Mia, ese mismo día para no perder más tiempo, fue (acompañada por Amelia, pues debía prevenir que no ocurriera lo mismo de la última vez que había ido al pueblo) al consultorio del doctor. Requería realizarse cuanto antes la prueba de embarazo que le había solicitado Israel. Cuando este se fue, le suplicó a su familia que no le comentaran nada sobre lo sucedido ni a su tío ni mucho menos a su padre, pues estaba más que segura, que Erasmo de haber estado presente se hubiera sentido tan ofendido que primero muerto habría dado su consentimiento para casarla con un canalla como aquel. Comprendiendo la situación y aceptando que Mia tenía razón, los tres acordaron callar; sin embargo, pese a que tanto Amelia como su marido habían confirmado que Israel no era la mejor opción para Mia, se negaron