Me quedé recostada de lado mientras veía como Joe se preparaba para ir a trabajar, y un pequeño bichito picó mi estómago.
-Cariño, yo también debería buscar un trabajo- Joe detuvo sus movimientos para arreglar su corbata y me quedó mirando.
-No lo necesitas, no aún pequeña. Primero ambiéntate a la ciudad y ya luego veremos lo del trabajo. Conmigo no te faltará nada
-Es que no me quiero sentir una inútil, quiero ayudarte. Además necesito para mis gastos- Joe se acercó a mí y apoyándose en la cama me beso en los labios.
-Hablaremos de eso cuando vuelva- asentí resignada, no quería demorarlo más.
-Pequeña hay un juego de llaves sobre la mesa de arrimo, puedes salir a conocer el vecindario, pero por favor no te alejes más, cuando regrese te mostraré el centro- dijo y se fue de prisa.
Me volteé sobre mi espalda y me quedé mirando el techo, ¿Qué haría durante todo el día?, quizás era buena idea hacer limpieza y talvez cocinar algo para los chicos, sonreí. Me levanté y me di una ducha, me puse un buzo cómodo de andar por casa y tomé mi cabello oscuro en un despreocupado tomate alto. Comencé por ordenar la sala, encontré un parlante con conexión a bluetooh de los chicos y lo enlacé con mi celular, al cabo de 2 segundos ya estaba escuchando mis rumbas favoritas, y con toda la sazón de las canciones comencé a hacer aseo. Mientras limpiaba la mesa del comedor con un paño, sonó el timbre. Lancé el paño sobre la mesa y caminé hacia la puerta, abrí de medio lado y me encontré con la Barbie de carne y hueso, sujetando el salero, le levanté una ceja y aguardé.
-Hola…¿Anita?
-Ana- le corregí con cara seria
-Cómo sea, ¿está Joe?
-No
-Que extraño hoy es miércoles, y los miércoles hace teletrabajo- una ola de coraje subió por mi espina dorsal y salió disparada por mis ojos. ¿Cómo es que ella sabía la rutina de mi esposo mejor yo?
Y la frase que vino después podría haber sido fácilmente la causal del comienzo de la tercera guerra mundial.
-Todos los miércoles desayunamos juntos- estrujé el pomo de la puerta entre mis dedos.
-Pues ya ves, él no está aquí. Además, ya desayunó con su ESPOSA- le remarqué cada una de las 6 letras. Ella sonrió como si lo que acaba de escuchar fuera un simple susurro del viento.
-Muy bien, aquí tienes el salero- estiró la mano y yo lo cogí sin dejar de mirarla- ¿Puedes decirle que no se olvide que ésta semana estrenan la última película de Marvel?, siempre vemos los estrenos juntos. Gracias- dijo y se volteó con su estupendo cuerpo fit de revista juvenil. Me tragué las ganas de escupirle fuego y quemarle las pestañas falsas. Cerré la puerta y arrojé el salero sobre la mesa. Mi pecho subía y bajaba del coraje, ya tendría que pedirle explicaciones a mi esposo sobre las citas en el cine.
Miré la sala y las ganas de seguir limpiando se esfumaron, con justa razón. Ya podrían decirle a la Linda Barbie que les limpiara el salón, con sus uñas acrílicas. Arrojé el paño al lavado y caminé hacia nuestra habitación. Me cambié de ropa cogí un plátano para comer en el camino, y agarré las llaves, salí sin mirar atrás.
Tomar aire siempre me venía bien, me ayudaba a ordenar mis pensamientos y a calmar mis sentimientos. Era una justa combinación para momentos incómodos como los de recién. Él vecindario era muy lindo, tenían una alameda llena de álamos, y casi todas las edificaciones eran viviendas, la gente paseaba tranquilamente a sus mascotas, y otras hacían ejercicio. Se veía un barrio tranquilo y seguro. Luego de andar por bastante tiempo, mi estómago me comenzó a reclamar, tan solo había desayunado un plátano y ya era casi medio día. Miré para todos lados y en la esquina siguiente divisé una pequeña cafetería, decidí comer algo allí.
Entré y tomé asiento en una mesita para dos en un rincón. Pedí un expreso y un sándwich de atún. Mientras comía me dediqué a mirar una clase de panel de informaciones, estaba a un costado de la caja, y sin mucho esfuerzo pude ver varios papelitos colgados con alfileres. Tomé mi taza y me levanté para mirar más de cerca. Allí se encontraban varios avisos, profesores ofreciendo sus servicios, niñeras buscando trabajo, animales perdidos, incluso venta o alquileres de apartamentos. Pero hubo uno que llamó mi atención, un papel rojo clavado justo en la esquina superior derecha, estaba escrito con letras doradas, y eso lo hacía ver muy atractivo para la vista.
“Compañía de teatro Dream On, busca protagonista para su próxima obra. Si crees que eres tu nuestra próxima estrella, ven a nuestra única audición este miércoles 12 de Noviembre, en Matte Street #1203”
Miré con apuró el calendario de escritorio que estaba sobre la mesa de la caja, y comprobé que hoy era Miércoles 12 de Noviembre, aquello no podía ser más que una señal divina, era la oportunidad que estaba esperando. Le tome una foto al cartel y volví a mi mesa, terminé el desayuno y pagué con la tarjeta que Joe me había dado, no me sentía para nada cómoda haciendo eso, pero si obtenía el protagónico, ya no tendría que preocuparme por el dinero. Sonreí y me fui trotando al departamento.
Una vez allí, rebusqué entre toda la ropa que había traído desde Venezuela, rogándole a Dios haber echado a la maleta mi conjunto de la suerte, abrí un segundo cierre y allí estaba, lo tomé con ambas manos y me lo llevé a la cara.
-Tu me harás quedar en el papel- Me vestí con el traje de dos piezas, un pantalón Palazzo n***o y una blusa suelta beige, me puse los únicos tacones que llevaba y me maquillé de manera sutil, pero remarcando mis gruesos labios con rojo fuerte, cogí mi bolsa, las llaves y me dirigí a la audición.
La dirección quedaba en pleno centro, pensé en Joe y en su recomendación, pero finalmente me convencí que solo era eso, una recomendación y no una orden. Tomé el bus, y mientras viajaba recibí una llamada, era Joe. Entrecerré los ojos, no quería contarle hasta obtener el papel, estaba segura que se alegraría por mí, y aquella sería una bonita sorpresa.
-Cariño
-Pequeña, ¿Cómo estás?
-Bien
-¿Te has aburrido mucho?
-Para nada, he escuchado música, incluso hice un poco de aseo- traté de sonar muy natural
-Bien, no te esfuerces tanto, los viernes va una señora ayudarnos con eso- rodé los ojos. De pronto el Bus hizo una parada brusca para evitar chocar a otro bus que se frenó de forma inesperada, y la bocina sonó tan fuerte que se pudo haber oído hasta la china.
-¿Qué fue eso, no estas en casa?
-Si amor, si lo estoy. Estoy viendo una película
-¿Ah si, cuál?- miré para todos lados tratando de recordar alguna que tuviese un bus
-Máxima velocidad
-Rayos, es muy antigua, creí que ya no la daban más en la televisión abierta
-Para que veas, los clásicos nunca pasan de moda- dije y sonreí de forma nerviosa.
-Bien pequeña a las 7 estaré por casa. ¿Te parece si vamos a cenar fuera?
-Me encantaría- levanté mi muñeca y miré mi reloj, eran las 2 de la tarde, tenía tiempo de sobra para audicionar y volver a casa antes de las 7.
-Ana…-Joe hizo una pausa agónica
-¿Si?
-Te amo- solté todo el aire de mis pulmones.
-Yo también
Colgué lo más rápido que pude y puse atención al camino, estaba muy cerca de mi parada.
Me bajé del autobús, y me giré lo primero que vi fui un edificio antiguo pintado de rojo, y en letras grandes y doradas “DREAM ON COMPAÑÍA DE TEATRO”, y la boca se me desencajó hasta el piso, no por lo hermoso y particular del edificio, si no por la larga fila de chicas esperando dar la prueba. Miré tratando de buscar el final de la fila, pero no lo hallé porque daba la vuelta a la manzana.
-Demonios- dije y caminé hasta dar vuelta el edificio, encontré al fina la ultima chica y con una sonrisa me puse tras de ella.
-¿No es emocionante?- supuse que me hablaba a mí, aunque fue imposible no mirar atrás mío por si había llegado alguna otra persona- Primera vez en 5 años que DREAM ON convoca a una audición abierta, esta compañía es el sueño de cualquier actriz- dijo y se llevó sus manos a la altura de su corazón.
-Pues que suerte- traté de sonar simpática.
-¿Suerte?, esto no es suerte. Esta es la entrada a Hollywood, en esta compañía han empezado las actrices más famosas del país ¿conoces Elizabeth Taylor, Mia Farrow, Olivia Newton-John? Y podría seguir por horas- mis ojos brillaron al escuchar todos esos nombres.
-Soy Mila
-Ana- le estiré la mano.
-Vaya, no eres estadounidense ¿cierto?
-No, soy Venezolana, me acabo de mudar con mi esposo a Nueva York, él si es gringo- reí
-Wow esa si que es suerte- la quedé mirando, en realidad si había sido suerte encontrarnos, enamorarnos y ahora comenzar una vida juntos, pero la suerte no dura para siempre, luego dependía de nosotros construir nuestro futuro, y mantenerlo. No dije nada, no valía la pena contar mis cosas privadas.
De pronto apareció una mujer alta, con un traje costos tipo ejecutivo, encaramada en tacones de hebilla ancha, y una Tablet en sus brazos. Venía caminando desde el inicio de la fila, y cuando ella pasaba algunas chicas se retiraban envueltas en llanto.
-¿Quién es ella?
-Ella es la secretaria ejecutiva de la compañía, ella es el primer filtro si no le gustaste no podrás pasar a la audición- tragué saliva con dificultad, y cuando la mujer comenzó a acercarse, erguí lo que más pude mi espalda. Se detuvo frente a nosotras y nos quedó mirando con detención, levantó sus gafas de leer y me midió con los ojos.
-Ambas, adentro- dijo y siguió caminando. Mila me miró y me tomó de las manos con euforía.
-¡Estamos en la audición!- gritó y se abalanzó para darme un fuerte abrazos, me cogió de la mano y me llevó corriendo hacia el inicio de la fila, ya tan solo quedaban unas 10 chicas antes que nosotros.
Miré la fachada del edificio, y suspiré hondo. Me encomendé a todos los santos que mi yaya conocía e ingresé para hacer la audición.