Elena
Mis pasos resuenan en el pasillo, y a medida que avanzo detrás de Nicolás, siento que algo en mi interior me grita que este no es un buen lugar para estar. Cada pared, cada esquina oscura, parece esconder algo. Algo que no puedo ver, pero que me aterra de todos modos.
—¿Qué es este lugar? —pregunto, tratando de sonar firme, pero mi voz tiembla un poco.
Nicolás no se da vuelta cuando responde, y eso me hace sentir aún más incómoda.
—Es... un refugio. Un lugar donde estamos a salvo por ahora.
La forma en que lo dice no me convence, pero no tengo tiempo para preguntar más. Todo parece raro, como si las paredes estuvieran hechas de mentiras, pero no sé qué pensar. ¿Por qué me trajo aquí? Mi cabeza da vueltas mientras miro a mi alrededor, buscando algo que me haga sentir un poco más tranquila. Pero nada lo logra. El lugar es frío, sucio, y me hace sentir más perdida que nunca.
¿Y si algo va mal aquí?
Nicolás sigue caminando al frente, como si todo estuviera bajo control, pero yo no lo siento así. Mis nervios se disparan cada vez que da un paso. Algo en su actitud me dice que sabe más de lo que me está contando, y eso me asusta.
—¿Por qué me trajiste aquí, Nicolás? —le pregunto al fin, incapaz de callarme más.
Él se detiene, pero no se gira hacia mí de inmediato. Hay una pausa, un silencio tenso. Siento la distancia entre nosotros, como si la respuesta que está a punto de darme pudiera ser la última cosa que quiero escuchar.
—Porque es lo mejor para ti. —Su voz es baja, y no puedo ver sus ojos porque está mirando al frente. —Si no fuera por mí, ya estarías en peligro.
Pero no me siento más segura. En vez de eso, mi ansiedad crece. Estoy aquí por él, por su "protección", y sin embargo, todo lo que veo es un mundo de sombras y mentiras. ¿De verdad lo haría por mí? ¿O está tratando de salvarse él mismo? No sé qué pensar.
Nicolás
¿Por qué no puede ser todo más fácil?
Sé que no debería haberla metido en esto, pero la verdad es que no tenía otra opción. Elena estaba en riesgo, y si no la mantenía cerca, si no la protegía, todo se habría ido al garete. No me importa lo que haya que hacer, lo que tenga que pasar. Esta es la única forma de mantenerla a salvo.
Pero la miro ahora, parada en esa puerta, mirando todo con esos ojos tan llenos de dudas. No quiero que me vea como el villano. No quiero que piense que estoy arrastrándola a algo más grande que ella, pero ya no tengo vuelta atrás.
Me giro hacia ella y suspiro, tratando de encontrar una forma de explicarlo sin que todo se rompa entre nosotros.
—Este es el único lugar en el que estás segura, Elena. —Intento sonar serio, pero sé que mis palabras suenan a excusa. —Este es el único lugar en el que no va a pasarte nada.
Ella me mira, los ojos llenos de preguntas. Como si no pudiera entender qué está pasando. Y no la culpo. Yo tampoco lo entiendo. Todo esto es un maldito lío que se hizo más grande con cada segundo.
—¿Por qué me trajiste aquí? —pregunta otra vez, y siento que mi paciencia se acaba.
Yo no tengo la respuesta correcta. Nunca la he tenido.
—Porque no quiero que te pase nada. —Digo al final, mis palabras saliendo con más rabia de la que esperaba. Y sin pensarlo, me acerco un paso más hacia ella.
Me molesta que no confíe en mí. Me molesta que aún no pueda entender por qué estoy haciendo todo esto. Pero no la culpo. Yo tampoco lo entiendo.
Elena se queda allí, en silencio, observándome con esa expresión en su rostro. Esa mezcla de confusión y miedo que me hace querer alejarme de todo esto. Pero sé que no puedo. No sin ella.
Elena
Sigo sin entenderlo. Este lugar, esta situación, todo lo que me rodea... No puedo dejar de preguntarme por qué me trajo aquí. ¿Realmente le importo? ¿Es esta su forma de protegerme?
Miro a Nicolás mientras él permanece en silencio, como si estuviera esperando que yo lo entendiera todo de golpe. Pero no es tan fácil. Todo esto es nuevo para mí. Todo esto es aterrador.
—¿Por qué no me dices la verdad? —le susurro, más para mí misma que para él.
Él no responde de inmediato. Solo me mira, sus ojos oscuros clavados en los míos. Hay algo en su mirada, algo que me hace sentir... pequeña, vulnerable. Como si todo lo que soy estuviera expuesto frente a él, y eso me hace sentir más insegura de lo que debería.
De repente, él da un paso hacia mí, tan cerca que puedo sentir su respiración. El aire se vuelve denso entre nosotros, y mi corazón late más rápido.
—Porque la verdad no te protegería, Elena. —Sus palabras son tan bajas que casi me cuesta oírlas, pero sé que las estoy escuchando. —A veces, la verdad no es lo que necesitas.
Siento cómo la tensión entre nosotros aumenta, cómo algo dentro de mí empieza a ceder. Pero no sé si es la atracción o el miedo lo que me hace seguir ahí, inmóvil.
—¿Qué quieres de mí? —le pregunto, mis palabras casi saliendo en un suspiro.
Él no responde. En lugar de eso, se acerca más, demasiado cerca. Y por un segundo, me olvido de todo lo demás. Olvido el peligro, olvido las mentiras. Solo siento sus manos en mis brazos, la calidez de su cuerpo contra el mío.
Pero antes de que pueda reaccionar, él se aparta rápidamente. Mi respiración se acelera, pero no sé si por el miedo o por algo más. Mi cabeza está llena de confusión, pero hay algo en su mirada que me hace dudar de todo lo que pensaba saber.
—No confíes en mí. —Dice, pero no es una advertencia. Es algo más. Como si, por un instante, estuviera dispuesto a compartir lo que siente. Pero lo recorta antes de que yo pueda entenderlo completamente.
Miro a Nicolás, y por primera vez, me doy cuenta de lo peligroso que es este juego en el que estoy atrapada.
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