Capítulo 6: El Juego de Sombras

945 Words
Elena El refugio está en silencio absoluto, pero el aire está cargado. No es el silencio tranquilo que uno esperaría en un lugar apartado. Es un silencio denso, tenso, como si algo estuviera esperando a desbordarse. Las sombras juegan con las paredes, y cada rincón parece esconder algo. Algo que no puedo ver, pero siento. Hace horas que Nicolás me trajo aquí. Me dijo que era seguro, que debía quedarme. Pero aún no puedo sacarme de la cabeza su actitud extraña, como si estuviera ocultando algo. ¿Por qué me trajo a este lugar? ¿Qué está pasando realmente? Cada vez que lo miro, me parece que me está escondiendo más de lo que me cuenta. Y no sé si debería confiar en él, pero no tengo a nadie más. Me despierto en medio de la noche, el aire gélido me hace temblar. La oscuridad lo cubre todo, pero no puedo dormir. No me siento tranquila. Algo dentro de mí me empuja a salir de la habitación en la que me dejó Nicolás. Mis pasos son suaves, casi sigilosos, mientras recorro el pasillo. La casa está tan vacía que cada sonido parece amplificado. Siento que cada esquina oculta un secreto que no quiero descubrir, pero no puedo evitarlo. Puedo escuchar algo, un leve ruido, como si alguien estuviera cerca. Me detengo, y mi corazón late con fuerza. Me giro lentamente, y ahí está él: Nicolás. Sus ojos oscuros me observan, pero no hay sorpresa en su mirada, como si supiera que lo encontraría aquí. —¿Qué haces fuera de la habitación? —su voz es baja, pero tiene un tono que no logro descifrar. Me detengo frente a él, sin saber qué decir. El miedo y la curiosidad me invaden. ¿Por qué me siento así? ¿Qué está pasando aquí? —No podía dormir —le respondo, intentando sonar lo más normal posible, aunque mi voz tiembla un poco. Nicolás se queda en silencio un momento. Me observa con una intensidad que me incomoda, como si estuviera evaluando cada palabra que digo. Algo en su mirada me pone alerta, como si estuviera decidiendo si debo saber más o seguir en la oscuridad. —No deberías estar aquí —dice finalmente, dando un paso hacia mí. Su tono es más firme, pero hay algo en él, algo en su postura, que me hace sentir más vulnerable que nunca. Pero no quiero volver a la habitación. Algo me dice que algo no está bien, que hay algo que no me han contado. ¿Por qué me trajeron a este lugar? ¿Por qué no me cuentan toda la verdad? —¿Por qué me trajiste aquí? —Mi voz suena más decidida, aunque todavía siento un nudo en el estómago. —Dime qué está pasando, Nicolás. No puedo seguir en este juego de mentiras. Por un instante, sus ojos se oscurecen. No me contesta de inmediato, y el aire se vuelve denso. ¿Qué sabe él que yo no sé? ¿Por qué parece estar esperando el momento justo para contarme algo? —Porque es lo único que puedo hacer para mantenerte a salvo —responde al fin, pero no es una respuesta completa. Hay algo más en sus palabras, algo que no encaja. —Este es el único lugar donde no te alcanzarán. Mi cabeza da vueltas. ¿Quién quiere alcanzarme? ¿De qué está hablando? Sus palabras parecen prometer seguridad, pero lo único que siento es el peso de una verdad a medias. Estoy atrapada aquí con él, en un lugar que me desconcierta, y él, el único que podría ayudarme, parece estar guardando un secreto demasiado grande. —¿A salvo de qué? —pregunto, mi voz casi un susurro. Pero hay algo en mí, una urgencia, que me obliga a seguir. Nicolás da un paso hacia atrás, sus ojos se desvían brevemente antes de encontrarme de nuevo. La tensión entre nosotros crece, y por un momento, pienso que voy a explotar por la necesidad de saber la verdad. —De todo lo que está por venir —dice, y sus palabras caen pesadas en el aire. Como si estuviera advirtiéndome de algo que no puedo ver. —De los que no entienden por qué estás aquí. Los que no quieren que sigas con vida. Mis piernas tiemblan. Algo en su mirada cambia, y siento una punzada de miedo en el pecho. ¿Quién quiere matarme? ¿Quién está detrás de todo esto? —¿Quiénes son esos? —le pregunto, pero Nicolás se limita a mirarme sin decir nada. Su silencio es más pesado que mil palabras. Hay algo más detrás de sus ojos, algo que no puedo entender. Antes de que pueda insistir, él se acerca más. Esta vez no me aparto. Algo en su cercanía me hace sentir como si el mundo a mi alrededor desapareciera. Solo estamos él y yo, pero la tensión en el aire es tan fuerte que casi me cuesta respirar. —La verdad no te hará ningún bien, Elena —dice finalmente, y su voz es baja, casi peligrosa. —A veces, lo que no sabes te mantiene a salvo. El miedo crece en mí, pero también la curiosidad. ¿Qué me está ocultando? ¿Qué está dispuesto a hacer para protegerme? Y, lo más importante... ¿Por qué lo está haciendo? Antes de que pueda formular otra pregunta, Nicolás se aleja, dejando un rastro de tensión entre nosotros. Mi mente está llena de dudas y preguntas que no tienen respuesta. Pero sé algo con certeza: todo esto es mucho más grande de lo que había imaginado. Y estoy en medio de algo peligroso.
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