Mi esposo se detuvo delante de mí con aquello que traía en las manos. Toma mi mano y la abre y pone aquel traje fino en mi palma. Lo abro y observo bien lo que es, pero no podía creerlo, no entendía que hacía yo con esa ropa en mis manos. —Póntelo, quiero que bailes esta noche para mi— Fueron sus palabras pronunciadas mientras me miraba fijamente a los ojos. —¿Está loco? Yo jamás haría eso— Le respondí indignada. —No te estoy pidiendo permiso, ve al baño y cámbiate, has un esfuerzo en complacer a tu esposo— Respondió mientras tomaba asiento en un sofá. —No lo haré, no haré lo que pide, no soy una cualquiera, después de tres malditos años vuelves para querer gobernarme, eso no tiene sentido— Respondí muy pero muy indignada. —Lo que no tiene sentido es que te hayas casado nuevamente