Capítulo 2 - SER ALGUIEN EN LA VIDA

683 Words
"Estos discursos me aburren" pienso mientras veo a mi padre hablar de cosas que no va a cumplir. Habla de proteger los bosques y por otro lado ya tiene negociado una parte de estos para permitir la construcción de apartamentos de lujo, ¡la hipocresía a flor de piel! Llevo tres meses de evento tras evento desde la posesión de papá y deseo salir corriendo, pero le temo tanto que mejor no lo hago. —Sebastián, hoy llega un tutor que te preparará para el exámen de la universidad, aunque no es nada del otro mundo, porque ninguna universidad en el mundo rechazaría al hijo de un mandatario, aunque sea vago o inútil, ni siquiera a ti te rechazarían. Como siempre me hablaba como a uno de sus soldados, frío, seco y ofensivo en sus palabras. —Si padre, estaré listo, —Me paro para salir de la habitación, pero no me lo permite, me toma fuertemente por un brazo y casi me tira al piso. —¿Acaso te dije que podías retirarte? —Perdón padre, creí que ya había terminado. —¿Creíste? ¡Tu aquí no crees nada! ¡Aquí se cree, se prensa, se dice y se hace lo que yo digo! —Pude ver como la sangre se le subía a la cabeza, en cada frase subía más y más la voz, yo me quedé inerte ante sus ojos llenos de odio y no pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas; —¡Estúpido, —Me gritó mientras me abofeteaba, —¡Los hombres no lloran! En ese instante, Annette entró a la habitación a decirle a mi padre que le llamaban del despacho de ministros. —Tenemos una conversación pendiente "maricón". —Acto seguido, se retiró. Mi hermana me mira con lástima, como si quisieras decirme algo. —Dilo, soy un imbécil. —No lo eres, solo tienes que volverte fuerte o no vas a sobrevivir a papá. —¿Fuerte? Osea, ¿como él? —No dije eso... A lo lejos escucho los gritos de mi padre, está discutiendo con alguien, Annette y yo salimos volando antes que vuelva a desquitarse con nosotros. Volamos a la cocina bajo las naguas de mamá Ceci. —Mis niños, no cambian, ¿Qué hicieron ya? —Nada Ceci, ¿En qué concepto nos tienes? —pregunto poniendo cara de serio. —No hagan enojar al general, —Así le dice ella a papá. —Tranquila, no lo haremos. Salimos por la puerta de servicio a uno de los jardines internos del palacio de gobierno, inmenso, hermoso y muy bien cuidado. Lastimosamente, la vista de mi cuarto no da para ese lado, muero por dibujarlo. Por fortuna, mi padre no permanece aquí, así que puedo recorrer con cierta libertad el lugar. Después del almuerzo, llegó el dichoso tutor. Un señor más preparado que un kumis... Lleno de títulos y doctorados, egocéntrico y prepotente. —Muchacho, —dice mirándome por encima de sus gafas, —En la vida debemos hacer lo que nos conviene, no lo que nos gusta, tienes una gran oportunidad en las manos, cualquiera en tu lugar estaría feliz, aprovecha mientras tu padre gobierne, todas las puertas se abrirán para ti. Si quieres ser alguien en la vida, haz caso a tu padre. Tan fácil... Yo no quiero ser doctor, pero no encuentro la manera de zafarme de esto. Le he consultado a Ceci y me dice que sea lo que sea, le debo respeto y obediencia a mi padre, que, aunque su modo no es el más amoroso, siempre ha querido lo mejor para nosotros. A Janeth ni le pregunto, a mi madre menos, así que mejor acudo a Annette, quien me dice que lo mejor es que obedezca, pero que pida estudiar en el extranjero, así seré más libre. Le comento eso al profesorsete ese, argumento que, según mis investigaciones, las mejores universidades están fuera del país, así mismo, le digo que me gustaría especializarse en cirugía, lo cual le maravilló; sé que de él depende, que mi padre acepte enviarme a otro país.
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