Capítulo 18. Mia toma una decisión.

2983 Words
En cuanto llegó Milagros trayendo consigo un pedazo de caña que le había regalado la vecina, se sentaron a comer lo que Mia les había preparado. Los tres comieron muy a gusto, olvidando por completo el terrible incidente por el que había pasado la invitada. Una vez terminaron de almorzar, Mia les dio las gracias por todas sus atenciones y partió rumbo a su casa; pese a que tanto Milagros como Agustín se ofrecieron a acompañarla, esta se negó, pues no quería ocasionarles más problemas. Siendo la hora que era, su padre ya debía de estar en casa, por lo que ya estaría muy bien enterado de su salida, por lo que lo último que quería era que supiera además que había estado con Agustín y Milagros, pues esto solo les ocasionaría más problemas con su familia, y ya no estaba dispuesta a meterlos en más apuros; era mejor regresar por su cuenta. Tal cual lo suponía, una vez llegó a su casa, encontró a toda su familia alterada enfrascada en medio de una acalorada discusión. Ni siquiera llegaba a la mitad del terreno que servía como patio delantero, cuando escuchó los gritos que provenían del interior de la casa; su padre y su tío estaban riñendo. -¿Con qué derecho dejaste salir a mi hija? cuando yo dije muy clarito que no podía salir de estas cuatro paredes. – le exigía Erasmo una explicación a su hermano menor. -Con el derecho que me da de ser su tío; lo siento hermano pero no estoy de acuerdo en que quieras tener a mi sobrina encerrada como si fuera una gallina en un corral. – le respondió el hermano encrespado -Y a ti que cuernos te importa lo que haga o deje de hacer con Mia, ¿acaso yo te digo como criar a tus chamacos? No verdad, pos a si mismo te exijo a ti que no te metas en nuestros asuntos. -Asuntos que también son míos, pues esta también es mi familia, que no se te olvide Erasmo. -Mi yerno tiene toda la razón.- le secundó Amelia furibunda.- Cómo te atreviste a dejarla salir después de saber todo lo que ha pasado y sobre todo sabiendo todo lo que ha hecho; ¿es que acaso estás tonto o qué? Cualquier cosa que llegue a hacer esa insensata será tu culpa Ignacio, y sobre tu conciencia quedará, estás advertido.- sentenció la mujer golpeando con furia la mesa donde estaba sentada. -Yo le dije que tendría problemas por esto, pero le valió un pepino, se dejó convencer por las lágrimas de esa.- terció flora echándole más leña al fuego. Justo en ese momento entró Mia a la casa ocasionando que todos guardaran silencio. -Por favor no culpen a mi tío, yo soy la única responsable de todo esto; él solo se apiadó de mi dolor y por compasión me dejó salir un momento.- explicó Mia cruzando el umbral apenada.- Sé que hice mal, pero necesitaba salir; como sea, ya no es necesario que me cuiden más, ya entendí que todo lo que hice estuvo muy mal, y por lo mismo no pienso volver a salir de mi habitación, no al menos hasta que usted padre me lo ordene. – y de esta manera cabizbaja cruzó la pequeña salita y se encerró rápidamente en su recámara. La razón del por qué nadie dijo nada, fue por el golpe que traía en la frente, les sorprendió mucho, sin embargo prefirieron guardar silencio, pues era evidente lo que había sucedido, por lo que entre menos supieran sería mejor. Lo importante es que no había huido, y que ya estaba de nuevo en la casa; además al parecer finalmente aceptaba la imposición de permanecer encarcelada hasta nuevo aviso; así que no tenía caso hablar del asunto, y sin nada que decir, todos se olvidaron del tema y continuaron con sus asuntos. Enseguida Mia entró en el recinto, abrazó a Aimi que dormía tranquilamente sobre su cama; y estrechándola entre sus brazos como a un bebé se desahogó con ella. Le dolía el alma, jamás había sentido un dolor como aquel, pero aún se negaba aceptar del todo lo que estaba pasando, aún albergaba una leve esperanza de que todo se solucionara al último momento. Esperaba que un milagro ocurriera, y en sus pensamientos volvió a llamar a Danielle, suplicando que pronto apareciera para volver a besarla, abrazarla y amarla. No obstante, pese a los enormes deseos de Mia esto no ocurrió. Días después, resignada comprendió que lo que Allen le había dicho era cierto, y con todo el dolor de su corazón tuvo que comenzar a aceptar que solo había sido el objeto de diversión para Danielle. Cierto día cuando los alumnos salían de clases, de alguna manera Agus se las ingenió para infiltrar un mensaje para Mia a través de Alex. Cuando este prorrumpía del colegio junto a su hermano; con la mayor de las discreciones le pidió al infante le entregara a Mia el papel que dobló antes en varias partes. El niño que rápidamente comprendió la gran responsabilidad que recaía sobre sus hombros, emocionado le prometió que sería muy cuidadoso con el encargo; asegurándole que le entregaría el recado cuanto antes. Una vez llegaron a casa, a escondidas y revisando antes que no hubiera moros en la costa, Alex extrajo el pequeño papelito del bolsillo de su pantalón, y en un susurro le explicó a su prima que era un mensaje de Agus. Mientras, sus hermanos ágilmente espiaban los demás rincones listos para gritar si alguien se acercaba. Dándole un enorme beso en la mejilla Mia le dio las gracias; antes de salir, el pequeño le aseguró que contaba con él y sus hermanos para cualquier cosa que necesitara. Enternecida por la actitud de su primo, no pudo evitar besarlo nuevamente en la otra mejilla. En cuanto se quedó sola, serró la puerta y apresuradamente extendió la hoja de papel, encontrándose con un mensaje nada alentador. - Mia te pido perdón de antemano, pues no cumplí la promesa de mantenerme quieto. En cuanto pude, en la primera oportunidad en que me sentí mejor fui a la hacienda; estaba decidido a sacarle la verdad a Allen como fuera, pero en cuanto llegué me encontré con la sorpresa de que ya no hay nadie viviendo allí. Me abrió el nieto de Don Rómulo, que además fue quien me dio la noticia de que nuevamente la hacienda quedaba abandonada. Sin embargo, me dejó algo inquieto su reacción pues no supo darme razones de Bri, sobre todo percibí que se puso muy nervioso; espero después volver a buscarlo y lograr sacarle algo más, pues aún sigo pensando que está ocurriendo algo muy extraño y ese niño sabe algo. Posdata: Cualquier cosa me mandas un recado por medio de tu primo, que yo haré lo mismo si averiguo algo más, cuídate. Leer aquellas palabras solo le confirmaban lo que había estado cavilando en esos días: Que al volver a tener dinero, esa familia ya nada tenían que hacer en este pueblo. Los Daurella se habían ido, y la primera en salir corriendo había sido Danielle acompañada de su ex. De la misma forma en que habían llegado a Ojo del sol, así mismo habían partido; de un día para otro. Por lo que le escribió una nota decisiva a su amigo. - Agus, te agradezco infinitamente todo lo que has hecho por mí, pero ya no tiene caso; las cosas no pueden ser más claras, y es momento de que tú también aceptes que nos equivocamos con Danielle. Fui la estúpida pueblerina que cayó en sus mentiras, y ahora me toca pagar las consecuencias de mis malos actos. Te suplico por favor que dejes las cosas así; si continúas con esto lo único que ocasionarás es que sufra más. Si Danielle se fue, solo me queda desear que sea feliz donde quiera que esté. No quiero que sigas averiguando nada más, ya solo quiero olvidar; así que deja las cosas tal y como están. Posdata: Gracias por todo, te quiero mucho y cualquier cosa estamos en contacto. Al recibir la nota, Agus comprendiendo la razones de su amiga, le respondió que respetaría su decisión, y así de esta forma dejó el asunto por la paz, por el bien de Mia. Una semana entera transitó, Israel que había asegurado que se presentaría en fin de semana no lo hizo, al parecer estaba disfrutando el postergar las cosas. Por lo que después de darles largas toda una semana entera, finalmente se presentó delante de los Flores. Llegó en su misma camioneta vieja que ya echaba humo blanco; estaba dando las últimas, había sido una excelente aliada y había sacado de ella el máximo jugo, pero ya era hora de cambiarla, por lo que ya casi tenía todo el dinero reunido para comprarse una nueva. En cuanto descendió de su viejo vehículo, fue recibido por Doña Amelia que le dio la bienvenida y lo invitó a entrar. Dentro se encontró con Don Vicente, quien después de la última plática que habían tenido, incómodo se dedicó a esquivarle la mirada; solo al llegar lo había medio volteado a ver al estrecharle la mano, pero rápidamente se apartó de él. Israel que era muy perceptivo se dio cuenta de esto al instante; le dio gusto ver al viejo arrepentido y apenado de sus palabras; se le miraba achicado en la esquina de la casa, mudo y manso como un perrito asustado y arrepentido. -Pos ustedes disculparán el atraso, pero en este negocio hay temporadas de mucha chamba y otras en las que está muerto; y pos ahorita tuvieron la mala suerte de querer verme en la temporada donde más trabajo tengo. – comenzó justificándose Israel con una sonrisa maliciosa, no podía ni siquiera disimular su alegría de saber que los había hecho esperar todo lo que se le había dado la gana. -No te preocupes muchacho, entendemos que la chamba es primero.- le indicó Amelia tratando de disimular su descontento, pues lo importante era zanjar el asunto cuanto antes. -¿Y pos bueno aquí me tienen al fin, ustedes dirán pa que soy bueno? Sin saber por dónde empezar Amelia comenzó a darle vueltas al asunto, habló primero sobre la enfermedad de su hija, luego sobre lo repentina que fue su muerte y el dolor que les había dejado a todos con su ausencia, en fin cosas innecesarias que bastaba ver en la cara de aburrimiento del chico para entender que no le interesaban en lo más mínimo. Comprendiendo que si seguía de esta manera solo lo cansaría y corría el riesgo de que saliera corriendo lejos de allí, la anciana se lo soltó de golpe. -Queremos que te cases con mi nieta cuanto antes.- anunció intempestivamente captando completamente la atención del invitado. Israel que tenía rato que había dejado de escuchar a la anciana y pensaba en sus propios asuntos, por un momento pensó haber escuchado mal, así que enderezándose en su asiento, tragando saliva de la emoción, y saboreando el momento, le pidió a la mujer le repitiera lo que le parecía haber escuchado; quería estar seguro de lo que habían percibido sus oídos, pues no pensaba quedar como un idiota por segunda vez delante de esa familia que ya lo habían despreciado antes. -Pos que la mera verdad, nos gustaría mucho que te casaras con nuestra nieta.- repitió la anciana con toda la vergüenza del mundo, pues igual al principio se había negado que ese tipo fuera el marido de su nieta, y ahora por sorpresas crueles de la vida aquel que había despreciado era su único salvador. Sin querer evitarlo, Israel se soltó a carcajadas, golpeándose la rodilla con la mano. Amelia y don Vicente que eran en los que recaía convencer al chico, se pusieron colorados de consternación ante su reacción y tuvieron que tragarse su orgullo. -Ahora resulta que siempre sí quieren a este apestado.- respondió el chico gozando de la situación y de ver como las cosas habían cambiado. -Nunca nadie te llamó de esa manera.- le reclamó la anciana comenzando a perder la paciencia. -Ya, y ni falta que hizo doña, fue más que obvio.- le debatió el joven airado.- por un momento reinó el silencio entre los presentes, hasta que lo resquebrajó con una tremenda pregunta. - ¿Qué, apoco está preñada?- sin medir siquiera lo que decía, preguntó sin consideración alguna; pues a estas alturas del partido, sabía bien quíen tenía ahora el sartén por el mango en la conversación. -Pero por supuesto que no, cómo se te ocurre.- fue la respuesta de Amelia, que se sentía ofendida ante semejante pregunta. -Pos ustedes disculparán mi desconfianza, pero no entiendo cómo es que antes no me quisieron para marido de su nieta y ahora de repente sí. -Porque antes, como te dijo mi marido, mi nieta no pensaba en casarse; era más que nada para complacernos a nosotros, pero ahora si quiere. Desea cumplir la última voluntad de su madre, la cual era verla casada.- rogando que todo terminara cuanto antes, Amelia esperaba que Israel se tragara de una buena vez la mentira, pero no sería tan simple. -Aja, y ahora me va a decir que en el primero en quien pensaron fue en mí, porque su nieta me ama con locura. Perdón doña no quiero faltarle pero la verdad no le creo nada.- respondió tajantemente el chico regodeándose de la situación tan bochornosa en que se estaba convirtiendo todo. -¿Te quieres casar sí o no?, porque tampoco eres el único hombre en el mundo para Mia.- alegó Flora que había estado en silencio y estaba cansada de la prepotencia del chico. -De que hay más hombres en el mundo de eso no me cabe duda señora, pero dudo que estén interesados en casarse con su sobrina. Por algo llamaron aquí a su servidor, y estoy seguro de que algo me ocultan; lo malo es que pretenden darme de comer una mentira y esperan que me la crea sin chistar, y pos lo siento pero no será así.- las dos mujeres voltearon a ver al anciano esperando que este les ayudara a tratar de convencer a Israel, pero Don Vicente se dedicó a agachar la cabeza, estaba cansado de todo lo que había ocurrido alrededor de su familia, que se resignó a no obtener una solución sencilla. -Pos bueno, como veo que no me van a soltar la verdad y que quieren seguir agarrándome de su puerquito, yo aquí me les pinto de colores. – respondió el chico regalándoles una sonrisa socarrona, y se levantó para marcharse. Sin nada más que decir y considerando que ya estaba todo perdido, los familiares presentes dejaron partir a Israel. No obstante, para la sorpresa de los tres, justo cuando el chico salía de la casa Mia lo alcanzó, y tras llamarlo por su nombre este se congeló al instante. De pie, en la salida, lentamente dio media vuelta, quedando frente a frente de la hermosa hembra que tanto le gustaba. -Yo soy la que quiero casarme contigo, yo lo decidí, porque creo que eres lo mejor para mí. – le mintió tan convincentemente que por un segundo Israel casi le creyó. Bastaba ver esos hermosos ojos negros, para caer en el embrujo de su belleza, pero esta vez supo controlarse con determinación. -Creo que sabemos ambos que eso no es cierto preciosa.- manifestó Israel acercándose cada vez más a Mia.- Pero me da mucha curiosidad saber qué fue lo que habrá pasado en tu vida, como para que ahora si quieras casarte conmigo. Sujetándola de la mano comenzó a desnudarla con la mirada, recordando que era algo que incomodaba mucho a Mia, sin embargo, esta resistió y no mostró rechazo. -Las personas pueden cambiar de opinión. – apuntó ya no tan convincente. -Bah, no me escupas mentiras a la cara que no soy un imbécil.- alegó molesto comenzando a apretarle la muñeca con fuerza, pues la ira comenzaba a invadirlo. – Quizás no me digas la verdad, y ¿te soy sincero? La verdad no me interesa, pero una cosa si te digo, por mucho que me gustes, jamás me casaría contigo si estás esperando el hijo de otro; yo no soy el pendejo de nadie, que te quede bien claro.- y volteando a ver a la familia sentenció su decisión final.- Me caso siempre y cuándo primero le hagan una prueba de embarazo, si no, pos no hay casorio. Y pasándole su tosca y rasposa mano por toda la cara, dio media vuelta y se marchó. Había sido repugnante el oler aquel hedor a gasolina que emanaba su mano, pero más lo fue el tener que tenerlo delante de ella una vez más. Sin embargo, después de todo lo que había hecho estaba en deuda con su familia; Se había enamorado de una mujer que la ilusionó, jugó con ella y se esfumó, dejándole la vida destrozada y hecha pedazos. Mientras, su familia desmoronada, pagaba el precio siendo el hazme reír de todo el pueblo. No señor, no podía seguir permitiéndolo; lo mínimo que podía hacer por ellos era remediar aquel terrible error. Podía casarse con cualquier otra persona, pero sabía que nadie del pueblo lo haría; podía ser de otro pueblo, pero tomaría meses encontrar el indicado, y eso era lo que menos tenían: tiempo, pues con el pasar de los días, el escarnio público cada vez era peor para con los suyos; por eso, con todo el dolor de su corazón sería el cordero que sacrificarían en el matadero para solucionar el error que ella solita había cometido. Allí de pie viendo partir a aquel patán que pronto sería su marido, con lágrimas en los ojos le deseó a Danielle que fuera feliz donde quiera que estuviera, pues ella sería a partir de ahora completamente infeliz para el resto de su vida.
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