Jefe virgen: Parte B

4520 Words
Capítulo 4 Narra Lucy Todo su cuerpo parece temblar por un momento cuando le pregunto si tengo que ir a la fiesta. Es rápido, una serie de explosiones viajan arriba y abajo de su cuerpo, haciendo que sus músculos se tensen como si estuviera a punto de romperse. Pero tan rápido como sucedió, se fue, y me quedé preguntándome si me lo imaginé todo, para empezar. —Por supuesto que puedes decir que no-responde. Su voz es un gruñido, incluso cuando está tratando de hacer que sus palabras sean aceptables, incluso cuando estoy seguro de que está tratando de suavizar su ira hacia mí—.Pero creo que esta es una gran oportunidad. Está sentado, tan cerca que podría extender la mano y tocarlo. Está bien, tal vez eso no sea cierto, porque primero tendría que trepar por su escritorio gigante. Pero entonces sería capaz de apretar mi mano contra sus músculos duros como rocas, sentirlos mientras presionan a través de la tela color hierro de su traje. Es mucho más imponente en persona, con su mandíbula firme y su forma de mirar como si estuviera tratando de prenderte fuego solo con sus ojos ¿Está irritado porque le pregunté si podía negarme? Pero no, parecía enojado antes de que hiciera la pregunta. Tal vez esté enojado con Carmela por ofrecer este escenario. Está claro que preferiría ir con ella en su lugar. —¿Lucy?—dice, su voz áspera confiada atravesando mis pensamientos. —Lo siento, Lucas. Me distraje. —Sí, así veo—él se ríe. Y me pregunto si se está burlando de mí—.No es una cita si eso es lo que te preocupa. Serías mi acompañante, como lo es Carmela para este tipo de cosas. Sus labios se tuercen cuando dice esto, y no en una sonrisa, y ni siquiera cerca de una sonrisa. Es como si la mera idea de que yo tomara el lugar de su amante de toda la vida lo enfermara. —¿Cómo se sentiría ella al respecto?—pregunto, sintiendo como si mi mirada estuviera pegada a la mesa. Pero mirarlo a los ojos, por más de unos pocos momentos fugaces, se siente como un esfuerzo imposible. —Ella cree que te ayudará, Lucy, te animará a salir un poco de tu caparazón. Te ha tomado un verdadero cariño. —¿De verdad?—no puedo ocultar la sorpresa en mi voz—.Pensé que solo era una gran decepción para ella. —Ella siempre está cantando tus alabanzas—dice. Su tono es cálido, desencadenando una cacofonía de calidez en respuesta que cae en cascada a través de mí y me provoca en lugares ridículos, ese punto entre mis piernas se vuelve aún más vaporoso, incluso más molesto—.Ella solo es dura contigo porque se ve a sí misma en ti. Asiento, contenta de que no pueda decir lo cerca que estoy de dejar escapar un tonto gemido de niña. Su furia podría ser tan fácilmente lujuria...En un mundo diferente, todo lo que aprieta atrapando las facciones de su alfa podría ser el deseo. Saltaría sobre mí y llevaría esas manos fuertes a mis hombros, apretando mientras empujaba su cuerpo contra el mío. Pero no vivimos en un mundo diferente. Vivimos en este. En la vida real, él nunca me querría. —Ella ha dicho eso —murmuro—.Pero me resulta difícil de creer. —Veo sombras de eso—dice—.Pero estás en lo correcto. No son tan parecidos, excepto que son tímidas y ella también lo fue una vez. —¿Quién dijo que soy tímida?—intento reírme, pero sale mal—.Lo siento, Lucas, quiero decir—realmente tengo que dejar de hacer eso—.Pero no estoy seguroma de que sería un gran reemplazo para Carmela. Y no importa lo que ella diga, estoy segura de que la molestaría. —¿Por qué estás tan segura?—dice curioso. —He visto fotos tuyas en las fiestas a lo largo de los años—digo. Apenas puedo empujar las palabras. Se contorsionan y suenan roncos como si los estuviera arrastrando desde un lugar muy dentro de mí. Cállate, cállate, cállate, un instinto grita dentro de mí—.He visto lo cerca que estás, y...-él me interrumpe con una risa retumbante, una risa que me toma completamente por sorpresa. Explota fuera de él y desencadena una reacción en cadena de rubores, primero en mis mejillas y luego por mi cuello y por todo mi cuerpo, incontables puntos de calor zumbando mientras me consume dolorosamente su diversión—¿Que es tan gracioso?— chasqueo, avergonzada de darme cuenta de lo cerca que estoy de las lágrimas. Puedo oírlo en mi voz— .¿Por qué te ries de mi? Mis piernas tiemblan. Estoy a punto de dar media vuelta y hacer una carrera loca hacia la puerta, agachar la cabeza y correr hasta que su risa y la apatía en sus ojos cautivadores son un recuerdo lejano. —No me estoy riendo de ti—dice rápidamente—.Es solo que... ¿entonces crees que Carmela y yo estamos involucrados en algún tipo de relación romántica? —Si-respondo. Mis uñas se mueven para tocar el escritorio, luego caen. Destrozar el escritorio de mi jefe sería casi tan malo como hablar de su vida personal cuando claramente no quiere hablar de eso. ¿dónde diablos están mis palabras? Es como si hubiera un gran calcetín invisible metido en mi boca, impidiéndome decir nada. —Carmela es mi asistente, eso es todo— dice. —Lo siento—finalmente me las arreglo para dejar escapar, sintiendo como si acabara de empujar una roca en mi garganta-. Es solo que todos...-digo, necesito callarme ¿Qué me pasa ahora? —¿Todo piensa que estamos involucrados románticamente?—interrumpe, levantando las cejas. Me las arreglo para asentir, y él aprieta la mandíbula como si estuviera conteniendo otra risa, sus ojos se abren con diversión—. Ella y yo somos amigos, nada más. Ella ha estado en una relación durante casi siete años. Y como ella es muy abierta sobre este hecho, sé que no le importará que te diga... su relación, es con una mujer. —Oh—hago una pausa cuando el pleno significado de sus palabras me golpea—. Entonces ella no se siente atraída por ti, ni por ningún hombre. —Correcto—dice—.Ya ves, Lucy, ella no estaría enojada en absoluto. Ella no estaría celosa. Porque en realidad solo somos amigos—agrega. Eso es todo lo que hemos sido. Por eso me reí. La idea de hacer algo romántico con ella, es tan extraña para mí, es divertida. Tengo la vaga idea de que estoy sonriendo como una loca sin una razón fácil de explicar. Que cada comisura de mis labios se extiende como la sonrisa de una loca por mis mejillas. Rápidamente lo corrijo, asintiendo rápidamente, encontrando difícil establecer una respuesta apropiada—.Así que vendrás a la fiesta-dice, con esa voz grave y firme, una voz que está acostumbrado a ser obedecida. —No tengo nada que ponerme para ese tipo de evento —murmuro. —Tendrás tu propio estilista. Se reunirá contigo la próxima semana, tomarán tus medidas y elegirán algo que...—dice. ¿Eso será qué? ¿Eso me hará lucir hermosa? Pero no termina la oración, sino que se inclina aún más hacia adelante. Es tan malditamente injusto, la forma en que está apuntando ese enorme cuerpo hacia mí. Me hace pensar en todas las cosas sucias que podría estar haciéndome en este momento—.Algo apropiado—finaliza—¿Como suena eso? Parece que no hace ninguna diferencia. Incluso con un vestido elegante, incluso si Carmela y él nunca han tenido intimidad, eso no significa que voy a ser capaz de convertirme mágicamente en la chica fiestera que él necesita ser. Pero él me está mirando con tanta determinación, con tanto fuego en sus ojos. Decir que no se siente imposible. —Sí está bien. Por supuesto. Lo que quieras—respondo. Mis manos están empapadas de sudor mientras las aprieto—¿Hay algo más señor? Se estremece visiblemente cuando digo señor, y me pregunto si cree que estoy siendo sarcástica. Si me estoy burlando de él de alguna manera. Quiero decirle que no lo estoy y que nunca lo haría, pero no estoy seguro de poder encontrar las palabras. —Eso es todo por ahora. El estilista vendrá a buscarte alrededor de la hora del almuerzo, ya sea mañana o al día siguiente. Me pongo de pie y me alejo, caminando a través de su vasta oficina hacia las puertas altas y anchas. Con cada paso, me insto a darme la vuelta, a ofrecerle una sonrisa, un saludo, cualquier cosa. Pero luego estoy fuera de la puerta y mi oportunidad ha pasado. Es gracioso. Por un segundo allí, mientras me alejaba de él, estaba segura de que sentí su mirada en mí. Me hormiguea la piel y me palpitan las entrañas, y por un segundo estuve seguro, a pesar de lo extravagante, de que Lucas Walker se sentía tan atraído por mí como yo por él. Pero no. Necesito dejar de permitirme pensar cosas así. Tengo una nueva misión ahora. Superar esta fiesta de una pieza. Capítulo 5 Narra Lucas. El tiempo hace cosas divertidas mientras espero la fiesta, así que puedo ver a Lucy con su vestido nuevo. Y por divertido, me refiero a ni siquiera un poco humorístico. Quiero decir que estoy al límite cada segundo de cada día esperando una buena excusa para estar con ella otra vez. Mientras asisto a las reuniones y manejo las cosas aburridas del día a día que componen la vida de un millonario mis pensamientos constantemente regresan a ella, a la forma en que se retorcía las manos en la silla. No puedo dejar de pensar en ese hermoso rubor extendiéndose por su cuerpo, desapareciendo en su escote en una sensual invitación. Casi le dije que estaba hermosa en nuestra reunión. Cuando le dije que iba a tener un estilista, casi dije: —Ellos elegirán algo que resalte lo hermosa que eres, Lucy. Resaltarán tu elegancia natural, tus curvas naturales, tu personalidad natural. Ella no entendería los mensajes que mi cuerpo me está enviando, ordenándome que la incline y la penetre. Ella no entendería lo pesadas que se han vuelto mis bolas, mi semilla exigiendo cosas que no deberían tener ningún sentido. A la mierda con ella Reclámala. Embarazarla. Siempre quise sentirme así, esta lujuria y necesidad instantáneas, pero ahora que me golpeó me doy cuenta de lo loco que es. Si tratara de poner esto en palabras, los ojos de Lucy se agrandarían lentamente más y más. Tal vez se reiría pensando que no hablo en serio. Y luego, cuando se dio cuenta de que lo decía en serio, giraba y corría lo más rápido que podía. No puedo arriesgarme a eso. No puedo arriesgarme a ella. Sea lo que sea, sé una cosa sin un solo átomo de duda: Ella es mía. Ella me pertenece. Y no puedo perderla. Mientras conduzco a casa unas tardes después de mi reunión con ella, juego conmigo mismo. Dejo que mi mirada se deslice por los semáforos, la acera y los peatones, hasta el cielo, y me desafío a mí mismo a no pensar en ella, a no conectar cada cosa que veo con Lucy. Pero fallo. El rojo de la luz se convierte en el color de su rubor. La luz que brilla en las aceras se convierte en sus tímidas y adorables mejillas. Cada peatón brilla y se convierte en ella, Lucy, y cada estrella en el cielo se transforma en una pálida peca en su cuerpo, bajando hasta su trasero, rogándome que la acaricie y reclame y...La bocina de un auto me saca de mis pensamientos. La luz ha cambiado de color. Conduzco el auto por la carretera, tratando de alejar mis pensamientos de ella y la forma en que se veía cuando se sentó frente a mí en mi oficina. Mis manos están apretadas en el volante, mis nudillos blancos como huesos, mientras trato de disipar el hambre dentro de mí. Realmente es como tratar de difundir una bomba. Como en cualquier segundo, podría explotar y enviarme a través de la ciudad en una búsqueda loca de mi mujer. Mientras estaba sentada allí, con sus jugosos y redondos senos rogándome que le bajara la camisa y los liberara, todo lo que podía pensar era en la increíble madre que sería. El mero pensamiento debería hacerme reír y, sin embargo, no lo hace, ni siquiera cerca. No la conozco Solo la he conocido una vez. Huiría si desatase todo esto sobre ella. Tal vez todo eso sea cierto, pero no hace nada para calmar este anhelo dentro de mí, suplicándome que la haga mía tan pronto como pueda. Mierda. Es tan difícil concentrarse con pensamientos de Lucy dando vueltas sin cesar en mi mente. Mi polla es de acero sólido, instándome a detenerme y deslizar mi mano por mis pantalones, palmear mi base hinchada y acariciar, extendiendo el semen a lo largo de mi longitud y frotando hasta que explote. Pero no quiero desperdiciar ni una sola gota en ningún otro lugar que no sea en su estrecho agujero. Algo primitivo ruge dentro de mí, diciéndome que aguante hasta que la tenga desnuda y sola. No puedo decidir qué sería mejor, tomarla por detrás o acostarla boca arriba. Si la inclino, puedo ver ese culo suculento y perfecto rebotando contra mis abdominales mientras la penetro. Su trasero moviéndose y balanceándose para mí, su carne bailando, como tentándome a darle todo lo que pueda. Pero si la pongo boca arriba, sé que esas tetas también rebotarán hacia arriba y hacia abajo. Entonces podría decirle que los masajee, que los junte y juegue con sus pezones mientras los muelgo más y más fuerte con cada embestida. Mis pensamientos se detienen al mismo tiempo que mi auto. De alguna manera he conducido todo el camino de regreso a mi departamento, al garaje subterráneo, sin ser realmente consciente de nada de eso. Pero eso no es decir nada nuevo en lo que respecta a mi Lucy. Desde la reunión en mi oficina, ha sido lo mismo, un reloj mental avanza mientras cuento los segundos hasta que pueda volver a verla, estar con ella nuevamente. Cierro los ojos, obligo a mi respiración a ser lenta. Tengo que recordar que ella no siente nada de esto. Incluso si se siente atraída por mí, incluso si la diferencia de edad y mi posición como su jefe no le molestan, las posibilidades de que quiera una familia repentina, un futuro prefabricado, son prácticamente nulas. Así que tengo que tener cuidado con nuestra cita, especialmente cuando la veo con cualquier vestido que el estilista haya elegido para ella. Sea lo que sea, sé que me va a volver aún más loco, haciéndome querer arrancarlo, rasgar su ropa salvajemente y arrojarla sobre mi cama. Joder, joder. Mi sangre bombea como si fuera alimentada por un horno gigante, mi polla empujando con tanta fuerza contra mis pantalones. La imagino en el asiento del pasajero, visualizándome a mí mismo extendiéndome y agarrando esas caderas fértiles. Guiándola a mi regazo, reclamando esos tímidos labios besables y gruñendo mientras me empujo contra ella. Estaría tan jodidamente mojada que sería capaz de sentirlo a través de la tela de su ropa, una pequeña zorra empapada y descarada preparándose para salir de su caparazón, preparándose para encontrarse conmigo en una erupción de lujuria. Mis bolas duelen con la presión, mi semilla me envía señales opuestas. Una mitad de mí quiere correr escaleras arriba y tirar de mi polla con fuerza, masturbarse hacia arriba y hacia abajo hasta que esté disparando chorros calientes de semen por todas partes. Pero otra parte sabe que tengo que esperar a mi mujer, mi Lucy. Al bajar del auto, me recuerdo a mí mismo que no falta mucho. Pronto, ella estará en mi brazo, su mano inquieta apretando a través de la tela de mi traje. Mientras camino hacia el ascensor, me pregunto si debería tomar una limusina como Carmela y lo hago normalmente, o si debería conducirla yo mismo. Si la llevo, eso significa que tendremos más tiempo a solas, más tiempo para explorar nuestra relación. Más tiempo para besarla, agarrarla, hacerle saber exactamente a quién pertenece. Me río mientras subo en el ascensor, sacudiendo la cabeza. ¿No me estaba diciendo a mí mismo que no le contara sobre mi loca necesidad de reclamarla en la primera maldita cita? ¿No me estaba diciendo a mí mismo que eso la haría correr hacia las colinas? Pero, de nuevo, solo soy un hombre, no una máquina. No tengo fuerza de voluntad sobrehumana. Cuando esté sola en el auto con Lucy, va a ser absurdamente difícil quitarle las manos de encima, mantener toda esta hambre encerrada dentro de mí. Las puertas se abren hacia mi departamento y me digo a mí mismo que no voy a pensar en Lucy por el resto de la noche. Capítulo 6 Narra Lucy. Día de la fiesta... —Oh, esto es tan emocionante—dice mi tía. Ella está de pie en la puerta de mi habitación, con las manos entrelazadas y una gran sonrisa en el rostro. Desearía poder tomar algo de su optimismo y felicidad y robarlo para mí. Desde la reunión en la oficina de Lucas, mi mente ha sido un campo de batalla de indecisión, una mitad de mí gritando para cancelar, para hacer lo que sea que pueda para salir de esto... y la otra mitad diciéndome que tengo que hacer esto. No solo por mi carrera. Pero para mí también. Es hora de dejar de correr. Ahora estoy de pie en medio de mi habitación, la estilista, una dama amable llamada Janet, con una actitud sensata que se mueve a mi alrededor como si fuera un maniquí, arregla los últimos toques en mi cabello—. Te ves increíble— agrega—. Tengo que sacar una foto. Nunca te había visto tan glamorosa. Sus palabras hacen cosas divertidas en mi interior, mientras una voz susurra que tal vez esto es lo que se necesita para que Lucas se sienta tan atraído por mí como yo lo estoy por él. Pero la precaución me advierte que rechace esa noción. Ni siquiera me he visto a mí misma todavía. Janet quiere hacer una gran revelación cuando termine. Pero sea cual sea mi apariencia, no puedo permitirme fantasear con que Lucas, el maldito Walker, me desee de forma romántica, s****l o cualquier cosa remotamente parecida. Este es un acuerdo de negocios, nada más. Carmela me está probando. No hay nada romántico en esto en absoluto. Excepto por la agitación en lo profundo de mí, el hormigueo en mi vientre, la forma en que mis pensamientos vuelven a Lucas y sus ojos severos y su enorme cuerpo y el sueño de su cálido aliento susurrando sobre mi piel, como una promesa, una promesa. de todas las cosas que me va a hacer. —Realmente te ves increíble—dice Janet con una sonrisa, pasándose una mano por su corto cabello rubio mientras da un paso atrás—¿Estás lista para verte a ti misma?—pregunta. Yo le diría que no. No estoy lista. Ni siquiera cerca. Le diría que por favor me quitara este ridículo atuendo, que se me pega con demasiada fuerza, resaltando todas mis peores áreas, y que por favor le diga a Lucas que no puedo hacer esto. Le diría todo eso, tal vez, si mi garganta no estuviera ya amenazando con cerrarse por el nerviosismo. En su lugar, casi logro asentir—.Excelente— sonríe Janet, con el estilo de un chef a punto de presentar su plato estrella. Se desliza hacia la esquina de la habitación, agarra el espejo de cuerpo entero, lo lleva y lo coloca frente a mí. Me miro mientras las lágrimas amenazan con llenar mis ojos, mi pecho se contrae y mis labios se tuercen en una sonrisa. —Tú has...-apenas puedo atreverme a pronunciar las palabras. A menos que se rían de mí. A menos que me digan que estoy equivocada—.Me has hecho hermosa. Janet frunce el ceño por encima del espejo y mi tía niega con la cabeza. Como si ambos estuvieran pensando lo mismo. —Eres hermosa—dice Janet. No estoy segura de estar de acuerdo con ella, por lo general no. Pero la forma en que me peinó el cabello, ingeniosamente desordenado, con un pequeño alfiler enjoyado que mantenía un lado ligeramente hacia atrás, y el vestido que eligió, una pieza oscura con un corte alto para no mostrar demasiado el escote, con el dobladillo ondeando hasta mis rodillas... Es como algo que usaría una princesa, y por un segundo me imagino si esto es lo que se sentiría al ir al baile de graduación. Yo nunca fui a la mía. Quería terminar la escuela secundaria tan pronto como pudiera. Pero tal vez así era como se sentían las chicas geniales, con sus magníficos vestidos. Tal vez esta sea finalmente mi muestra de algo de ese glamour. —¿Así que te gusta? —pregunta Janet. Le sonrío, no queriendo insultar su trabajo. —Sí mucho. Gracias. Me aparto de mi reflejo, me advierto que no me deje llevar. Solo porque me puso un vestido favorecedor, me peinó, me aplicó un poco de maquillaje, no me cambia. No cambia el hecho de que Lucas Walker nunca me querría. No cambia nada. Mi tía saca su teléfono y da un paso adelante, levantándolo para una foto. Mi corazón cae cuando veo que la parte de atrás está rota donde ella la dejó caer hace unos meses. Todavía no hemos tenido el dinero para reemplazarlo. Pero no puedo seguir permitiéndome pensar tan negativamente. Mi tía está feliz. Janet está contenta con su trabajo. Y debería ser feliz. Esta es una gran oportunidad para mi carrera. Bien, está bien, no más pucheros. No más abatimiento. No puedo prometerme a mí misma que no estaré nerviosa, pero al menos puedo tratar de aprovechar al máximo esta noche. —Sonríe—dice. Le ofrezco mi mejor sonrisa, diciéndome que es real, que no se va a desmoronar en el momento en que vea a Lucas. Después de que Janet recogió sus cosas y se fue, mi tía y yo esperamos en la sala de estar. Mi cuerpo está demasiado lleno de energía para sentarme, así que camino frente al sofá, advirtiéndome a mí misma que disminuya la velocidad a menos que empape mi hermoso vestido con sudor antes de que comience la noche. —¿Te divertiras?—mi tía llama por encima de la partición de la cocina, con una amplia sonrisa en su rostro—.No tienes que preocuparte Lucy, estas hermosa. Sí, si no vomito sobre mi vestido primero. Pero mira, esa es la nerviosa Jessie tratando de hablar, la persona que me prometí que no sería esta noche. Así que en lugar de eso fuerzo otra sonrisa en mis labios, asintiendo con la cabeza, tratando de dejar que sus palabras me calmen con su verdad. Casi dejo escapar un grito cuando suena el timbre, cortando bruscamente el departamento. —Creo que podría ser él —digo, riéndome de mi arrebato incluso si no lo encuentro particularmente divertido—.Bueno... probablemente su chofer. No creo que vaya a conducir hasta el otro lado de la ciudad solo para recogerme. —¿Por qué no vas y lo averiguas?—dice ella, con una ligera nota burlona en su voz-.¿A menos que estés jugando duro para conseguirlo? Pongo los ojos en blanco mientras camino por el departamento. No es de extrañar que mi tía haya adivinado que estoy súper enamorada del millonario de mi jefe, pero seguramente sabe lo ridícula que es la idea, o al menos debería ser. —Sí, estoy jugando con algo muy difícil de conseguir—le respondo. Lo que no agrego es, porque él no me quiere. No hay mucho más difícil de conseguir que eso. Presiono mi dedo en el botón del intercomunicador, digo: —Sí, ¿hola? Espero una voz que no reconozco, un conductor, uno de sus empleados tal vez. Lo que no espero es que la voz profunda de Lucas salga del altavoz. —Soy yo—dice—. Lucas. —Sí, lo sé. Es la voz que me ha susurrado en sueños cada segundo de cada día desde que nos vimos, la voz que me ha dicho en mis locas fantasías que me va a follar, follarme fuerte, tomarme a pesar de mi timidez, a pesar de que no tengo una maldita pista de lo que estoy haciendo. —Bien—él se ríe—.Estoy listo cuando tu lo estes. —Bajaré en un segundo. Mi corazón late con fuerza cuando me alejo del intercomunicador, una fina capa de sudor cubre mi piel, se pega a mi labio superior y amenaza con convertirse en un chorro. —Oye, oye— mi tía se acerca a mí, poniendo sus manos sobre mis hombros—.¿Qué ocurre? Trato de sonreír, pero se siente más como una broma retorcida en mi cara. —Nada. Ella entrecierra los ojos. —¿De verdad crees que puedes mentirme? —Es solo... ¿Qué diablos estoy haciendo? Todos allí van a ser ricos y glamorosos y no yo. ¿Sabes? —No, no lo sé. No se—su voz es firme, su agarre más firme— Eres una joven hermosa, divertida y carismática. Sólo desearía que pudieras ver eso. Así que estás un poco nervioso. Así es la vida, Lucy—dice. Asiento con la cabeza, pero es difícil escuchar sus palabras más allá de los gritos de ansiedad en mi mente-.Déjame preguntarte algo-dice ella.—Si cancelas, ¿te sentirías bien con la decisión? ¿O te arrepentirías? —Definitivamente me arrepentiría, Pero, ¿y si hago el ridículo por completo? —No lo harás. Y si lo haces, bien, no será el fin del mundo. Solo enfócate en un paso a la vez. —Estás bien-tomo una bocanada de aire fortalecedor —.Y el primer paso es ir allí y subirse al auto. Mi tía sonríe. —Exactamente. No hay nada difícil en eso, ¿verdad? Asiento con la cabeza, incluso si es una maldita mentira. Sentarme al lado de Lucas Walker, tal vez incluso lo suficientemente cerca como para tocarlo, será la parte más difícil de todo esto, mientras lucho contra el deseo de extender la mano y agarrarme a su cuerpo musculoso y duro. Mientras lucho contra el deseo de contarle sobre todos estos pensamientos locos que se arremolinan en mi cabeza. Del futuro, de una familia, mi vientre hormigueando y burlándose. Un paso a la vez, me recuerdo, alcanzando la manija de la puerta.
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