Nunca disfruté tanto un viaje en avión como este.
A pesar de tener escalas y mucha turbulencia, sentía que era el final de un doloroso existir, sentía, que, de ahora en adelante, todo sería para mejorar.
Una nueva vida para mi hay del otro lado del mundo, Londres me esperaba, mi padre quiso que fuera allí, no me importa, solo quiero estar lejos de él y su inmunda política corrupta.
Me recibieron en el aeropuerto en una limusina blindada con muchos guardaespaldas, me sentí bastante incómodo, pero no tenía derecho a protestar.
Inmediatamente, me llevaron al campus universitario, donde el mismo decano de la facultad de medicina, guio mi recorrido, un señor de un nombre impronunciable, alemán él, que arrastraba su inglés; yo no tengo problema con el idioma, pues desde muy pequeño, recibí instrucción particular en inglés, portugués, italiano, francés, alemán y mandarín; los hablo casi a la perfección, también, la disciplina amorosa de mi padre, contribuyó a que aprendiera rápido.
Me ubicaron en una habitación con un compañero de apariencia algo desarreglada, hijo de latinos, pero nacionalizado estadounidense.
El decano, le hizo énfasis en su apariencia, le dio un discurso de comportamiento y buenos modales y le amenazó con expulsarlo.
En pocas palabras el muchacho le respondió que lo hiciera a ver quién perdía. Yo no entendí nada, los guardas dejaron mis pertenencias en el piso y salieron junto al decano.
—Hello? ¿Hola? ¿Hallo? ¿Ciao? Do you speak english?
—Hola, mi nombre es Sebastián.
—¡Ah, Sebastián! El hijo del mandatario... Yo nací allá, pero mis padres me abandonaron y a los 6 años un par de gringos me adoptaron, mucho justo, soy Andrew Olson, pero para los amigos soy Juan Andrés Cardozo, —estiró su mano para estrecharla con la mía.
—Mucho gusto Andrew —Le respondí mientras le daba mi mano. —Disculpa, pero, no tienes el tipo de estudiante de una universidad como estas.
—Lo sé, —Dijo mientras sacaba un cigarro de su bolsillo, —¿quieres? —Preguntó.
—No, jamás lo he hecho.
Me miró algo incrédulo y soltó una carcajada.
—¿Así que los hijos de los presidentes no fuman eh?
—Tengo 16, claro que no.
—¿Y? Yo lo hago desde los 12.
—¿Y tus padres no te dicen nada?
—Nahhh ellos ni saben si me alimento o no, andan muy ocupados, ¿acaso los tuyos te prestan atención?
—Realmente no, solo ven lo malo, mi padre solo aparece para dar órdenes y golpearnos cuando no las cumplimos.
—Ah bueno, entonces es un alivio que estés aquí, estando al otro lado del charco es difícil que te golpee; bueno y ¿en qué carrera te apuntó papi?
—Medicina.
—¿Y qué es lo que tú quieres?
Lo miro fijamente y titubeo antes de contestarle... —Quiero ser pintor.
—¡Wow! Bastante alejado lo uno de lo otro. Pero... Te podría ayudar con eso, si eres valiente claro está, supuestamente, yo voy a ser abogado y en realidad estudio arte, aquí no hay pintura como tal, pero, en artes verás muchas cosas. Piénsalo y me dices.
¿Cómo puede ser eso? La idea no me disgusta, pero no creo que sea fácil, ¿cómo no se va a dar cuenta mi padre?
Mi primera noche, contrario a lo que pensé no fue muy buena que digamos, poco podía dormir, me levanto y me percato que Andrew no está, me asomo al pequeño balcón y diviso un lindo paisaje nocturno, tomé un par hojas y lápiz y me dejé llevar, estaba tan concentrado, que no noté cuando este loco muchacho cayó sobre mí como si viniera del cielo.
—¿Pero de dónde vienes?
—¡Shhhhh! Te van a escuchar, entre rápido y te cuento.
Recogí mis cosas y las guardé de prisa.
—Vengo de una fiesta privada con 3 pollitas.
—¿Pollitas?
—¡Ay si eres tonto! 3 chicas, muchachas, jovencitas de primer año.
—Ah, entiendo, ¿Qué no están prohibidas las fiestas?
—¿Y? Hecha la ley, hecha la trampa.
Me sorprende de sobremanera lo libertino que es.
—Sebastián, tienes cara de virgen, —Dice mientras me mira por todos lados, haciendo ruidos imitando un scanner. — Pi, pi, pi, pi, positivo para virgen, —gritaba por todo el cuarto dando vueltas. —Oye, tengo calor, ¿está haciendo calor?, ¿tienes calor?, porque yo sí.
Empezó a quitarse la ropa hasta quedar desnudo, siguió corriendo un rato y luego se metió a la ducha, ¡a las 2:00 am! Estaba cantando en el baño cuando de repente quedó en silencio, espero a que salga, pero nada, escucho el agua corriendo y aunque le llamo un par de veces no responde, así que decido entrar; ¡estaba dormido! Bajo el agua de la ducha, con una mano en la pared sostenido no sé cómo, se durmió.
Cierro la llave, lo tapo con una toalla y como puedo lo llevo a su cama, lo visto, lo acuesto y lo tapo.
Este tipo está loco...