Enclaustrada en su cuarto, Mia observaba ambas camas vacías; la más grande donde solían dormir su padre y madre juntos estaba pulcramente arreglada y la suya donde dormía su perrita. Desde la partida de Dolores, Erasmo se había negado a pernoctar en aquel cuarto; no quería mostrar debilidad ante su familia, por ello evitaba entrar a la recámara, pues sabía que en el momento en que lo hiciera se quebraría. Sin embargo, agregando todo lo ocurrido recientemente, menos interés tenía en adentrarse en aquella habitación donde estaba su hija castigada. Por su parte, Don Vicente quien había estado durmiendo en la cama de Mia, tampoco se encontraba ahí, de igual manera que su yerno, no quería ver a su nieta por ahora. Amelia les había comentado sobre su intento de fuga, y que debido a esto había op