Para nadie debe ser fácil pasar por una desintoxicación, las primeras noches en la clínica no se comparaban en nada al estar en mi apartamento, en mi ambiente, sabiendo que debía mantenerme limpia para poder avanzar, temblando gracias a la fiebre, vomitando, con retorcijones en el estomago y no sé cuanto tiempo sin comer, tal vez desde que salí. Oh, y no olvidemos los golpes que recibí, sí, estaba hecha una belleza.
Mi cabeza dolía demasiado y acabé en tiempo récord con los calmantes, creo que eso no era lo que necesitaban pero apagaban una parte de mi cerebro dejando un débil cosquilleo y se sentía bien. Sabía que no podía seguir así, estas cosas no se superaban estando solo, simplemente no me sentía lo demasiado fuerte para llamar a nadie. Ni siquiera sabía donde estaba mi teléfono.
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