Pendiendo de un hilo

1579 Words
Mi celular comenzó a sonar con la canción que había seleccionado para Derek, nuestra canción. Mi corazón se estruja con sólo el primer segundo de oírla, sobresaltándome. Llevo mi mano derecha al bolsillo de la campera de gabardina, y lo tomo observando fijamente la pantalla. Su foto me devuelve la mirada, en donde sale abrazándome en aquella escapada que tuvimos hace dos meses atrás, en donde me escapé por la ventana de mi habitación y pasamos toda la madrugada contemplando las estrellas en el Twin Lakes County Park, junto a aquel embalse de agua tan pacífico y cristalino. —¿No responderás? —Vane me observa con preocupación desde mi lado, y bloqueo el celular, guardándolo nuevamente. —No —mi voz se atora en mi garganta, y reprimo con todas mis fuerzas las lágrimas para que no me vean llorar, para que no sepan cuán destrozada estoy por todo esto. ¿Será correcto huir? No se siente correcto, pero al mismo tiempo sí. Sé que él merece a alguien mejor, nunca me sentí buena para él, o al menos lo suficientemente fuerte para afrontar junto a él sus propios traumas, como una pareja de enamorados deben hacer. No, como los compañeros de vida deben hacer. ‹‹¿Pronto serás feliz con alguien más?››, dejé aquel pensamiento en el aire, mientras el coche desacelera en la Lincoln Ave para doblar en la calle Winyah Terrace, estacionando a unos metros, bajo un edificio un poco más viejo que el resto de las estructuras. —Llegamos —anuncia Logan, quitando la llave del contacto. Tori es la primera en bajar, y tras cerrar la puerta de copiloto los tres nos sumergimos unos intensos segundos en silencio, cada uno dentro de sus propios pensamientos. Es extraña la sensación de saber que harás algo grande, que tomarás al fin el control de tu vida. La opresión en el pecho sigue allí, pero un “quizás” comienza a asomarse por mi mente. ¿Podremos ser felices con esto? ¿Tendremos realmente un nuevo comienzo, o sólo será una extensión diferente del infierno que hemos vivido hasta ahora? La incertidumbre me consume, y con Vane nos observamos detenidamente un instante. Sabemos lo que piensa la otra, siempre éramos como el blanco y el n***o, la positiva y la negativa. Ella realmente tiene fe en este plan, en que será una nueva oportunidad para nosotras, para luchar por ser mejores y felices. ¿Podremos encontrar en el Bronx aquello que queremos? Quizá sólo encontremos lo que necesitamos… Y no necesariamente suele ser algo bueno. —¿Están seguras de que estarán bien? —él sigue mirando fijamente hacia delante, creo que no se atreve a vernos a la cara. Somos amigos desde el comienzo de la secundaria, cuando a sus once años sus padres se mudaron desde Toronto. No tenía amigos, nadie lo quería por su aspecto de hippie con el pelo largo y sus camisetas anchas, pero para nosotras, él era el mejor. —Lo estaremos —responde Vane con sinceridad—. Y de no ser así, intentaremos estarlo. —Saben que si me necesitan, me tendrán allí, sea la hora que sea, cualquier día, ¿comprenden? —se gira a vernos, y sus ojos están cristalizados. Desprende una ternura y una honestidad que me deja congelada. Siento algo quebrarse en mi interior, y comienzo a llorar sin poder detenerlo. —Cora… —mi amiga susurra asombrada, y me dejo caer de costado sobre sus piernas, ella me abraza para contenerme, y los sollozos se acentúan peor en mi garganta— Todo estará bien. Estaremos bien… El sonido de la puerta al cerrarse me llega lejano, y a los segundos siento a Logan sentarse del otro lado del asiento trasero, abrazándome junto a Vane. Así nos quedamos por un rato más, hasta que el celular de Logan suena anunciando un mensaje. Él se remueve y lo lee, suspirando para recostar la cabeza en el respaldo del asiento. —Jake pide que nos apresuremos, que se hará demasiado tarde. —No deberíamos esperar más —mi voz sale ligera, y las lágrimas cesaron. Vane me da un pañuelo descartable y trato de arreglar un poco el desastre que es ahora mi cara con el maquillaje corrido. —¿Estás segura de esto? —vuelve a preguntar ella, a lo que sólo asiento, conservando las pocas fuerzas de voluntad que me quedan. Verme frágil y devastada no es algo a lo que me acostumbre, en mi vida siempre traté de ser la fuerte, incluso de niñas, cuando nos lastimábamos jugando en el parque o en nuestras casas, era yo quien la consolaba, la que estaba allí para curarla o ser su apoyo emocional; y ahora los roles parecen invertirse. Incluso con Derek, siempre intenté apoyarlo emocionalmente, secar sus lágrimas y sacarle sonrisas, intentando que no se aferrara al dolor, sino que lo fuese soltando de a poco, para poder ser feliz algún día. Nunca me quebré, no delante de ellos, las personas que más amo en mi vida… Pero ahora estoy dejando a una de ellas atrás, sin previo aviso, y sin siquiera un adiós o una explicación. Logan es el primero en salir del coche, e intento enfocarme en el presente, en lo que estamos por hacer. Lo seguimos hacia la entrada del viejo edificio, que hace contraste con los demás de la calle Winyah Terrace que están remodelados y con un mejor mantenimiento. La humedad es lo primero que distingo en las paredes de la entrada, en donde el portero está oxidado y tiene la mayoría de los botones salidos. Realmente dudo que funcione. La puerta rechina al abrirse, y él la sostiene haciendo fuerza para que nosotras podamos ingresar al hall. El olor a viejo es lo primero que nos recibe, el polvo y la humedad es lo que más abunda por aquí. El ascensor tiene una cinta algo despegada con el anunciado de “no funciona”, por lo que nos dirigimos a las escaleras al costado derecho. Son estrechas y lo peor es que al parecer las luces no funcionan, la mayoría ni siquiera tiene un foco colocado, y las demás titilan como en una película de terror. Tres escaleras más y llegamos al quinto piso, en donde la puerta del E está entornada dejando escapar un poco de luz. —¿Segura que el mensaje salió? —Sí —la voz de una molesta Tori nos recibe, y fulmina con la mirada a Logan—. Oye, te faltó avisarme que tu primo es muy molesto. —Ups —él se ríe, y Jake se encoje de hombros aún recostado en la pared que separa el pequeño y desordenado living de la cocina—. Diría un poco intenso. —Me vale. ¿Ya están listas? —solamente la observa a mi amiga, quien asiente un poco más efusiva de lo que debería— ¿Tienen dinero, alguna pertenencia de valor, o necesaria? Nos quedamos en silencio, ya que obviamente no. Sólo teníamos las mochilas de la escuela, por lo que levanto la mía con la mano derecha, agitándola levemente con una sonrisa de lado. —¿Cuenta como pertenencias importantes los cuadernos y libros? El rostro de Jake se descompone, y mi amiga se vuelve roja como un tomate. Intento ocultar la risa, pero Logan también me observa y nos largamos a reír, como si nada más importara. Vane me da un codazo, y al parecer a ella sí le afecta en serio, se nota preocupada de más. —Pues, es lo más importante. Debieron pensar en eso antes de lanzarse a querer ir al Bronx, más que nada porque sin un poco de dinero o al menos ropa y otras pertenencias, dudo que sobrevivan. —¿Lo dices por el estilo de vida? —intento parecer ofendida, aunque en realidad es mi forma de evadir la situación. Sigo sintiendo que esto no es real, que en cualquier momento abriré los ojos y parecerá sólo una mala broma… —No —Jake se acerca peligrosamente a Vane, y sin dejar de observarla me responde—, pero en caso de una emergencia de dinero, podrían incluso vender sus ropas o pertenencias en tiendas de segunda mano. Cuando uno vive solo, a veces hay que priorizas la supervivencia incluso en situaciones extremas. Nunca sabes a lo que podrías enfrentarte allá fuera. El silencio nos rodea unos segundos, hasta que Logan suspira y me jala de la muñeca. —Las llevo hasta sus casas, así recogen algo de dinero y ropa. ¿Pueden entrar a sus habitaciones sin que las vean? —Sí, pero necesitaremos que aparques lejos, para que los vecinos no nos vean llegar —comento pensativa, y una ligera adrenalina comienza a subir por mi pecho. —Llévense mi coche —Jake le lanza las llaves a su primo, y luego frunce el ceño—. Y no demoren mucho, los esperaré abajo para hacer cambio de coches. Aparta a dos cuadras calle abajo para que no relacionen el coche, igualmente lo cambiaré pronto y no habrá problemas en caso de que la policía ya las esté buscando para el fin de semana. Un escalofrío recorre mi espalda, y el shock de ver la realidad de a poco va haciendo eco en mí. La policía nos terminará buscando. Al igual que las personas de aquí que nos quieren. Al igual que Derek.
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