El dolor en mi corazón no había menguado ni un poco. Ya había pasado un mes y seguía ahí, intacto. Me sentía vacía, sin un motivo por el que vivir, sin nada por qué seguir. El apartamento se veía igual que cuando él estaba aquí, su ropa aun en el closet y su lado de la cama aun conservaba su olor. Unos pantalones de yoga y una camisa suya fueron mi atuendo del día en todos mis días, unas vans y el cabello recogido en una coleta, mi taza de café y a trabajar. A pesar de todo, mi hambre no había desaparecido en todo este tiempo, y lo agradecía ya que últimamente eso era lo único que sentía. Me devolví cuando sentí mi estomago crujir e hice un sándwich de unos cinco pisos, rápidamente lo empaque y tomé una botella de agua de la nevera junto con el café, y me fui. -No sé cómo haces para com