La noche tan ansiada llego, debía sacar a relucir todo lo aprendido. Aún principio, la timidez y la nostalgia hicieron que de varios pasos hacia atrás -—¿Que estoy haciendo? –pensó, en su imaginación todavía buscaba un hombre bueno, complaciente, sencillo y amable. Y en cambio en el lugar donde se encontraba todos eran duros, inflexibles y unos degenerados.
Sin embargo, no era tiempo de dudar era su última opción si quería salir de ese lugar. Se paseó por el salón y observó fijamente a los hombres que estaban alrededor, era cierto, que no estaba en posición de elegir, Madame escogería por ella, debía ser rápida y elegir, antes de que esa inescrupulosa mujer apareciera. Vio muchos hombres, uno peor que el anterior, se preguntó en qué clase de antro había caído, pero ella mejor que nadie sabía en la porquería que vivía. Debía de escoger bien, por lo menos en apariencia deseaba un hombre simpático de buen porte con la nariz recta y de mirada profunda no importaba el color de sus ojos mientras la miraran como un ser humano y no un objeto que podía ser comercializado, estaba tan asqueada de besar viejos borrachos y otros perdidos que eran asiduos a lugares como ese, donde se mostraban tal como eran, cuyas miserias morales eran descargadas en esas mujeres obligadas por las circunstancias a soportarlos.
Cuando parecía que todo estaba descalabrado, las personas comenzaron a disiparse y Jane pudo observar a un caballero joven y buen mozo apoyado en el espaldar de su silla sin ninguna preocupación o tal vez la única que se notaba la de la bebida -—Tiene que ser él-— pensó, acercándose muy segura a la mesa para pararse delante de él. Sin embargo, el sujeto no prestaba atención, ni emoción, al parecer ya había probado a todas las mujeres jóvenes del lugar y no había ninguna que llené sus expectativas sexuales. Jane, se puso nerviosa al ver a Madame con dirección a ella, rogó en su interior que por favor ese hombre la mirase, hasta que finalmente lo hizo alzando la mirada altivamente para quedarse prendado de esa joven rubia de profundos ojos verdes con unos jaspes marrones que tenía enfrente. Aprovechando este contacto visual, Jane rápidamente hablo.
-—¿Mi Lord quiere compañía? — con una voz sensual y dulce
— ¿Tú eres nueva? ¿verdad? Porque me parece que conocía a todas— arqueando una ceja y haciendo una mueca picaresca
–Es verdad soy nueva en este lugar, y no podía dejar de observar a un hombre tan buen mozo como usted— llevándose un mechón dorado detrás de la oreja— ¿puedo sentarme? — dijo nerviosamente mientras sus pupilas se dilataban por la situación. El hombre asintió y le invito a servirse una copa. Jane le guiño un ojo y se mordió el labio, haciendo que el hombre preste atención al coqueteo que hizo que se le erizase la piel. La Madame quien estaba al final del salón se acercó rápidamente con la intención de llevarse a Jane.
—Levántate, ven conmigo— dijo la vieja mujer, con tono arbitrario pretendiendo tomarla del brazo.
—Un momento, Madame, la dama me está acompañando, por lo que esta noche demando sus servicios— dijo el caballero, evitando de esta forma que Jane se fuera con ella.
— Disculpe mi Señor, pero ya me dieron una considerable suma por ella, y le diré que es muy generosa— replicó la vieja mujer.
—Considero, que podemos llegar a un acuerdo Madame, usted sabe quién soy yo y lo que puedo pagar. No tengo ningún reparo de darle el doble por la compañía de esta bella dama, deje que me quede con ella— replicó con un tono seguro y algo serio.
Madame miró con suspicacia este ofrecimiento, pero no le quedó más remedio que aceptar el compromiso y comunicarle al hombre que la acompañaba que Jane ya estaba obligada con otro caballero.
La ojiverde, suspiró aliviada e hizo una mueca de agradecimiento al que era su acompañante.
— Tranquila, no volverá ¿Cuál es tu nombre? -— preguntó el caballero, sosteniéndole la mano.
A lo que Ella respondió -—Sin nombres.
—Pero como te llamaré— con tono incrédulo y arqueando una ceja. Aquella introducción le parecía de lo más fascinante ninguna de las mujeres con las que estuvo antes mostraba la audacia y la astucia de esta joven. Por lo general a las otras solo les interesaba el p**o y que pueda invitarles unos cuantos tragos.
—-Póngame el nombre que quiera-—dándole una sonrisa y fijando su mirada en el esbelto pero musculoso cuerpo que poseía ese hombre.
—-Hum… déjame pensar— quedándose callado unos cuantos minutos— creo que iremos a otrora época. Dentro de los libros favoritos que tengo está el de Medea.
Pensó varios minutos antes de esbozar una palabra. Porque aquel joven había escogido una tragedia su vida de por sí ya era una tragedia y ahora hasta llevaba el nombre de una mujer abandonada por su esposo. Mas allá de esa coincidencia Jane había heredado la creencia de las supersticiones de su madre esperando que no sea un vaticinio para su vida simplemente dijo—-me gusta…aunque muy desdichada—llevándose la mano a sus labios—- ya que estamos con tragedias griegas...lo llamaré Jason, como el esposo de la pobre Medea-— el hombre gimió en señal de aprobación.
—Veo que conoces de mitología, es extraño conocer a una mujer que haya leído este tipo de libros… Me parece algo fascinante, sin embargo, estos personajes fueron muy desventurados, ya que como sabrás Jason abandonó a su mujer por casarse con alguien más y ésta a su vez en venganza mata a su rival y a sus hijos huyendo con los c*******s. Algo muy lamentable, espero que eso no nos ocurra a nosotros— dando un largo suspiro.
— Si lo ve de esa forma es algo muy desdichado, pero acaso la vida no es una tragedia— quedándose callada unos minutos— yo creo que el encontrarnos aquí, ya es una tragedia. Porque yo soy una criatura de la noche y usted es un caballero. Somos la luz y la oscuridad— sonriendo.
— ¿Qué te hace pensar que soy una luz? El estar en este lugar, posiblemente te muestra una faceta oscura de mi ser y probablemente sólo quiero saciar mis bajos instintos en un lugar donde la sociedad no pueda mirarme ni juzgarme— dando un largo trago.
— Entonces somos dos almas perdidas en la oscuridad y que en este momento sólo buscan compañía— replico Jane —Que se le apetece hacer-—agarrándolo de la mano y entrelazando sus dedos con los suyos
-—Para que eres buena-—arqueando una ceja y con una mirada de picardía.
Jane, no podía creer lo que hacía en qué momento se volvió una desvergonzada y descarada, pero todo sacrificio valdría la pena si quería salir de allí lo más rápido posible.
-—Soy muy buena bailarina, puedo mostrarle si desea… entre otras cosas
Una gota fría rozó la mejilla de aquel hombre, mientras observaba cada vez más interesado a su ocasional acompañante cuya seducción lo perturbaba. Debía poseer a esa mujer, quería probarla era demasiado hermosa para dejarla ir. Ambos se levantaron de la mesa y caminaron por un largo pasillo, hasta llegar a las tantas habitaciones que había en ese lugar. El extraño, prefería saciar sus deseos carnales en aquel lugar, antes de trasladar a cualquier dama de la noche a su piso de soltero. Si bien, no era un secreto que frecuentaba burdeles, prefería que sus fantasías se quedaran en esas paredes, antes de que se lo identificara con nombre y apellido y se diera con el nombre de la dama que sería su acompañante, la prensa podía ser bastante sensacionalista.
Para cuando entraron a la habitación, esta era la más exclusiva del lugar. Jane jamás se imaginó estar en un lugar de tales dimensiones, muy bien decorada donde parecía que la lujuria salía de las paredes.
— Pasa— dijo el extraño, haciendo que la ojiverde se sonroje y entre tímidamente para luego esbozar unas cuantas palabras— Me pondré algo más sensual— mientras se cambiaba se expresó a si misma — debo hacerlo bien.
De pronto ya estaba bailando frente al hombre, despojándose uno a uno del atuendo que traía hasta estar completamente desnuda. El hombre veía embelesado los movimientos sensuales de la dama, la aprisionó para estrecharla contra su pecho, luego la miro fijamente y le dio un beso en su hombro desnudo para bajar suavemente sus manos por el cuerpo tibio de la joven mujer que se le ofrecía íntegramente, primero lentamente para que luego su tacto se volviese más salvaje, esto hizo que Jane se arqueara dejando aun más expuesta su desnudez. Sentía como se quemaba haciendo que todos sus sentidos se nublaran.
El extraño susurró— Por Dios eres ardiente. Jane comenzó a gemir, como nunca antes le había pasado estaba disfrutando las caricias de aquel hombre, pensó que era frígida y que nunca sentiría placer por ese intimo contacto, pero allí se hallaba disfrutando las caricias de un joven caballero. En un afán provocativo se deshizo de su agarre y lo invito a la cama. El hombre se desvistió tan rápido cómo pudo y se unió al lecho dónde se hallaba Jane, ella sintió un leve cosquilleo, paso una mano por su nuca pegándose a él. El extraño se estremeció. Inspiro hondo su aroma femenino mientras esos labios acariciaban los suyos. Quería fundirse con ella, hacérselo brusco, pero también suave, hacerlo de todas las formas inimaginables, conseguir que no pudiese olvidarlo jamás. Hicieron el amor hasta casi el alba, sin embargo, era el momento de que se marche.
La ojiverde despertó y le lanzó una mirada seductora, mientras observaba cómo este se vestía y dejaba de ser una criatura de la noche para convertirse en un caballero respetado por la imperiosa Londres.
— Debo marcharme Medea— brindándole un beso en la mejilla mientras se colocaba sus pantalones y muy apresuradamente la camisa.
—Está bien Jason, espero que hayas disfrutado de mi compañía— lanzándole una sonrisa pícara y despabilándose.
—Eres preciosa y muy dulce—Él la taladró con esos ojos grises y penetrantes que a ella la hacían temblar.
Lo cierto, es que lo había disfrutado en demasía y estaba dispuesto a volver a requerir sus servicios. Se aliso la chaqueta y de prisa salió del lugar, tuvo que tomar un carruaje en alquiler para que lo llevará a su mansión, una vez allí, Thomas, el mayordomo le abrió la puerta.
-—Buenos días Joven— dijo Thomas con una voz afable, pero sería— Temo decirle que Su excelencia, su padre está iracundo. Ahora mismo está encerrado en su estudio.
—Allí debemos dejarlo solo y concentrado en sus quehaceres. Es muy temprano para un sermón—sonriendo y llevándose la mano a la nuca.
—más tarde hablaré con él, por lo pronto necesito dormir—retirándose hacia su habitación seguido de su ayudante de cámara.
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En otro lugar de Londres donde parecía que el sol no brillaba con la intensidad de la otra cara se hallaba Jane aun haciendo memoria por los sucesos del día anterior. Estaba realmente feliz, disfrutando el recuerdo del cuerpo de un hombre tierno y varonil que había recorrido cada centímetro de su cuerpo. Jane estaba parada cerca la ventana mirando el tumulto de gente en esas calles que tan bien conocía. Una mano le tocó el hombro haciendo que salte del asombro.
—¿Jane cómo te fue? —- preguntó Leila con cierta impaciencia y un dejo de curiosidad.
—Oh Leila, muchas gracias— girando para tomarla de las manos — escogí un hombre joven, buen mozo, caído de los cielos lo único que espero... es que solicité mi compañía de nuevo—bajando la mirada.
Leila respondió —tranquila, lo hará, ya sabes debes mantenerlo interesado y aplicar todo lo que te enseñe de ser necesario debes convertirte en su confidente. Estos caballeros, llevan muchas veces frustraciones que no pueden despejar en su entorno, por lo que recurren a nosotras en la mayoría de los casos — dándole unas pequeñas palmadas en las manos
—espero lograrlo— con cierto pesar, aunque tengo que reconocerlo— poniéndose un tanto tímida—fue la mejor noche de mi vida, fue pasional fue romántica fue distinta.
—Es bueno escuchar eso, es excelente. Tenía que existir alguien ¿Sabes de quién se trata?
—Preferí no preguntar.... Le dije que fuera sin nombres.
—Está bien, yo lo haré por ti-— guiñándole el ojo — Ahora vamos, arréglate, sé que estás muy cansada, pero necesitamos comprar las telas y los trastes que se nos pidió, sino ya sabes cómo se pone Madame —-¡¡Divina!!-— ambas echaron una carcajada, tomaron sus mantillas y salieron a recorrer las calles de Londres que estaban levemente mojadas por las gotas que empezaban a caer propias de la temporada.