¡Seguridad!

1135 Words
Cené en silencio junto a los que dicen ser mis padres y junto a aquel desconocido para mi. —¿Cuándo podemos casarnos Helen? Me urge tener una esposa tan bonita como tú— Dijo Patricio mientras tomaba de su copa de vino. —No lo se… que lo digan mis padres, el día que ellos decidan para mi esta Perfecto— Respondí. En mi mente solo pensaba que si aceptaba aquel trato, podría tener la vida que quiero y cuando llegara el momento Justo, me escaparía sin mirar atrás, lejos de las garras de ellos. —Me parece que dentro de una semana podemos celebrar la boda, no hay que esperara— Respondió Sandra muy emocionada. —Me parece Perfecto, todos mis amigos van a envidiarme, todos me van a hacer sentir importante, realmente Helen es una mujer muy hermosa— Dijo Patricio. —Ya no hay nada más que hablar, hemos cerrado un trato— Dijo Mateo mientras se ponía de pies, extendía su mano y de esta manera sellaban el acuerdo. Sandra y Mateo se retiraron del aérea del comedor , dejándome así sola con el que sería mi esposo. —Estoy seguro que vamos a disfrutar mucho junto, eres una jovencita muy linda para mi— Decía mientras intentaba llevar su mano a mi pelo. —¿Usted se da cuenta que me está comprando?— Fue lo único que pude preguntar. —No digas eso, simplemente llegamos a un acuerdo para mejorías de ambas empresas, yo te tengo a ti y tus padres y tú obtienen todo lo que quieren— respondió muy seguro de sus palabras. —Creo que ya es muy tarde, es hora el de que se marche, lo veré luego. —Volveré para nuestra boda, espero verte espectacular, un juez vendrá aquí mismo a casarnos, así que, pronto serás mi esposa— Finalmente dijo. Acompañé a Patricio hasta la puerta, él tomó mi mano y la besó, después de eso se marchó. Me dirijo hacia la habitación de mis padres, por la hora supuse que estarían allí, no podía entender a lo que estaban jugando. —¿Qué les pasa por la cabeza?— Pregunté confundida. —Helen me acaba de llegar la noticia de que estás divorciada del hombre con el que te casaste hace tres años, así que, no hay impedimentos para que este matrimonio sea legal— Dijo Mateo mientras miraba su móvil. —Esperamos que este matrimonio puedas conservarlo, por tu culpa no podemos darnos el lujo de perder millones de dólares— Respondió mi madre mientras se peinaba su cabellera rubia. —Los odio, definitivamente los odio, jamás pensé decir esto pero los odio. Me han hecho la vida imposible, ahora me tienen aquí atada de pies y manos, no puedo ir a ningún lado porque siempre me persiguen, los odio— Le dije por cuarta vez. Salí enojada de la habitación, fui hasta la que era la mía, aún estaba limpia e intacta, mi ropa estaba organizada, incluso habían cosas nuevas, era como si ellos hubieran sabido con antelación que volvería a casa. Tomé un baño caliente, hace mucho tiempo que no lo hacía, realmente me relajo al menos a nivel físico porque mental no podía nada quitarme aquella carga. La mañana siguiente, me desperté temor al como siempre, desayuné junto a mis estrictos padres, ellos no hablaban más que de negocios, de hecho jamás los había visto hablarse de amor. —Ustedes son las personas más raras que existen en este planeta— Dije avergonzada. —Simplemente hemos querido ser personas importantes y no pasar miserias, ¿Qué tiene eso de malo?— Preguntó Sandra. —¡Todo! La forma en que lo hacen, eso está mal. Quieren imponerse y no les importa el costo que eso tenga, ustedes solo desean que las personas que los rodeamos hagamos su voluntad— Respondí sin miedo. —Ja, si es lo que tengo que hacer para conseguir lo quiero, no lo dudes que así será— Respondió. —Iré a visitar a mi amiga, los veo luego— Dije mientras me levantaba de la silla. —No irás a ningún lado, no saldrás de aquí hasta que te cases, solo él hasta ese día podrás marcharse— Dijo Mateo. —¿Qué? ¿Se volvieron locos?— Pregunté asustada. —¡No, por supuesto que no! Tú no nos verás el pelo. —Afuera hay seguridad que tiene órdenes de no dejarte salir, por lo que mejor querida hija, no lo intentes, guarda fuerzas para tu boda— Dijo Mateo. Mis padres se levantaron de la mesa, caminaron hacia la puerta, al abrirse pude ver que no mentían, había seguridad allí. Mi madre se dio medio giro mientras caminaba, al mirarme allí sonrió, fue una sonrisa de ‘Cumplo lo que prometo’. Subí rápidamente a mi habitación furiosa, no sabía que iba a hacer allí durante una semana, intentar cualquier cosa dañaría incluso mis planes. Finalmente ya no estoy casada con ese desconocido, era una mujer libre, no quería comentar el pecado de bigamia porque eso se paga incluso con la cárcel y estoy segura que a mis padres no le importarían que pasara algunos años allí. Durante los próximos días estuve encerrada, no había forma de que pudiera escapar, solo podía respirar el aire que entraba por la ventana. Cada día más sentía como mi vida se volvía más dura, quizás un nuevo matrimonio me ayudaría a escalar de las garras filosas de mis padres. —Helen mañana es tu boda, vendrán a peinarte, maquillarte y además traerán un vestido ligero pero elegante— Dijo mi madre al entrar a mi habitación. —Todo lo decides tú, mis abuelos te malcriaron madre, no se porque es actitud Yam terrible hacia mi— Le dije. —No voy a hablar de la crianza que me dieron tus abuelos, solo vine a avisarte para que estés lista, no quiero berrinches el día de mañana— La seguridad de mi madre proyectaba miedo, solo quería que esto terminara para escapar cuando llegara el momento indicado.
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