I

2797 Words
El Comienzo. Oliver  Me encontraba en mi oficina desde muy temprano, comenzando la jornada laboral de importantes futuras negociaciones, las cuales obviamente serán de mi beneficio y para mí éxito laboral, porque ese soy yo, Oliver Sanders, un hombre exitoso a quienes muchos consideran un hombre ambicioso y de hecho lo soy, no negaré absolutamente nada.  Tengo 33 años y desde muy joven me había propuesto ser el mejor, cosa que he logrado con dedicación. Si hay algo que me encanta son las mujeres, pero obviamente ninguna me interesa en el ámbito serio para formar una familia, eso es algo de tontos. Estaba tan metido en mis pensamientos, hasta que escuché cómo se abría la puerta y obviamente sabía quién era... —Max, ¿qué haces tan temprano en mi oficina, no ves que trabajo? —lo fulminé con la mirada, realmente ese rubio sabe molestar—. ¿Qué tu novia no te entretiene lo suficiente? Ese era mi mejor amigo desde hace años y mi jefe de personal. Un rubio alegre prácticamente opuesto a mí, lo que seguro era motivo para mantener una amistad por tantos años. —Calma, idiota, relájate un poco… ¿irás a la fiesta de negocios hoy? —me preguntó interesadamente—. Es importante que vayas. —Sabes que no me queda de otra, es una fiesta muy importante pero de no ser así, ni siquiera iría —dejé a un lado los papeles, apretando mi tabique nasal con dos dedos—. A veces pienso que tantos lamebotas van a hacerme estallar la cabeza. —¡Já! Te conozco tan bien, querías estar en tus andanzas, ¿verdad? —me miró entre molesto y divertido—. Esa es la verdadera razón, no los que se te tiran encima con intenciones nada perversas. —Cállate, tarado, sólo desean que vaya para sus beneficios o que les patrocine algún proyecto, cosa que no haré; además, habrán mujeres esta vez, según me informó Christian, así que puedo aprovechar la ocasión —tomé de mi vaso de ron, ahogando una pequeña sonrisa. Sí, seguramente ir no sería tan malo, no si con eso podía conseguir una buena noche de placer. —En serio…. Los dos sabemos que vas para tratar de formar una negociación con Catherine Gilbert, no por las mujeres —veo como coloca sus piernas encima de mi escritorio, exacerbando mi mal humor. —Max, ¿cuántas veces debo decirte que no hagas eso aquí? —le tiré mi maletín a la cara—. Bueno sí, eso es algo primordial y adicional a eso, están las mujeres. Por supuesto, deberá haber una exquisita —ambos reímos, esperando con todas mis fuerzas de estar en lo correcto. *~*~* Luego de una gran jornada laboral me fui a visitar a mi madre, la verdad es que no tenía mucho tiempo para la familia; entre el trabajo y las mujeres, poco días veía a mi madre y por supuesto que ella se molestaba muchísimo y en parte no la visitaba mucho, porque me tenía cansado con el tema de casarme, el hecho que tenga 33, no significa que deba amarrarme la soga al cuello como el patético de mi hermano mayor. —Hijo, ¿cuándo traerás una chica a casa? —me miró tiernamente, sé que desea que tenga una vida con una familia, pero a veces exagera, aunque en ello tiene un poco de razón:  nunca le he llevado ni una sola chica a casa, mi padre piensa que soy gay y debo encontrar la forma de no aparentar que todo eso era un problema. —Calma madre, no tengo tiempo para el amor, debo dedicarme a trabajar y en que mi empresa sea la mejor de todas —le contesté rápidamente, tratando de evadir el tema—. Sabes que siempre estoy muy ocupado. —Pero hijo, ya yo me siento vieja y no quiero morirme estando tú solo, sin un hogar formado —me insistió, siempre sale con el mismo cuento y ya comienzo a irritarme. —Madre, eres una mujer hermosa, llena de vida y joven —le sonreí, cosa que ella me siguió—, pero tendré una familia algún día, eso cuando me sienta listo para ello. Nunca en la vida en realidad, pero no pensaba decírselo.  Además, solamente podía sonreír así con mi madre, ella era única y la amo verdaderamente, pero creo saber qué es lo que una chica debe tener para embobarme por completo y hasta ahora, no había encontrado a tal mujer. Ni creo encontrarla, la verdad. El amor es para tarados como mi hermano Paul. —Gracias hijo, te amo mucho, ¿lo sabes? —me preguntó, abrazándome. —Claro madre, prometo venir a visitarte más a menudo —le besé su mejilla a lo que ella asintió—. Cuídate mucho, hoy fue un día pesado y necesito descansar. —Llámame, querido —me dio un beso en la frente, mirándome con esos ojos grises que tanto dicen siempre. Me despedí de mi madre para irme a mi casa directamente, hoy realmente no tenía ganas de sexo ni nada por el estilo, estaba full cansado y lo único que quería era dormir, mañana me esperaba trabajo, además, debo ir a comprar mi traje de gala para la fiesta de disfraces que es en dos días y a la que tampoco puedo faltar. Mi mente no tenía cabida para más nada, seguía centrado en la carretera, cuando me llamaron al celular y como lo tenía en manos libres, se conectó la llamada. —Aquí Sanders —hablé seriamente. —Oli, mi amor, ¿no vendrás a visitarme ahora en la noche para tener nuestra rutina s****l? —escuché una voz familiar desde mi audífono. —Marilyn… —mencioné pensativo. —Te estaré esperando en mi departamento —dicho eso me colgó, dejándome con las palabras en la boca. Odio cuando hacen eso, me estacioné en el garaje de mi casa, eran las 7:15 pm y era muy temprano, descansaré un rato y luego iré a la casa de Marilyn. ** Luego de 3 horas de trabajar, limpiar y preparar mi comida, me dispuse a cenar mientras veía las noticias, todas comentaban de la bendita fiesta e igualmente yo, también espero que sea la gran cosa… Pero realmente tengo el presentimiento de que algo bueno sucederá. O al menos eso espero. —Creo que Marilyn debe estar cansada de esperar —sonreí maliciosamente, solo cumpliría con mis deseos sexuales y me largaría de ahí. Subí a mi habitación y me arreglé para mi encuentro s****l, estaba muy cansado pero unas horas de sexo me revivirán. Salí rápidamente de mi casa y subí a mi auto último modelo y comencé mi trayecto hacia el departamento de Marilyn, una de mis mujeres favoritas con las que me acuesto.  Son muchas, pero ella es de mis favoritas, simplemente porque me complace… al menos sexualmente. Bajé de mi auto y comencé a caminar e ingresé rápidamente al ascensor. Iba todo discreto, era un hombre importante y lo menos que debía hacer era dañar mi reputación. —Hasta que por fin apareces —me fulminó con la mirada, haciéndome pasar a su departamento. —Marilyn, querida, soy un hombre con vida, quiero que sepas que solo te utilizo para mi satisfacción s****l y más nada —recalqué.   —Lo sé, pero sabes que cuando se trata de ti, soy impaciente —sentía cómo comenzaba a acariciarme, pero no me provocaba ni cosquillas. —Déjate de cursilerías y cariñitos que no te he pedido —la tomé bruscamente tirándola en la cama y la muy descarada sonrió, es demasiado masoquista. —Hazme tuya, Oliver —veo como se quita su bata, quedando completamente desnuda, pero eso no provoca en mí ni frío ni calor. Me dedique a realizar lo mío, la penetré hasta quedar casi saciado pero ni aun así, me sentí lleno. ¿Acaso no habrá ninguna mujer que me deje exhausto? Casi la dejé destruida pero contenta, comencé a vestirme no me gustaba quedarme a dormir con las mujeres a las que frecuento en el sexo eso es para idiotas y yo no soy de esos. —¿Te vas? —me preguntó, tratando de regular la respiración después de andar chillando como una loca, no me molesté en responder porque sería lo mismo—, fue mejor que la vez pasada —me sonrió, cosa que hizo relucir mi sonrisa de superioridad. —Soy el mejor siempre —aseguré, caminando hacia la salida sin siquiera despedirme, quizás mi madre tenía razón, pronto cumpliré 34 y necesito que mi empresa tenga un heredero. Luego de ese pensamiento, no pude evitar reírme al imaginarme casado, es algo imposible. Fijé mi vista en mi reloj eran las 11:00 pm debía descansar mañana sería un día largo.  *~*~* Margaret. Estaba a un paso de mi entrevista para trabajar en uno de los medios de comunicación más importantes de la ciudad de Nueva York y de la región. —¡Sí, al fin comenzaré mi faceta como periodista, estoy emocionada! —grité, bajando de mi vehículo e ingresando al gran edificio frente a mí y mi futuro lugar de trabajo. Me encontré con una recepcionista del lugar y me aproximé a ella rápidamente para consultar información. —Buenos días, soy Margaret Kerr y mi entrevista es a las 8 am —le informé. —Buenos días, un momento por favor —me sonríe cálidamente—. Efectivamente, señorita Kerr, usted tiene una entrevista a las 8, por favor necesito que firme esto dando a entender que su cita ya ha sido realizada —dicho eso, firmé rápidamente—. Bien, pase al piso 8, se va directo a la puerta 6 a mano derecha —me informó rápidamente. —Gracias —di comienzo a mi camino, la verdad, estaba sumamente nerviosa, pero he estudiado y trabajado mucho para llegar aquí y mi gran deseo es poder comunicar la verdad —pensé, justo en el momento en el cual toqué la puerta de la oficina en donde me esperaban para entrevistarme. —Adelante —escuché e ingresé de inmediato—. Bienvenida, señorita Kerr mi nombre es Karen Fischer, toma asiento —me senté rápidamente y comenzamos a charlar. Ella me realizó todo tipo de preguntas profesionalmente a lo que yo respondía y ella me sonreía, quizás era señal de educación o de que lo hacía bien exactamente no tenía ni idea—. Y bien, Margaret, ¿por qué consideras que debes ser periodista? —me preguntó mirándome curiosa, sabía que esta era la pregunta clave. —Claro, señora Fischer, es un anhelo para mí informar y querer revelar la verdad detrás de todo, es un sentir y es lo que cada uno como periodista debe tener, es una carrera con un viaje muy largo que decidí atravesar y lo más importante, me encanta —sonreí, segura de mí misma. —Margatet, tienes el trabajo, comienzas mañana —me estira su mano para estrecharla junto a la mía, estaba súper feliz y debía celebrarlo con Charlotte, es un hecho. —No se arrepentirá —aseguré, retirándome contenta. *** —¡¡No puede ser!! —me gritó Charlotte emocionada. —Sí, amiga, tengo el empleo, desde mañana soy periodista del mejor lugar de comunicación no solo de Nueva York sino de la región —la abracé emocionada. —¡Esto hay que celebrarlo! —me miró sonriente y yo asentí. —Hoy es noche de disco, aunque después no duerma nada, pero… ¿qué te parece ir al mall? —propuse emocionada. —Esa es mi segunda casa, necesito ropa nueva —me miró, guiñando un ojo—.  Llamaré a las chicas entonces.  —De acuerdo, déjame arreglarme y quitarme esta ropa tan formal —corrí a mi habitación a cambiarme, después de todo, me encanta pasar el rato con mis amigas, son lo máximo. Horas después de ver una película, comprar ropa nueva y unos helados, todas nos encontrábamos en un restaurante cenando para finalizar el festejo previo, porque la verdadera fiesta era en la discoteca. —¡Felicidades, Margo! —mencionaron mis amigas, dando un gran brindis. —Margaret, creo que va siendo hora que te busques a un hombre, ¿no crees? —me menciona Tina, ella es la más experimentada en estos temas de hombres. —No claro que no, en estos momentos no estoy para nada interesada —mencioné tranquilamente. —No puede ser posible que seas la única virgencita del grupo —me miró Charlotte con malicia y burla junto con algunas. —Cállense —expresé roja de la pena—. Quiero hacerlo cuando esté realmente segura y preferiblemente cuando me case —sonreí, era uno de mis sueños. —Eso es para los siglos antiguos nena, hasta Ashley te ganó —se burló Tina, haciendo que la pobre Ashley le diera sus ataques de vergüenza, ni me la quería imaginar aquel día, no puede ser que hasta ella sea menos inocente que yo. —Eso no importa chicas, ¿que han ganado con tener sexo? —pregunté curiosa, la verdad es que todas cuando comentaron de la primera vez dijeron que era como la misma gloria y ahora todas andan de adictivas, ¿tan bueno es tener relaciones sexuales? —me pregunté a mí misma pensativamente. —Sentirme amada —respondió Ashley, haciendo que me sorprendiera, no pensé que respondería, siempre suele evitar estos temas. —Ir al cielo —mencionó Tina de manera soñadora. Wao, muy bueno debe ser Christian para que la tenga así, de verdad. —Placer —Charlotte me miró pervertidamente. —Pero sobre todo amor entre tú y tu pareja —me sonrió Mónica—, por ahora no sabrás de lo que hablamos, pero quizás con ese sueño tardes un poco en comprendernos —me enredó un poco los cabellos, provocando una risa de todas al ver mi puchero. —Chicas, tengo el presentimiento de que mi vida dará un giro de 180º grados —sonreí emocionada, ya quería comenzar esta nueva etapa, sea cual sea.  *~*~* —Gracias chicas por la pre-celebración, la pase genial pero debo irme a dormir son las 11:00 pm ya y mañana debo madrugar porque inicio y quiero empezar bien —sonreí al mismo tiempo que todas. —¡De nada, Margaret! —mencionaron en coro, mientras cada una se despedía de mí. —Gracias, Charlotte, por el arreglo y tomarte la molestia —la abracé. —De nada, sabes que puedes contar conmigo para cualquier cosa —me sonrió y agitó la mano en señal de despedida cosa que imité. Ingresé a mi departamento soy una joven de 23 años que es completamente independiente, mis padres me ayudaron en mi formación y realmente estoy muy agradecida pero a la edad de 21 años decidí independizarme a pesar de llevar dos años sola, vivo muy bien.   Cerré todo ventanas y puertas, me di una gran relajante ducha con fragancia a fresas, me encantaban las fresas y una vez terminado, me acosté en ropa interior. Me gustaba dormir así, ese era uno de los beneficios de vivir sola, tú estableces tus reglas, mañana es el comienzo de mi nueva etapa. Con ese pensamiento, me acosté a dormir sumamente contenta. Horas después…. 8:00 am. —¿Infiltrarme en una fiesta de negocios importante? —exclamé sorprendida. —En efecto, Margaret, queremos que trabajes con nosotros como una periodista bajo perfil, infiltrándote en todo tipo de eventos para obtener información —me miró seriamente. —Comprendo —murmuré bajito, la verdad, esto no era lo que imaginé. —Si no lo deseas, podemos contratar a otra persona dispuesta a hacerlo —me dijo alzando ambas cejas. —No, claro que no, siempre se comienza desde abajo —sonreí decidida—, quiero ser una periodista reconocida por informar la verdad siempre y si debo empezar así, lo haré.   —Sabía que aceptarías, eres la correcta para este trabajo —me miró sonriente—. ¿Sabes que los periodistas de bajo perfil son los mejores? —me preguntó animada. —No sabía acerca de eso —hablé sorprendida. —Sí, Margaret, ellos llegan a todo, con tal de sacar la verdad en fotografía, mediante a redacciones cien por ciento efectivas —me entregó una placa de identificación junto con una gran cámara súper genial—. Mientras que trabajes con nosotros, la cámara es completamente tuya y la placa es para identificarte en el edificio y obtener fácil acceso —me informó. —Gracias, y… ¿quién es el blanco? —mencioné seriamente. —Oliver Sanders —contestó de la misma manera.
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