CAPÍTULO 2

1319 Words
JOE -Joe…Joe…- escuché la voz lejana de Mark, intentando sacarme de mi inconciencia. Abrí los ojos y me restregué los párpados con el dorso de mi mano. La luz se colaba por mi persiana de una forma desagradable. Sólo quería darme vuelta y seguir durmiendo. -Vas tarde- comentó mientras salía de mi habitación. Al escuchar su frase me senté de golpe en la cama. Y llevé amabas manos a mi cabello desordenado. -¿Qué día es hoy?- dije aún sin poder salir completamente de mi letargo -¡Hoy comienzan tus vacaciones!- dijo Mark mientras abandonaba mi habitación. Una sonrisa de satisfacción apareció en mi rostro. Me volteé y miré el reloj de la mesa de luz. Mi vuelo saldría en 3 horas más, aún estaba a tiempo. Me puse un pantalón de algodón y caminé hacia la sala. Miré a Mark quien estaba preparando el desayuno, y le ofrecí ayuda. -Sólo siéntate- me dijo y se volteó Me encogí de hombros y me senté en la isla de la cocina. -¿No puedo creer que vayas a viajar solo?- comentó mientras revolvía los huevos en el sartén. Estiré mi mano, cogí una manzana de la frutera y antes de darle un mordisco le dije: -Eso pasa por que a ti se te ocurre cambiarte de trabajo y quedarte sin vacaciones- mordí la fruta -Eres mi mejor amigo Joe y ésta es la primera vez que no viajamos juntos. ¿No sientes nostalgia? -No- dije divertido y masqué otra vez la manzana- al fin podré devorar a todas esas hermosas mujeres en la playa sin que me estes reprochando. Mark se giró y me lanzó la cáscara de un huevo. Ambos reímos. -Cuídate ¿quieres? Mark era mi mejor amigo desde la primaria, y ambos vivíamos juntos en un departamento en medio de Nueva York, Mark era informático y yo un lobo de Wall Street. -Ajá- terminé de comer mi fruta y la arrojé al basurero. Comí me desayuno junto a Mark y conversamos de cosas triviales, luego de terminar me levanté para ir a la ducha. Mark me llevaría al aeropuerto. Luego de terminar de vestirme, tomé mis documentos y mi maleta. Ambos emprendimos el camino para tomar mi avión, y cuando Mark aparcó yo me dispuse a abrir la puerta para salir, pero él me detuvo. -Joe…-dijo mirándome a los ojos-…no te enamores Le devolví la mirada y sonreí. -Ni en tus sueños, soy un hombre libre- dije y salí del auto. -Hasta pronto…- alcancé a oír de Mark, antes de cerrar con fuerza la puerta del copiloto. En 4 horas estaba descendiendo del avión, habíamos aterrizado sin problemas en el aeropuerto de Cancún. Cuando bajamos del avión un viento caliente azotó mi rostro y el sol abrazador me calentó la piel. Sonreí con ganas e inspiré todo el olor marino. Tomé mis maletas y me dirigí hacia el arriendo de automóviles, cogí un descapotable y con el GPS de mi celular me dirigí a la dirección del hotel. Manejé por 20 minutos antes de toparme con la entrada del recinto que me hospedaría por 10 días. Le entregué el carro al valet y entré hacia recepción. En el mesón central me recibió una hermosa rubia, no pude evitar sonreír con altanería, estaba totalmente consciente del efecto que provocaba en las mujeres, y a veces me aprovechaba de aquello. -Buenos días señor…bienvenido a Hotel Playa Inn- dijo la rubia sonriendo entre dientes. -Ahora si que son buenos días- le dije con una sonrisa de medio lado que hizo que aquella muchacha se sonrojara en el acto. Bajó la mirada avergonzada y me pidió mi identificación. Saqué de mi billetera mis documentos y los arrastré por el mesón, cuando la muchacha estiró los dedos para alcanzarlos yo aproveché de rozar su mano. Mirarla me provocaba risa, disfrutaba viéndolas temblar de vergüenza. Sin duda era un arrogante y mujeriego sin remedio. -Señor Joseph Baker- me dijo nerviosa la recepcionista- tiene usted reservada la suite premium -Así es- contesté con mi voz ronca y seductora -Bien, aquí tiene su tarjeta de acceso. Los horarios de la piscina son… Mis ojos se clavaron en su escote, y mientras ella hablaba y daba instrucciones, yo solo me la imaginaba gimiendo en mi cama, gritando mi nombre y estrujando sus adorables senos con mis manos. -Señor…Señor…- su voz me hizo volver a la realidad. Le sonreí y tomé mis cosas. -Nos vemos pronto muñeca- le dije y le guiñé un ojo. La boca de la rubia se desencajó y se quedó en su puesto enrojecida por completo. Me alejé rumbo al ascensor y desaparecí. Entré a la habitación y sonreí de gusto, era justo lo que estaba esperando. Tenía una gran sala, y una habitación grande con una cama tamaño King, que seguro probaría pronto con alguna chica. Al fondo de la sala se abría un gran ventanal, que daba paso aun balcón, el cual me dejaba observar toda la playa Linda, la más famosa e increíble de Cancún. Apreté las manos alrededor del barandal al observar con detención, a toda la gente en la playa, había muchas mujeres esculturales, hermosas y radiantes en traje de baño, algunas chapoteaban en el mar, otras tomaban sol y varias otras jugaban en la arena. Inspiré profundo, y me sobé las manos. -Este era el paraíso- murmuré. Luego de ordenar mi equipaje, bajé a conocer el lugar. Podía pedir comida a mi habitación, pero no iba perder la ocasión de admirar a todas esas chicas en ropa ligera. Me puse un pantalón de lino, y una camisa blanca suelta. Respiré aliviado porque al fin me podía quitar el traje costoso que utilizaba como economista en Nueva York. Aquí nadie me conocía, aquí podía ser rebelde y despreocupado. Pasé una mano para desordenar mis cabellos dorados y me puse mis gafas de sol. Me subí las mangas de la camisa hasta los codos y desabroché los dos botones superiores. Estaba listo para disfrutar de mis vacaciones. Llegué al bar que estaba junto a la piscina del resort y me senté en la barra. Pedí un tequila margarita y volteé la silla hacia el lado de la piscina, me bajé las gafas de sol y comencé a devorar a todas las chicas lindas con la mirada. Cuando encontré a una hermosa rubia tomando sol, mordí la bombilla de mi trago. Y luego una pelirroja en tanga pasó por delante y trituré el vaso con mis dedos. Me percaté que estaba en medio de un desfile de moda y aún seguía sin salir de mi asombro. -¿Es tu primera vez en Cancún?- una voz femenina llamó mi atención. Giré la cabeza y descubrí a una hermosa rubia parada junto al bar, moví la silla giratoria hacia ella y le sonreí. -Así es, pero no será la última La chica sonrió. -Sírvele un tequila a mi invitada- le dije al bar tender. La rubia entendió la indirecta y se acomodó de inmediato a mi lado. No llevaba ni tres horas en México y ya estaba ligando, era todo un record. No intercambiamos muchas más palabras, y cuando ambos terminamos nuestros tragos, subimos a mi suite. Cuando llegó la noche, tenía a una chica con cabellos dorados durmiendo en mi cama King, enredada en mi cuello. Sonreí con suficiencia. La desperté y la invité cortésmente a desalojar mi habitación. Por su puesto ella se enojó y me dejó enfurecida. Yo no tenía problema con eso, yo no buscaba nada más que divertirme y satisfacer mis necesidades. Si ellas se enojaban, eso no era problema mío. Prendí un cigarrillo y lo fumé en el balcón mientras las luces artificiales iluminaban la playa. Tomé el celular y le mensajeé a Mark. -Joe 1 / Cancún 0 Su respuesta llegó de inmediato. -Eres asqueroso Lancé una carcajada y guardé el celular. Terminé mi cigarrillo y me fui a la cama.
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