Capítulo 4

2461 Words
— Por fin me iré con ustedes — suspiro aliviada— Por fin no sufriré algún dolor ni estaré a la merced de lo que Jayden me quiera hacer. Por fin Dios se apiadó de mí y los envió a buscarme. Ellos me observan con una sonrisa. — Nena, no vinimos a llevarte. — dice mi madre. Niego ante mi que me dice. No puede ser, esto no puede ser cierto. — Me estás mintiendo madre. — No es así cariño, nosotros vinimos aquí para decirte que lo estás haciendo bien. — habla esta vez mi hermano mayor. — No, no estoy haciendo algo bien. Por mi culpa ustedes murieron, por culpa de ellos estoy sufriendo. Por culpa de la maldita obsesión qué tiene la familia Cardwell conmigo, he pasado toda mi vida pensando, planeando y ejecutando mi venganza. Y ello me ha convertido en una mujer que nunca ha disfrutado de un momento en paz. Siempre he actuado de acuerdo al plan de otro o para cumplir con mi sed de venganza. Desde que mis enemigos acabaron con ustedes mi familia, mi vida a girado en torno a vengarlos. >> Aún no había vengado sus muertes cuando nuevamente me arrebataron a las personas con las que contaba. —miro hacia Phia — Fueron tan canallas que me enviaron un video de como moriste, aumentando mi sed de venganza. Lógicamente mate a quienes te mataron, pero la mente detrás de sus muertes aún es tan confuso y la verdad, en estos momentos podría decir que sus muertes están relacionadas con Jayden. — Ya eso no importa. — Claro que importa ¡Sus muertes fueron causada por algún Cardwell y precisamente yo estoy en manos de uno! Damián ya está muerto y mis desgracias continúan! ¡Ya es la segunda vez que Jayden me secuestra y abusa de mí! Díganme ¿Qué más necesito pasar para que pueda morirme de una vez? Mi cuerpo está débil, la droga me tiene dependiente al sexo, mi secuestrador abuso de mí con la intención de que tenga a su hijo y no se que más tiene pensado hacerme mientras estoy en sus manos! ¡¿Quieren continuar viendo mi sufrimiento como p**o del sufrimiento que les causaron?! — Nunca te hemos culpado por nuestras muerte. — dice mi hermano. — La culpa de ellos está en quienes nos asesinaron — continua Phia. — Pero, por ello no queremos que pases tu vida sufriendo por nuestra ausencia o vengando nuestras muertes. No quiero eso para ti — habla Clem — de pequeña te vi como esa Rayo de luz que mi oscura vida necesitaba. Hoy siendo adulta te pido que si quieres honrar mi memoria, lo hagas viviendo sin sed de venganza. No quiero que mi luz se dañe, ni mi esperanza se pierda. Confío en ti. Sonrio con amargura. — Aquella luz que veías en mí, desapareció hace más de veinte años. Desde pequeña he pasado por todo tipo de dolor, el cual ha hecho que mi pureza se pierda. Así que, no me pidas ser algo que ya no soy. Además, los golpes de todos los que han querido dañarme y los que han logrado hacerlo, me han hecho ser la persona que soy ahora; un engendro del mal que disfruta derrotando a sus enemigos. — Puedes ser mejor que ellos. Puedes romper el ciclo que desde generaciones tu familia lleva — continua Clem Nuevamente me dicen esas palabras. ¿Qué es lo que me quieren decir con exactitud? — Conocías a mi familia ¿No es así? — pregunto a Clem y este asiente — ¿Quiénes eran y porque me dices que puedo romper el ciclo que por generaciones han llevado? — Creciste en un hogar hermoso, pero sus raíces estaban manchadas con sangre. Sin embargo, tú eras la única que no estaba manchada con esa sangre. Tú eras la única integrante de tu familia que era pura en su totalidad y es por eso que estoy seguro que tú podrás romper con esa maldición. — La única forma de romper con la maldición es morir. Por favor, llévenme con ustedes. — suplico. — Tu tiempo en la tierra aún no se ha cumplido. Como tampoco has hecho lo que todos pensamos que harás. — dice Clem — Tenemos puestas las esperanzas en ti y sé que podrás hacerlo. — dice mi padre. — No puedo. Ya no quiero seguir viviendo. No si sigo sufriendo por su ausencia — Estarás bien, nosotros siempre estaremos contigo en tu mente y tu corazón. Así que no creas que estás sola cuando estamos contigo en lo bueno y malo que vivas. — dice mi hermano — Hace años dejé de ser la dulce persona que era. — Lo sigues siendo, solo que la has ocultado para que no mostrar tu debilidad a otros. — asegura mi madre. — Pronto serás libre y vivirás tranquila con todo lo que te deje — dice Clem — Pero por favor, promete que no vivirás en el pasado y seguirás pensando que todo el que está cerca de ti muere. Porque no es así. — comenta Phia — Eres todo lo bueno, valiente y hermoso que hay en el mundo. No dejes que ellos te cambien. — comenta mi madre alejándose cada vez más de mí — Promete que serás feliz y lo te culparas más por nuestra muerte — dicen todos al unísono. — Lo intentaré. Sus figuras desaparecen y yo salgo de ese lugar oscuro. Poco a poco abro mis ojos encontrándome con la habitación en la que Jayden me tiene prisionera. Sin embargo, hay algo distinto aquí. Anteriormente todo estaba en calma. Lo único que interrumpía el silencio, era el sonido de los aparatos que tengo conectado a mi cuerpo. Pero ahora afuera, hay mucho ruido. Y no cualquier ruido, sino el ruido de disparos. Alguien vino a enfrentarse con Jayden. La esperanza de que Ethan haya venido a rescatarme me invade. Por lo que intento moverme y salir de esta maldita habitación. Sin embargo, toda intención de escaparme queda en el olvido cuando nuevamente no puedo moverme. Por favor, necesito salir de esto. Dios mío, si no es Ethan quien viene por mí, permite que este caos sea la distracción que necesite para marcharme de este maldito lugar. Realmente lo necesito. Los disparos se escuchan cada vez más cerca y es en ese momento que escucho como cuerpos caen en el suelo de madera. Alguien intenta abrir la puerta, pero ese intento de abrir una puerta con seguro queda en el olvido cuando más disparos se escuchan. — Nadie en está maldita casa se acerca a esta puerta ¿Queda entendido? — grita Jayden desde afuera. — Sí, señor. — escucho como varios responden. — Vayan y acaben con todos. De ello depende nuestra vida — grita Jayden y siento como todos se alejan. El sonido de alguien digitando algo se escucha y es en ese momento que Jayden entra por la puerta. Jayden levanta su rostro y se asombra al verme despierta. — ¡Por fin despiertas! — dice emocionado. Jayden camina hacia mí con alegría. Pero no logra dar tres pasos cuando recibe un disparo que lo hace caer sobre mi cama. Phia, la chica que me dio de comer es quien se encuentra detrás de Jayden con su arma en mano. — Disculpe la demora señora, pero era necesario tener todo preparado para su rescate. — dice acercándose a Jayden y pateando su arma. Cierra la puerta de la habitación y se acerca a Jayden pero este se lanza hacia ella causando que la chica nuevamente le dispare. El disparo le da justo en el estómago y el primero le dio en la pierna, por lo que no puede levantarse o hacer mucho con lo herido que está. Phia aún poco convencida de acercarse, le da un golpe con el arma en el rostro y es en ese momento que toma las llaves de las esposas, las cuales llevaba en una cadena. La chica guarda su arma en la espalda baja, la cual sujeta con la pretina de su pantalón, después de ello se acerca a mí y me libera de los pies primeramente. — Disculpe mi tardanza, pero ya estamos listos para sacarla de este infierno. — dice cuando libera mis manos y me ayuda a levantarme. El cuerpo me pesa y me siento muy débil para caminar sola. Por lo que ella me ayuda a caminar hacia la puerta. Sin embargo, ayuda es poca ya que recibe un disparo a un lado del abdomen, causando que no sea mi apoyo como anteriormente lo era. Ambas levantamos la vista y nos encontramos a Jayden aún en el suelo, pero con un arma en sus manos. — Aléjate de mí mujer e hijo maldita — exige Jayden. El brazo que tenía alrededor del cuello de la chica para tenerla como soporte, poco a poco lo bajo y posicionó mi mano en la pretina de su pantalón, justo donde tiene guardada su arma. — Tranquilo, señor. — dice Phia con miedo. — A otro lado con tu teatro. Jamás debí contratarte, ese fue un grave error porque es ahora que comprendo como entraron ellos tan fácilmente aquí. Este lugar es remoto y difícil de hallar, así que me imagino que esos malnacidos recibieron tu ayuda. Pensé que contratar a una tonta para hacerle compañía a Zoe era buena idea, pero evidentemente ese fue un grave error, pero pronto arreglaremos eso. Ahora, apártate de ella, no quiero que la manches con tu asquerosa sangre. Saco el arma con cuidado mientras la chica se aleja poco a poco. — Yo también arreglaré un grave error. — digo apuntando y disparando en el pecho de Jayden, justamente donde está su corazón. El asombro lo invade y es con ese mismo que cae sobre sus rodillas. — Mi error fue no haberte matado antes, maldito. Jayden queda finalmente derribado en el suelo. Pero como el mal no muere tan fácilmente, quiero corroborar que muere disparándole en la cabeza. Apunto hacia la misma y le disparo otra vez, pero para mí desgracia y su fortuna, ya no hay balas. — Maldición Phia me quita el arma y ayuda a caminar hacia la puerta. — No sé preocupe. Con ese disparo seguramente murió. No vemos llegado a la puerta cuando la voz de alguien familiar golpea la misma. — ¡Zoe ¿Estas bien?! — grita la señora Cardwell desde el otro lado de la puerta. Phia abre la puerta y es en ese momento que la señora Astrid me toma y trae hacia su cuerpo para abrazarme. — Oh, Dios mío. Gracias a Dios estas bien. — dice entre lágrimas. — Debemos salir de aquí. Este lugar no es seguro para ella. — comenta Phia. La señora Astrid se aleja de mí y se seca las lágrimas. — Es cierto. Debemos llevarte a un lugar seguro. Vamos. — dice apartándose de mi camino y colocándose a mi lado para ayudarme a caminar. El camino por el que andamos está lleno de cuerpos sin vida y ríos de sangre. Mientras caminamos por el lugar, me doy cuenta que me encuentro en una especie de pasillos que sin duda podrían confundirse con un laberinto. La señora Astrid, Phia y un gran grupo de hombres me escolta hasta la salida de una gran casa hecha de solo hierro blindado. Fuera del mismo, hay mucho bosque sin algún camino en específico. El agotamiento se apodera de mí y me resulta difícil caminar. — ¿Qué te sucede? — Señora Astrid, la señorita Zoe ha sufrido hace pocos días un infarto. Su estado era delicado y solo hoy fue que abrió los ojos. Así que, lo mejor es que no se esfuerce tanto caminando. Las lágrimas en la señora Astrid no se hacen esperar. — Oh, pobre niña mía — dice entre lágrimas — Señora, nos falta mucho por llegar a los autos. Necesitamos que alguien la lleve en brazos. — De acuerdo La señora Astrid se hace a un lado y uno de sus hombres me toma en sus brazos. El enojo de que ni siquiera pueda caminar por si misma me molesta. Pero no puedo hacer o decir algo cuando hacerlo sería estúpido. Ellos vinieron a salvarme, no puedo negarme a recibir más ayuda por mantener la poca dignidad que me queda. Caminamos varios minutos entre el bosque, hasta que por fin llegamos al lugar donde se encuentran ubicado los carros. Sin embargo, además de ellos hay ciertas personas que me resultan un tanto conocidos. — Señora Astrid, el señor Cardwell me envió para llevarme a la señorita Zoe a sus propiedades. — comenta el hombre que protegía al señor Hank. — Por encima de mi cadáver Charles se llevara a Zoe para seguir con la tortura. Así que, dile a mi ex esposo que no podrá poderle un solo dedo encima a Zoe a partir de este momento. El hombre niega lentamente. — Yo no vine aquí por orden del señor Charles, sino por orden del señor Hank. El asombro invade a la señora Astrid. Al parecer creía a su suegro muerto. — Espero que usted no se interponga con mi trabajo o tendremos que tomar medidas al respecto. — El señor Hank podrá mandar en todo lo que se le antoje. Pero con Zoe las cosas cambian. No quiero que se meta en esto, porque ella ya es responsabilidad de mi familia y nosotros seremos quien nos encargaremos de su seguridad. Así que, retroceda o nos veremos obligados a atacar. Todos se preparan para el ataque y a mí me preocupa salir más herida estando en medio de todo este caos. Pero como todo se puede complicar para mí, unos nuevos autos aparecen en escena. De uno de los autos, un hombre sale del mismo a abrir la puerta de alguien más. De allí, sale un hombre de avanzada de edad, alto, de cabello rojizo y pecas en el rostro. — Si algo es cierto, aquí solo una persona podrá llevarse a Zoe y esa persona soy yo. No me importa si Hank te envió o no, por lo que comprenderás que sin por encima de ustedes, me llevaré a ellas. — dice apuntándonos. — ¿Podría decirme quién es usted? — pregunta el hombre del señor Hank — Dígale a su jefe que soy Kendrick Baronovska y me muero por ver como impide que yo me lleve a Zoe y Astrid. Ahora ¡¿Quién demonios es este señor y que va a hacer conmigo?! ¡¿Qué van a hacer todos conmigo?! Maldita sea, parezco un objeto que todos desean proteger o dañar. ¿Cuándo acabará esto?
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