Habían trascurrido un par de horas desde la discusión con Gisela, el coraje había amainado y ya se sentía de nuevo con humor, para continuar con su día. Salió de su recamara arreglada a las 8 de la mañana y se dirigió al recibidor. Aun no tenían personal de servicio, y como estaban las cosas sospechaba que no los iban a tener, situación que estaba segura enloquecería a Gisela. Y también un poco a ella, pues debía de reconocer que no sabía hacer absolutamente nada. Anteriormente contaban con Evangelina, la cual era una estupenda ama de llaves que se encargaba de todos los asuntos del hogar, Betina, la cocinera que siempre les preparaba lo que mas les gustaba y Fabiola e Hilda, las muchachas que bajo las órdenes de Evangelina mantenían impecable la mansión. También tuvieron un chofer de nomb