornada. Y mientras Mia completamente en llanto frente al rio tomaba la decisión de no volver a ver a Danielle, en la hacienda iba llegando Esteban, cansado y derrotado, con malas noticias para todos.
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