Empujando su carrito que aún estaba repleto de dulces, Agustín comenzó a recordar aquella época de su niñez cuando Mia y él se hicieron muy buenos amigos. Agus era solo un niño de 7 años, delgado y escuálido. Pese a que iban en el mismo salón, nunca habían interactuado entre ambos. Sabían que sus madres eran amigas pues cada que estas se encontraban en el mercado se saludaban, aunque los encuentros eran breves, debido a que el marido no dejaba salir a Milagros más que lo indispensable. Si esta llegaba a tardar más de la cuenta, lo terminaba pagando muy caro. Por la misma razón no se visitaban las amigas, debido al marido celoso y posesivo que la trataba muy mal. La regla era simple: Milagros no podía ver ni recibir a nadie. Por esa cognición pese a que Dolores y ella habían sido las mejore