Mire sus ojos. Esos orbes café nublaron mis sentidos. No me gustan las drogas pero quise ahogarme en ellos inmediatamente. El doctor carraspeó, recordándome su presencia -No diría salvar, realmente. No soy el médico aquí- mi tono salió más duro de lo que quería pero poco me importó- Tú... No estás bien- dirigí mi mirada al hombre canoso- Hable, doctor -Necesito llevarla al hospital a realizarse una serie de estudios y--- -¿Qué?- Gritó exaltada- ¡No! No no no, nada de hospitales, estoy bien- no le sirvió de nada decir aquello puesto que tan solo hablando se agitó, la respiración le faltó y el dolor volvió a sus facciones. En parte, la entendía, llevaba una vida de mierda en aquel trabajo, porque dudo que realmente fuese gratificante para alguna dama por más callejera que fuese, además de