Reputación

2307 Words
Al llegar a casa de los Benett esa tarde por fin logró respirar. Un par de jóvenes de la servidumbre tomaron su abrigo, su bolso, sus guantes y pasó junto con Trina a la terraza para tomar el té con la señora Benett. Para su sorpresa ella estaba con un par de señoras que casualmente pasaron por allí, las recordaba. Habían envejecido un poco, pero eran vecinas de ellos. No podía apartar de su mente el desprecio con que la habían tratado antes, la cizaña con la que comentaban a sus espaldas y fue como una película que se repetía en su memoria. Cotilleando entre ellas, mirándola completamente reduciéndola a menos de una persona. A pesar de ello les hizo una pequeña reverencia a modo de saludo. La miraron de arriba abajo sin disimulo y sintió escalofríos, colocó nuevamente esa mirada penetrante autodefensiva y se irguió con elegancia. A diferencia de aquellas veces ellas le sonrieron levantándose de sus asientos para darle dos besos cada una en las mejillas como si nada hubiese pasado y preguntando por qué no estaba en casa. Parecían viejas amigas, aunque en el fondo Julia estaba segura que sabían por qué. -Le estaba diciendo a las señoras Julianna que mi hija logró convencerte de pasar una temporada con ella en Londres y que aceptaste acompañarla – mencionó la señora Benett y dirigiéndose a las invitadas continuó – por supuesto aquí están más cerca de la ciudad, como ven son jóvenes y tienen planes, hacer vida social – restó importancia con un ademán - Lamentamos profundamente lo de tu abuelo. Callahan era un caballero. Aunque sucedió ya hace más de seis meses aun llevas el luto querida y comprendemos la intensidad de tu pérdida - Julia las miró por unos segundos sin palabras y luego su rostro se transformó llenándose de una rabia impotente -Mamá tiene razón tenemos la temporada complicada, de hecho justo ahora tenemos cita a.. tomar el té con Patricia, hace mucho tiempo que no estamos las tres así que solo estamos de paso - Intervino Trina - es un placer verlas señoras, las dejamos compartiendo su té Luego de despedirse Trina la tomo del brazo y salieron por donde habían entrado unos minutos antes. De quedarse sería sometida a preguntas incómodas, precisamente esas dos no tenían ningún tipo de reserva. Estaba preparada para defenderse, aunque para ser honesta consigo misma no sabría responder que fue de ella en esos cinco años y por nada del mundo les diría que estuvo aislada de la sociedad que la rechazó. Así que volvió a colocarse el abrigo y los guantes para ir en auto 10 minutos más colina arriba, en donde vivía su amiga Patricia con su esposo. No tenían cita, pero tampoco necesitaban invitación ella estaba feliz de volver a ver a Julianna y Trina siempre era bienvenida. Entre abrazos Julia le dio la en hora buena por el pequeño bulto que asomaba en su vientre. Patty siempre fue muy buena amiga y muy prudente, así que no pregunto nada y con el té se dedicó a contarle sobre los últimos meses. Le preguntó por los niños y los Hobs a los que le había tomado cariño, la había visto hacía tres años por última vez cuando fue a visitarla con Trina y mantenían el contacto por cartas. La visita fue más cómoda que muchas otras y se sintió de pronto como si el tiempo que hubiese estado fuera de Londres fuera realmente corto, las tres volvían a reír juntas sin preocupación. Su abuelo tenía razón había gente que la quería y esa noche se durmió sin contratiempo, después de cinco años lejos de esa vida parecía que había pasado una semana en lugar de un día. Los siguientes dos días fueron parecidos. Esquivando chismosos y visitando a los que una vez fueron verdaderos amigos. Froy dejó sus ocupaciones esa tarde para recibirla con un abrazo y una sonrisa que siempre tenía para ella. Vivián con su cálida forma de ser la abrazo con cariño presentándole a el bebé, un hermoso niño de enormes ojos grises como los de su padre. Lo sostuvo con emoción y le sonrió dulcemente, mientras que a la carrera Cristina la abrazo como si la hubiese visto todos los días, aunque la última vez fue hace ocho meses cuando murió su abuelo y la familia se trasladó para estar con ella un par de semanas. La niña que había sentido su tristeza la acompañaba siempre de la mano. Lloró mucho el día de la despedida, pero Julia le escribía a menudo. Aún no sabía leer así que sus padres le leían su parte y le enviaban un dibujo suyo con cada carta. Se recostó a su lado quedándose quieta con su abrazo acunándola en su regazo y haciendo que poco después se quedara dormida -¿No te gustaría tener hijos algún día Julia? – preguntó Vivián con ternura al verla con su hija -Yo... – miro a la pequeña y sonrío - lo quise.. Lo soñé alguna vez, pero... "Algún día" – resonó su propia voz en su cabeza cuando lo susurraba al oído de Henry – ya no creo que... sea tan posible -¡Claro que sí!. Eres joven y encontrarás a un hombre que sea digno, serás feliz – repuso Froy con él ceño fruncido -¿Un hombre que sea digno?. Es decir, ¿Que me acepte con mi pasado? -No tienes qué avergonzarte de nada Julia.. Ese que logre tenerte será afortunado – la voz de Vivián sonó con determinación -Y muy rico...- contestó con tristeza – será lo único que quiera de mi. Quizá deba viajar a otro país para conseguirlo porque aquí todos creen conocer mi pasado y para ellos lo único rescatable de mi persona es la herencia -No lo veas de ese modo – Froy sacudió la cabeza alejando esa conversación negativa y sonrió – eres maravillosa, no quiero que pienses lo contrario – miró a la niña dormida en sus brazos – será mejor que lleve a Cristie a la cama Al dejarlas solas Vivián se acerco a su lado y con una enorme sonrisa le contó un poco de su propia historia -Sabes… El amor viene a este mundo de diferentes formas. Yo también me enamoré de todo corazón antes de conocer a Froyland, era el Visconde de Warwick. Jack era para mí una hermosa ilusión, pero debía casarse con otra chica. Aunque los momentos que compartimos fueron únicos yo deseaba que ocurriera algo para que en lugar de ella en el altar estuviese yo, sufrí mucho al perderlo. -Entonces debiste de pensar lo mismo cuando Froy y yo.... -...Si, no podía creer que me hubiese vuelto a enamorar y aunque pasaba exactamente lo mismo lo que sentía por Froy era distinto... en intensidad. A pesar de que mi corazón llegase a querer salirse en ambas ocasiones, mi segundo amor sufriría el mismo destino no sería para mi, pero esta vez algo pasó – le sonrió – aun veo a Jack de lejos y pienso en todo el cariño que compartimos. Fue dulce y sincero, pero fue y él ahora está enamorado de su esposa y yo del mío. Por eso cuando llegue el hombre que toque las puertas de tu corazón no cierres los ojos, no te aferres a viejas heridas debes dejar ir para que una nueva realidad te llene de besos. -Le devolvió la sonrisa tan amplia que sus ojos se humedecieron – Algún día En ese instante apareció su querido amigo y observo como Vivián al mirarlo sus ojos brillaron con amor. Se disculpó para atender a el pequeño y Froy aprovechó para hablar con ella. La condujo a su despacho y se sentó a su lado tomando sus manos con ternura -¿Estás bien?. ¿Te has sentido bien estos días aquí Julianna? -No te preocupes Froy yo... Estoy bien, no he tenido problemas supongo que si he estado tres días aquí y ellos no se han aparecido para reprochármelo ya no les importa -Sabes que cuentas con todo mi apoyo, te quiero muchísimo y no voy a permitir que vuelvas a pasarlo tan mal nunca. Sé que Callahan te protegía y ahora que no está yo te cuidare – la miro con una sonrisa – aunque estoy convencido que no necesitas que nadie cuide de ti, estas diferente. -¿Como diferente?. ¿Sigo siendo tu chica no? – le dedico una sonrisa bastante falsa -Siempre serás mi chica... – dudó un poco en continuar, aun así las palabras se abrieron paso – pareces hecha en mármol caramelito, en el campo al menos sonreías de verdad. Sé que extrañas a tu abuelo, pero.. ¡Hay algo más! ....Has cambiado. -No pasa nada Froy, solo que ya no soy una niña tonta. Nadie volverá a lastimarme. -No, no lo dudo y además... Estas hermosa. Una hermosa muñeca de mármol, no creo que alguien se atreva a señalarte eres una dama y siempre lo has sido, si ellos no lo entienden se lo pierden – se acercó y la abrazo nuevamente – dime qué pensarás en quedarte, sabes que nosotros somos tu familia. -Beso su mano acercándola a su mejilla – lo sé Froy y los quiero, pero esto debo hacerlo sola – lo miro asentir un poco más aliviado Ese fin de semana sería el baile de gala justo al día siguiente. Trina había ido a visitar a unos parientes y ella decidió quedarse a escribir cartas a su gente en el campo. La puerta sonó y al dar el paso, Silvia, la chica que habían asignado los Benett para sus tareas personales entro anunciando una visita. Era muy raro que alguien quisiera verla, así que inmediatamente pensó en Froy. Aunque a esas horas estaría en el consulado, se habían despedido hasta el baile. La muchacha confirmó que era un caballero y se alarmó cuando luego dijo su nombre -Me dijo que si podía hacer el favor de recibir a su hermano. -Bajo enseguida Silvia, gracias. En cinco años su hermano mayor solo le había escrito nueve cartas. No hablaban de ellos y solo le contaba como estaba la situación en Londres con relación a ella. Lo encontró en la sala privada de espaldas hacia la ventana con un traje marrón hecho a la medida, tan alto como lo recordaba con su pelo castaño claro engominado y elegantemente cortado. Carraspeo por lo bajo tragándose las emociones y él giró. -Me da gusto verte – su voz sonó fría e impersonal -¿Julianna? – parpadeo confundido por un instante. La mujer que veía no era ni la sombra de la chica alegre y dulce que era su hermanita, ni la triste mujer que vio en el funeral de su abuelo. Frente a él estaba una belleza rubia aún de luto con una mirada soberbia. Suspiró y se acercó unos pasos más a ella – Julianna, se decía que estabas en Londres y vine a comprobarlo. No... no me escribiste... -Creo Tom que no debía de importarte mucho, solo recibí nueve misivas cortas de tu parte y ninguna visita a excepción del funeral del abuelo hace ocho meses -Lo sé, pero... ¡la gente cuestiona que estés aquí y no en casa! Debiste de... -¿Casa?, ¿Cuál casa?. No iré a donde no me quieren y me importa muy poco lo que diga la gente, ellos me repudiaron públicamente no es de extrañar tanta distancia. -Se acercó lo suficiente – recuerda que tu avergonzaste a la familia con tus actos – dijo mirándola desde su altura -Ella levanto la barbilla y resopló – no hice nada malo y prefirieron creer en las habladurías. Fue su decisión. Dime Tom ¿viniste hasta aquí para pedirme en nombre de ellos que me marche? -¡No! – suspiró – eres la heredera de una cuantiosa fortuna, el legado del los Callahan está en tus manos debes estar aquí – se pasó las manos por el cabello y perdió su postura digna – Julia...eres mi única hermana, a pesar de lo que hiciste yo te quiero mucho. -Apretó los labios y su mano apretó fuerte el respaldar de la silla en el que se apoyaba – esperé a que lo demostraras por cinco años, en su lugar me diste la espalda igual que todos -¿Que querías que hiciera?. Éramos la burla de la sociedad y la nobleza... No vine a discutir, solo quería verte, saber que... que estas bien y pedirte que si pretendes quedarte en Londres vuelvas a casa -Gracias, pero estoy de maravilla aquí. Por ahora no se si quiera quedarme, ellos... -Están como siempre, inquietos por qué estás justamente aquí. Tal vez no saben cómo reaccionar ante tu regreso como una heredera... ¿Asistirás al baile de gala? -¡Por supuesto que lo haré! no tengo por qué esconderme... Soy una dama -Si – bajo la mirada – siento que estoy frente a una extraña -Soy una extraña Tom. Si me disculpas debo continuar con mis cartas y Trina vendrá por mí para comer con los McAlister -Lamento haberte molestado, no el haber venido. No sé qué pensar ahora que te veo así, aún tengo dudas Henry... Era mi mejor amigo, casi un hermano para mí y sea como sea tu eres mi hermana, mi sangre...eso no cambiará -Lo fui también por estos años, amaba a Henry – él suspiro y ella apartó la mirada Se despidieron con una inclinación de cabeza y dolía, dolía porque quería abrazarlo. Era su Tom, su héroe, su único hermano. Recordó cuando la llevaba sobre sus hombros y le cantaba para que se quedara dormida. El mismo que le espantaba a los pretendientes cuando tuvo edad, ahora un completo extraño. Cerró los ojos y desecho los recuerdos.
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