Capítulo 3: Una Intuición Peligrosa

580 Words
Elena La noche después de mi encuentro con Nicolás en el estacionamiento, no logro pegar un ojo. Me doy mil vueltas en la cama, pensando en lo que dijo y en cómo me miró, como si supiera algo de mí que ni yo misma entiendo. Nunca me ha importado la opinión de un chico, pero él… algo en su forma de ser me inquieta y me revuelve la cabeza. A la mañana siguiente, estoy en la cocina sirviéndome café cuando Emma, mi mejor amiga, entra y me observa, con su típica mirada de “quiero saberlo todo”. —¿Y esa cara de zombie? —pregunta, mientras se echa leche en su taza. Me encojo de hombros, tratando de restarle importancia, pero el tono de su voz me hace hablar. —Es solo un chico, Emma. Lo conocí en el club. Se llama Nicolás… apareció anoche en la clínica, como si estuviera… esperando por mí. Emma se queda en silencio un segundo, y luego sonríe, como si hubiera descubierto algo obvio. —Ajá, así que es de esos. ¿Y te gusta? —¿Qué? ¡No! —Le doy un empujón suave, pero mi negación no suena ni a mí misma. Es frustrante. Como si me atrajera a pesar de saber que no debería. Ella levanta una ceja. —Por esa cara, parece que el tal Nicolás te tiene en las nubes. Te conozco, ¿eh? Además, seguro que es de esos chicos con aires de grandeza, que creen que pueden aparecer y desaparecer como les da la gana. —Exacto. ¡Es justo así! —Y aunque suena tan lógico decirlo, no puedo quitarme de la cabeza lo que dijo, como si estuviera “preocupado” por mí. Emma me observa con seriedad, y su tono cambia. —No te metas en lios, Elena. Hay chicos que tienen problemas, y luego están los chicos que son problemas por sí mismos. Y creo que ya sabes a cuál de esos pertenece Nicolás. La forma en que lo dice me hace pensar. Tiene razón, pero no puedo evitar sentirme intrigada. Nicolás es un enigma, y yo, aunque no quiera, estoy tratando de resolverlo. Nicolás Después de la charla con Elena en el estacionamiento, sé que debería dejarla en paz. ¿Qué gano con meterme en su vida? Ella es ajena a mi mundo y debería mantenerse así. Pero hay algo en su mirada desafiante, en la forma en que no se deja intimidar, que me atrae más de lo que debería. Iván me pregunta por ella mientras revisamos los detalles de la próxima entrega. —¿Qué hay con la chica que te vi siguiendo la otra noche? ¿La del club? Lo miro un segundo, sin saber cómo explicarle. Porque ni yo entiendo lo que esta chica tiene que me hace volver. Pero Iván solo sonríe, como si ya lo supiera todo. —No sé, Iván. Solo me llamó la atención. Nada más. Él se ríe y me da una palmada en el hombro. —Cuidado, Nicolás. Los chicos como nosotros no solemos terminar bien cuando nos dejamos llevar por “solo una chica”. Finjo que no escucho. Aun así, sus palabras se quedan conmigo. Tal vez debería mantenerme lejos. Tal vez él tenga razón y este juego sea más peligroso de lo que parece. Pero mientras me preparo para la noche, sé que mi decisión ya está tomada: no voy a alejarme tan fácil.
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