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4730 Words
Después de que los pocos asistentes se retiraran del campo santo, Jane se quedó un poco más de tiempo a contemplar la precaria lapida que ahora contenía el nombre de su madre, ni siquiera pudo ser enterrada junto con su padre como había sido su último deseo,  creyó escuchar su voz que le decía “ No llores por mí, estoy en un lugar donde no existe el dolor… sólo reina el silencio y la paz eterna” movió la cabeza a los lados y luego se sujetó las manos; comprendió que era hora  de volver a su pobre vivienda. Cuando llegó a la puerta se paró delante de esta y dudo por varios minutos el entrar, suspiro y encogió los hombros para cruzar el umbral, se sentó al rincón de la pequeña sala que tenían en aquel lugar, abrazó sus rodillas hundiendo la cabeza entre ellas para llorar y llorar hasta caer dormida. Para cuando despertó, necesitaba hablar con otra persona para desahogarse. El problema era que no tenía a nadie. Estaba sola completamente sola deseo desesperadamente, sentir el abrazo de su padre como cuando era una niña con quien se sentía segura, sin atisbos de sufrimiento, un abrazo que le infunda  consuelo y fuerzas, pero él también se había marchado –¿ Que iba hacer? sus ojos estaban tan hinchados que apenas podía mantenerlos abiertos, grito por unos breves minutos para sumirse nuevamente en el silencio que la acompañaba, miro a los lados buscando a su madre, pero naturalmente no la encontró, ella ahora se hallaba en la morada de los muertos, donde tendría su tan anhelada paz; si bien, su madre  trato en todo momento de mostrarse  calmada, afable y sobre todo serena. Siempre tenía una sonrisa para ella, conocía muy bien el sentimiento que la custodiaba desamparo y tristeza. Nunca se quejó, trató de infundir en su hija esa fingida calma y tener una sonrisa en la cara aun en los momentos más difíciles. —Yo no sé qué hubiera hecho, si hubiera estado en tu lugar— dijo Jane en voz alta— siempre fuiste una mujer valiente, no quisiste dejarme, pero Dios tenía otros planes para ti, te tocó una vida dura que pudo ser distinta si solamente papá nos hubiera dicho de su situación. Quizá entre los tres habríamos encontrado una salida—brotando nuevamente una pequeña lágrima de aquellos ojos rotos. Sintió su corazón latir acelerado, siguió temblando y sujetando sus manos tan fuertemente que dolían, pero nada comparado con el dolor de un alma rota. No supo cuanto tiempo estuvo allí, pero de pronto sintió una voz y unos golpes para luego ser acallados. Su mente sólo estaba jugando con ella porque en ese lugar no había más que soledad y miedo que invadían cada poro de su piel. Recorriéndole un pequeño escalofrío por todo el cuerpo, pensó que menos mal era de día, porque la penumbra de la noche la hubiera vuelto loca. Se apoyo en la pared y se levantó lentamente, fue a la habitación donde su madre pasó los últimos días y recogió las sabanas de la cama que aun tenían rastros de sangre, las junto todas para llevarlas a la parte trasera de la casa, y hacer una pequeña hoguera. Mientras observaba como el fuego las consumía, varios pensamientos le cruzaron por la mente y entre ellos el de terminar un ciclo. Por primera vez en mucho tiempo durmió tranquila sin la preocupación de levantarse a media noche para ver si su madre necesitase agua o compresas frías para bajar su temperatura que cada noche la atormentaban. Por lo general los delirios que la acompañaban duraban hasta cerca el alba, por lo que si llegaba a conciliar el sueño este duraba alrededor de dos horas como máximo. Cuando apoyo su cabeza en la diminuta almohada que tenía una sensación de paz la inundo, esa noche pudo transportarse donde ella quería y así lo hizo. Soñó con un hermoso Castillo que se encontraba cerca del mar, servía de fuerte para contrarrestar la invasión de los piratas y ella era la dueña y señora de aquel lugar. Ostentaba grandes joyas y cientos de sirvientes que eran como un sequito. Para cuando despertó lo hizo feliz, preguntándose cómo sería la vida con dinero, seguramente no tendría que preocuparse por buscar alimento entre otras cosas, naturalmente hablaba desde la carencia a la cual estaba sometida. Al día siguiente, la neblina de esa mañana estaba más densa de lo normal, se podía  sentir un leve olor  a humo que hizo que las fosas nasales de Jane se alertaran, presintiendo que algo muy malo estaba pasando, se apuro para  dirigirse a la fábrica como siempre lo hacía, empero tuvo que parar en seco, ya que a lo lejos observó como su fuente laboral se incendiaba, el espectáculo era desgarrador,  el fuego lo abrazaba todo,  el    techo se había desplomado y lo que una vez fue una prospera fabrica  ahora sólo era cenizas. Perdió el único lugar, que le daba su sustento. Estaba consciente de que lo poco que había ahorrado, no le alcanzaría ni para un mes, por lo que era urgente buscar un trabajo. Se encontró con una vieja compañera de trabajo que también veía con angustia lo que estaba pasando. _Jane, estas aquí_ girando para poder mirarla. _Agnes ¿Qué es lo que ha pasado? Todo estaba bien hasta ayer_ dando un resoplido. _ Parece que alguien dejo un farol encendido y este cayó ocasionando la explosión. Escuche varios rumores, pero lo cierto es que perdimos nuestra fuente laboral_ encogiendo los hombros y con lagrimas en los ojos. Jane pensó que una maldición había caído sobre su vida no se podía ser más miserable, la perdida de sus padres, ahora su trabajo que mas sucedería. _Ahora que harás_ replico Jane _ Mi hermano, como bien sabrás migro al sur hace unos años atrás para labrar la tierra. Creo que viajare hacia allá, estamos de acuerdo que aquí no hay oportunidades de trabajo y al ser mujeres nuestra situación se complica cada vez mas. Y ¿tu? Jane quedo varios minutos callada, hasta que finalmente respondió_ No conozco otro lugar que no sea Londres, no tengo familia ni conexiones. Además, por un lado, me apena abandonar esta ciudad ya que finalmente mis padres están enterrados aquí_ con cierto nerviosismo. Agnes respondió_ Creo que estas siendo muy sentimental, somos mujeres Jane llevamos las de perder ¿Qué pasara si un hombre intenta aprovecharse de ti? Estas sola, por favor recapacita. Puedes venir conmigo, eres más que bienvenida y lo sabes bien. _ Gracias Agnes, prometo que lo pensaré_ ambas amigas se despidieron con un efusivo abrazo, intuyendo que posiblemente iba ser la última vez que se encontrarían. Jane, camino hacia su casa como siempre lo hacía, pero esta vez sin un motor que la guiase a volver, temblaba y oía sus pasos como si llevara plomo en sus zapatos. Sintió unos ojos que se posaban en ella como si se tratase de aves carroñeras esperando atacar a su presa. Elevó la mirada y allí estaban unos ojos azules como el mar, pero a la vez tenebrosos que la observaban de pies a cabeza. Se le erizó la piel ante tal insinuación que por el miedo que le infundió corrió tan rápido que echo cerrojo detrás de ella. Se metió en la cama y a pesar del cansancio de la carrera y los nervios le costó mucho dormir. No dejaba de temblar nerviosa y sabía que si se dormía tendría horribles pesadillas, esos ojos se le quedaron clavados en la memoria eran los de un demonio, porque las facciones de ese hombre denotaban maldad. Tal vez antaño aquel hombre fue guapo ya que sus facciones no eran del todo grotescas tenía el cabello muy corto y oscuro de nariz recta y labios anchos pero la cicatriz que le atravesaba la mejilla le quitaba cualquier encanto. Jane sintió un torrente de emociones que la invadía, debía descansar sólo dormir. Pero de nuevo tembló al recordar como la habían mirado, entonces pensó en sus padres inquietos y angustiados por si algo le llegase a pasar. Una lagrima cristalina recorrió su rostro recordando una vez más lo sola que estaba. Tal vez y por un breve momento pensó en la proposición que le hizo Agnes de partir hacia el Sur, incluso la pelirroja le dejo anotado su dirección por si cambiaba de parecer. Al darse cuenta que esa noche no conciliaría el sueño, camino hacia la pequeña mesa que estaba fuera de la habitación y se sentó atrajo hacia ella un pedazo de hoja de papel y prendió un flamero viejo y torcido para que pueda darle luz. Tardó varios minutos en tratar de armar una idea y decirle a su vieja amiga que migrar hacia el sur no era tan descabellado. Le contó a su vez, que las últimas noches se había sentido en peligro y fue por esa razón que empezó a sopesar la idea de marcharse. Cerró la nota, volvió a la cama y finalmente pudo conciliar el sueño que tanto anhelaba. A partir de ese día visitó muchos lugares en busca de una oportunidad. Sin embargo, al no tener referencias podían tildarla de una ladrona, o en su defecto pagarle menos de lo que ganaría trabajando en una fábrica, sus esperanzas se desmoronaban con cada visita ya que los lugares a los que iba estaban atestados de gente tan urgida de trabajo como ella—Debe esperar— le dijeron. Ella no tenía el tiempo para hacerlo, consideró de una vez por todas migrar al campo y conseguir trabajo labrando la tierra, enviando esa nota que le abría otras posibilidades. Una de las tantas noches en que Jane volvía a su tugurio, se percato de que aquella noche de luna llena, era distinta a las demás, el aire se sentía más denso, más tenebroso con una pequeña brisa que parecía silbar con el choque que se daba entre esos callejones. Uno que otro sonido golpeaba las ventanas de esas viejas casas.  La joven rubia alzo la mirada chocándose con la imagen de unos hombres de aspecto intimidante la estaban siguiendo, acelerando el paso para evitar que la alcanzaran, empero esos hombres no se detenían, el miedo la paralizaba, trato de  gritar pero de su garganta no salió sino un leve quejido, comenzó a correr tanto como le daban las piernas, por aquellas calles silenciosas y oscuras donde lo inimaginable siempre es posible,  cuando pensó que los había perdido, sintió un golpe en la nuca que hizo que se le nublara la vista pero antes de caer desmayada logro reconocer al hombre que días atrás había visto incluso éste tuvo el descaro de hacerle una pequeña reverencia y una mueca desaliñada. Para cuando despertó se encontraba atada de manos y aun somnolienta, quiso incorporarse, pero por el agarre de las cuerdas no pudo hacerlo.  Miro a los lados y lo único que se encontró fue con unas paredes que traían un tapiz color carmesí totalmente decolorado, y una inmensa cama cubierta con un descolorido edredón rojo ¿en qué lugar de baja calaña había caído? Se preguntó, apoderándose el pánico de ella, no tenía a quien recurrir y eso la llenó aún más de desesperación. Gritó hasta quedarse sin voz, pero aquellas paredes permanecían en silencio. Había sido secuestrada y por el aspecto del lugar supuso que se trataba de un burdel, hasta que su mayor temor fue confirmado, cuando sintió la voz de un hombre hablando con una mujer al otro lado de la habitación, se estremeció y quiso una vez más jalar las cuerdas que la aprisionaban. La puerta se abrió lentamente y una mujer finalmente se asomo. —Veo que estás despierta— dijo con tono socarrón. _No se equivocaron con tu belleza, eres una buena adquisición, ganaré mucho dinero contigo. Acercándose hacia a ella hasta poder agarrarla de la barbilla. —Que es lo que quiere de mi— dijo Jane con voz temblorosa — No puede retenerme en contra de mi voluntad— mirando con detenimiento a la mujer que argumentaba que era de su propiedad, quien debía de rondar aproximadamente los cincuenta años de edad, poseía facciones agradables, que seguramente en su juventud la hicieron resaltar. No obstante, se notaba que el paso del tiempo hizo estragos con ella, sus ojos tenían un particular brillo entre la belleza de antaño y el castigo de los años que la vida inflige a mujeres como ella, Por su aspecto, esta debía tener alguna enfermedad ya que llevaba unos guantes blancos, que pudo habérselos sacado en cuanto rozó la piel de la joven, pero no lo hizo, ese leve rose dejo en ella una sensación de repulsión — Claro que puedo, pagué mucho dinero por ti y espero recuperar hoy mismo lo invertido— dijo con una voz grave y terrorífica. —No es posible, ustedes me secuestraron exijo que me deje ir— replicaba una y otra vez Jane. —No estás en posición de exigir nada… estúpida niña. Jane, no podía creer su suerte porque su vida era tan tortuosa. —Debí morir junto con mi madre — pensó mientras sus ojos se llenaban de lágrimas —No importa cuánto llores, nadie podrá escucharte, ahora un médico te revisará para constatar que eres virgen— con una mueca. —¿Qué es lo que quiere decir? — su respiración era agitada y nerviosa, sentía que su fuerza se desvanecía, además de la debilidad en la que se hallaba. —Serás vendida a un buen postor— cerrando la puerta de la habitación. Jane, se puso a llorar, cómo podría escapar a ese cruel destino, ella merecía tener una vida digna, era una persona decente, pero era pobre, oscura y huérfana. Ese día para ella dejo de existir el sol, ya que la luz era aplacada por esos seres malévolos que sólo querían oscuridad y silencio. La mujer era llamada La Madame por el respecto que infundada, aunque más que respeto era miedo por las represalias que podían llegar a tomar. Tal como prometió fue por el médico quien tenía un aspecto desagradable, que más se podía esperar si trabajaba para esa mujer horrenda. Jane fue sacada a rastras de la habitación por dos tipos corpulentos y golpeados por la vida; entre tanto jaloneo pudo distinguir al hombre de las otras noches, el de la cicatriz, sus ojos se llenaron de pánico comprendiendo todo, estos crápulas seguían mujeres indefensas para luego traficar con ellas, tal como ocurrió con ella. Pasada esa bochornosa escena, fue conducida a una habitación más pequeña con una ventana que daba hacia la calle, Jane trató de reconocer en qué lado de la ciudad se encontraba, pero el reflejo y su nerviosismo no permitieron que lograse su cometido. Se quedó a solas con el médico, pensó en suplicarle, sabía que cualquier intento sería inútil. Prácticamente ya no tenía fuerzas para seguir luchando por lo que dejó revisarse sin mayor oposición; una vez concluida tal revisión, el médico salió a dar encuentro a la Madame para certificar que Jane era virgen, sin embargo, también señalo que se encontraba con un cuadro de desnutrición severa y para evitar contratiempos debía ser alimentada apropiadamente. Jane, cada vez mas asustada escuchó el intercambio de palabras entre esa terrible mujer y ese hombre que se hacía llamar médico, sin importarles su presencia, cual si se tratase de una estatua de sal conversaban con el cinismo que da la complicidad   de los delincuentes, jugando con la vida de su víctima, sin otro rumbo que el de acumular un oro mil veces maldecido por aquellas infelices almas cuyos cuerpos mancillados eran su mercancía.  Ya nada quedaba que pudiera hacer, su destino se sellaría para siempre, entregada a un hombre sin escrúpulos un desgraciado que seguramente no tenía familia, ni hijos. Madame ordenó que entraran unas mujeres que más o menos tendrían su edad, en sus rostros se notaba la decadencia y los ultrajes a los cuales fueron sometidas. Jane todavía tuvo un rayo de esperanza con esas mujeres, porque pensó que al haber estado en su misma situación podían ayudarla a escapar; no pasó nada de lo imaginado, aquellos seres ya no tenían alma, estaban tan corrompidas como La Madame, con un sometimiento absoluto a su carcelera, ciegas a todo sentimiento de compasión, limitándose sólo a ayudar a cambiarla y colocarle un atuendo sumamente provocativo lo que haría que las apuestas sean más altas. Tratar de escapar sería en vano, aunque luchará con todas sus fuerzas sería reducida en cuestión de minutos, por lo que resignada cruzo hacía un salón de colores vivaces, pero con muy poca iluminación, estaba abarrotado de varios hombres que supuestamente eran “Caballeros” pero más parecían unos lobos acechando a su presa, cada caballero apostaba una suma más alta que la anterior. Todos se quedaron en silencio al escuchar una suma exorbitantemente alta, a Jane le recorrió una lágrima por los ojos, bajo la cabeza y fue conducida a una de las tantas habitaciones que había en aquel burdel. Una vez allí, caminaba de un lugar a otro, pensando que podía hacer —morderse la lengua— luego ladeó la cabeza, finalmente se sentó al borde de la cama a esperar lo peor. Al poco tiempo entró el tipo que la había comprado, apestaba a alcohol, era alto fornido, pero de facciones grotescas y duras que resaltaban más por la lujuria en sus ojos. En un primer momento pensó en suplicarle, pero en cuanto vio su apariencia  se dio cuenta que jamás la dejaría ir, se abalanzó contra él mordiéndole el brazo, lo que hizo que este lanzara un grito  de dolor, cuando estaba por traspasar la puerta, sintió un jalón que la llevó hacia atrás, lo que hizo que se golpeara contra las patas de la cama,  cuando trataba  de incorporarse  aquel hombre le propinó tal  bofetada que hizo que se le reventara el labio. Jane, se tocó el labio para hacer presión sobre la herida, llena de ira con lo último que tenía de fuerza se abalanzó nuevamente contra ese indigno ser, pero fue reducida. El hombre, tuvo que llamar a unos hombres que estaban detrás de la puerta para que hicieran algo con esa mujer; entraron y le taparon la boca, haciendo que la rubia se sintiera más ligera hasta que finalmente cayó inconsciente. Al despertar, tenía un dolor era punzante en sus partes íntimas, estaba manchada de sangre y tenía unos cuantos moretones; se agarró la cara y la movió a los lados, su realidad era tan desgarradora que sentía que ser feliz alguna vez, le estaba prohíbo, empezó a partir de entonces hundirse en un pozo cada vez más oscuro. Pasaron las semanas, y tuvo que habituarse a su nueva situación, sin embargo, en su interior iba incubándose un sentimiento que ella nunca antes había sentido, odio, tan destructivo que deseaba terminar con su vida y con todo lo que le rodeaba, había pensado tantas veces quemar ese lugar, recordaba las llamas que consumieron la fabrica en la que trabajaba y esa imagen la proyectaba a ese inmundo lugar, todos sus anhelos se esfumaron esa primera noche. Se despreciaba, se daba asco, pero fuese lo que fuese ese lugar le daba techo y comida, pero si la vida la hubiera dejado elegir, ese techo y comida se los hubiera ganado de otra manera. —¡hey muchacha! —escucho una voz que la llamaba al final de esos horribles pasillos que de sus paredes colgaban imágenes grotescas que inducían a la lujuria y a la perversión. Giró para ver de quién se trataba, era una mujer madura que debía estar rondando los cuarenta años de piel canela y ojos ámbar en sus facciones no había malicia ¿podía ser el ángel que tanto anhelaba en un lugar como ese?, extendía su mano para que váyase a su encuentro. Jane asintió y fue donde estaba ella, con la sumisión que le fue imponiendo su ocasional dueña. —¿sí? — respondió con voz temblorosa, entrelazando los dedos. —Disculpa que te llame de esa forma, pero ya sabes que aquí las paredes tienen ojos y oídos. Dados los chismes y la forma en que te trajeron me compadezco de ti. Lamento lo que te paso... No debieron hacerte lo que te hicieron, pero el mal este hecho—suspirando y mirando detenidamente sus ojos. Quiso encontrar consuelo en aquellas palabras, pero cada vez que sus pensamientos se concentraban en el manoseo de aquellos hombres, que tan asiduos eran a la casa de Madam, le daba repugnancia. Jane sonrió a la mujer y le pregunto —¿Qué es lo que desea? —Pues verás niña, quiero darte un consejo aun eres joven y hermosa, deberías de tratar de conseguir un benefactor que te saque de este cuchitril y te de una vida más confortable— con una sonrisa y un atisbo de esperanza Jane se quedó callada, porque una desconocida le daba consejos, quien era ella, se pregunto desconfiada, no sabía cómo conquistar a un hombre, no sabía cómo ser seductora, solo tenía asco de sí misma y de lo que pasaba a su alrededor. Pero luego de reflexionar un momento pensó que, en efecto, no era una mala idea, tal vez conocería a un hombre no tan corrompido como todos los que visitaban el lugar, pero desconocía las artes de la seducción y ella no disfrutaba del acto s****l por lo que pidió consejo a esa mujer. —Usted me enseñaría a ser seductora— preguntó tímidamente. —Sera un placer, pero antes debes prometerme que no comentaras esta conversación con nadie. Por más que creas que tienes una amiga en este lugar fuera de mi por supuesto, no confíes. En el pasado, yo quise ayudar a una joven como tú— dando un suspiro— Sin embargo, tarde me di cuenta de su naturaleza manipuladora y descarriada. En efecto, ella pudo conseguir un benefactor, pero no era un caballero, el hombre que la saco de aquí era un rufián que pronto termino asesinado por uno de los tantos enemigos que tenia. En cuanto a ella, al no poder ver ni aceptar como se desmoronaba su alrededor se suicidó lanzándose al Támesis, fue encontrada tres días después totalmente desfigurada— haciendo un largo resoplido— Lo que trato de decirte, es que tengas cuidado, y seas muy observadora elige bien al hombre del cual te valeros, porque él puede ser la diferencia entre el bien y el mal— Desde ese día se volvió en su mentora, su protectora y la única amiga en la que podía confiar. Jane, aún principio se mostró tímida y reacia, pero sabía que con esa actitud no llegaría a ningún lado. Recordó su niñez por unos breves minutos y sollozo, no conocía la miseria, era una niña feliz, consentida por su padre. —¡¡¡Jane!!!— grito la mujer. —Disculpa Leila, estaba distraída. Mis pensamientos se trasladaron a mi niñez recordé una vez más a mis padres y lo cariñosos que eran. Es simple nostalgia por la que atravieso— bajando la mirada. —Tranquila mi niña— dándole palmaditas en la mano— Nadie busca este destino o tal vez sí— dando un suspiro— Yo tampoco pretendía trabajar en este lugar, fui víctima de las circunstancias y también de Madame, ella y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo solo que somos como el agua y el aceite tan contrarias, pero a la vez tan parecidas. Si hubiera podido irme con mi benefactor lo hubiera hecho y no seguiría en el único lugar que conozco como si fuera mi hogar. —No entiendo a que te refieres— dijo Jane con cierta nostalgia. —Tomemos un descanso y te contaré. Mi madre era una meretriz muy solicitada además de una excelente bailarina, me encantaba verla bailar todos los movimientos que practicamos ahora se los debo a ella. Sin embargo, esa vida no la quería para mi e hice todo lo posible para escapar de esa situación, pero al final me encontró. Cuando era muy joven yo estaba prometida a un mercante, pero su barco naufrago y pues me quede sola, sufriendo mi desdicha. En ese momento conocí a Teodora o como tú la conoces la Madam, ella gozaba de gran éxito entre los hombres y toda su vida fue una mujer fácil entonces decidió crear este lugar. Créeme que no es nada comparado con lo que es ahora. Se podría decir que bajo su categoría esto ya es por la mala administración— riendo un poco— Creo que estoy dando vueltas y no llegó a explicarte como termine aquí, fue porque termine envuelta en unas deudas con uno de los socios de Madam y para evitar ir a la cárcel, decidí convertirme en Prostituta era dinero fácil y con lo solicitada que era en mi juventud podría deshacerme de la deuda en un corto tiempo. Aún así los años pasaron y me quede en este lugar que de alguna forma es mi prisión. Jane la miraba con ojos expectantes— Me niego a vivir aquí prefiero morir mil veces que verme atrapada en este lugar. —Entonces para evitar ese cruel destino, debemos esforzarnos cada vez más, nada de distracciones —con una risita. —Otra vez... comenzamos de cero, debes hacer esto con la cadera—mostrándole la forma parecía que dibujaba un ocho. Hasta que se escuchó la puerta, era la Madame quién pidió a Jane que la acompañase. —Ven conmigo, hay un hombre que solicita tus servicios— antes de salir Leila le guiño un ojo y en un tono bajo dijo—sigue practicando. Tuvo que seguir a La Madame, hasta encontrarse con el hombre que la desfloro, quiso correr, pero sus piernas temblaban, se trataba del Barón Wells, quien tenía una fijación enfermiza por ella. —Querida nos volvemos a ver— dijo con una sonrisa lasciva y sus ojos llenos de deseo malévolo —Que es lo que desea— respondió Jane, volteando los ojos. —La pregunta es obvia, a ti— con un brillo malsano en los ojos. Jane, hizo una mueca de asco, cada que lo veía se ponía como un energúmeno sentía ira, despertaba sus más bajos instintos, consideró asesinarlo si seguía buscándola. Subieron a la habitación y antes de entrar a la habitación el despojo de su vestimenta, con su acostumbrada torpeza y prepotencia, luego de que saciará sus deseos le dijo. —Déjame ser tu benefactor. –Prefiero morir mil veces, antes de entregarme a un hombre como usted, respondió iracunda. —Te tragaras tus palabras— se vistió y salió de la habitación. Jane se sentía sucia, la rabia le nublaba los ojos, pero en medio de todo era esperanzador de que se encontrará sana ya que había corrido el rumor de que una de las muchachas tenía sífilis. No se rendiría estaba determinada a seguir el consejo de su amiga, por lo que siguió practicando hasta altas horas de la noche. Después de unos días Madame fue a buscarla furiosa a su cuarto. —nadie te quiere y no estas generando ganancias al burdel— respiró —No me sirves, debo hacer algo contigo— la miró frunciendo el ceño —Los clientes se quejan de que no eres fogosa en la cama, si sigues así no me quedará más remedio que echarte. —Usted no puede hacer eso, le pagaron una gran cantidad por mí, y usted me arrebato lo único que tenía... mi virtud, además que soy mucho más joven que las mujeres que viven en este lugar— Antes de que Madame pudiera decir una palabra entró Leila y la encaró. —Se muchas cosas de ti, que pueden arruinarte con un chasquido de estos dedos y estarás en la ruina déjala en paz o me encargare yo de que te arrepientas. —No creas que has ganado mocosa— lanzándole una mirada asesina retirándose de la habitación dando un furioso portazo. —Oh Jane, ves lo que te dije es necesario conseguir un benefactor cuánto antes esta mujer terminara echándote a la calle. —¿Que pasará contigo? — preguntó con cierta preocupación — Yo no tengo a donde ir, es el único lugar que conozco he pasado tantos años acá que no tendría sentido pretender cambiar las cosas—tomo aire— a mi edad ya no soy tan apetitosa como antes. —y el hombre que te visita— con tono curioso —Él no puede hacer nada por mí, es un buen hombre pero ante todo está su deber es un hombre casado y para Londres tiene una reputación intachable, te imaginas que pasaría si se enteran que visita a una prostituta?, No quiero ni pensar, pero en cambio tú, cómo te lo dije debes usar todo lo que tengas en tu poder, eres joven y bonita, es hora  de darle un giro a tu vida, después no tendrás otro oportunidad, mírame como a tu espejo, yo no quiero eso, para ti, eres como la hija que desee tener, por eso  trata de salir de este mundillo indeseable. Las prácticas continuaron hasta que Jane se volvió una experta a la hora de bailar y mostrar sus atributos. Con solo una mirada podía seducir a un hombre.              
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