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982 Words
Alla entre aquellos muros rodeados por la oscuridad y miseria transcurría el tiempo para Jane, sometida a trabajos extenuantes que fueron mermando su salud hasta el punto de arrastrar lo pies por el cansancio que tenía. Además, no pudo recuperarse de una lesión que la dejo con una leve cojera. Si la intención de ese lugar era que se odie asimismo ya lo había conseguido, sentía asco de ella de su cuerpo y todo lo que en algún momento llegó a ser. Hubo días que anhelaba que alguien fuere por ella y la sacaran del infierno en el que se hallaba, pero tuvo que resignarse con observar a lo lejos, como algunas de sus compañeras se marchaban, durante algunas noches era absorbida por pesadillas que la dejaban agotada, por más que quisiera conciliar el sueño no podía, debido a que les era prohibido dormir pasada las cinco de la mañana. Si alguna vez fue una hermosa mujer, ya no lo era, su esbelta figura dio paso a un esquelético cuerpo, dónde se veía su desnutrición, le habían cortado el cabello y poco quedaba de ese hermoso cabello rubio. De vez en cuando miraba al cielo y veía pasar a los pájaros, cuánto deseaba poder tener alas y escapar. En momentos de lucidez, cuando apartaba su sufrimiento le dedicó algunos de sus pensamientos al único hombre que amo…Ian recordando esos tiempos felices dónde se sentía protegida. Pero rápidamente volvía a la realidad, porque no se le permitía soñar. Si bien, aún principio no podía ni quería adaptarse a su situación y en más de una ocasión se agarró a golpes con una de las reclusas la situación había cambiado enormemente, se hizo amiga de más de una, entendiendo que no debía pelear y que al igual que ella la estaban pasando bastante mal. Entretanto, Ian se casó con Lady Katherine y estaban rumbo a Lincolnshire, fue una boda discreta porque para el oji gris aún se hallaban en ruina y el Conde no hizo nada para desmentir tal situación. La pareja de esposos tenía un trato cordial y la ojicafé sabía que era un matrimonio por conveniencia, pero esperaba que con el tiempo su esposo ablandará su corazón y surgieran sentimientos entre ellos. Sin embargo, Ian tenía nostalgia y rencor en su corazón, un montón de dudas lo perseguían jamás entendió porque Jane se marchó  de la forma que lo hizo, o tal vez sí, pero era tan egoísta para reconocer que él tenía parte de culpa y por otro lado, estaban las palabras de Charles  que lo llenaron de rabia y odio, pero ahora que había pasado tanto tiempo dudaba de esas frases, porque por más que se hubiera buscado un benefactor rico, las noticias volaban en Londres y hubiera sido cuestión de tiempo  antes de que le llegara el chisme.. el cual nunca sucedió, por lo que ese desconocimiento calaba en ya su herido corazón. El viejo Conde, entendía lo que sufría su hijo, tal vez fue egoísta de su parte alejarlo de esa mujer, que bien que mal lo encaminó por el buen camino. Ya nada podía hacer, había pasado cerca de un año desde que recibió esa nota a estas alturas posiblemente Jane estuviese muerta, porque era bien sabido la situación en la que tenían a las reclusas. Una tarde soleada, Jane había perdido la noción de la realidad, estaba tan sumergida en sus pensamientos que un quejido la hizo salir de su trance. Observaba como una de las mujeres se marchaba y sus ojos pestañaron de par en par, al ver cómo un niño la cogía de la mano. Ella suspiró añorando ese tiempo donde deseaba ser madre y tener una familia -—Cuanto quisiera que alguien viniese por mi —- exclamo mientras lavaba los trastes. Una joven de ojos oscuros le contesto. -—Acaso nadie sabe que estás aquí— con cierta curiosidad -—Lamentablemente no-— queriendo dar un grito ahogado— ya es muy tarde para mí— dando un largo suspiro— en algún momento de mi existencia fui feliz, pero después de eso lo único que conocí fue sufrimiento. —No seas tonta, la esperanza es lo último que se pierde— tratando de sonar optimista ante el derrotismo de su amiga —Esa que ya no tengo— contestó Jane con cierta pesadez La joven de ojos oscuros llamada Lucrecia, empezó a contar su historia y como había llegado hasta ese lugar, tratando de que Jane vea que no era la única que había pasado peripecias-—Verás, a mi me puso en este lugar mi ex patrona, yo era una sirvienta una niña tonta e ingenua, que se dejó seducir por el hijo de esta mujer, lamentablemente salí embarazada y cuando traté de que el respondiera por sus actos, me propino tal paliza que perdí a nuestro hijo y su madre socapando los deslices de su hijo me encerró aquí so pretexto de retornar al camino de la virtud, desde ese día han pasado cinco años-—con cierta nostalgia. Jane, trató de consolar a la muchacha, pero no sabía cómo, porque ella también necesitaba consuelo; deseaba volver hacer una niña y esconderse en la cama de su madre, le urgía escuchar palabras de cariño, pero con el tiempo esas nunca se oyeron. -—De acuerdo a la sentencia que se me dio yo debo estar tres años, pero al ver la situación aquí, no creo que logré salir—mirando al cielo. Lucrecia replicó-—Has mostrado buen comportamiento, trabajas sin quejarte y pese al dolor que debes tener en esa pierna te mantienes callada. La Madre superiora se muestra feliz con tu rendimiento y dedicación yo creo que saldrás. Jane esbozo una sonrisa ante tal afirmación, pero al llevar tanto tiempo encerrada ya no creía que fuera posible — Que se sentirá salir de aquí— pensó. La libertad y la felicidad se esfumaban cada vez que quería alcanzarla, si lograba salir de ese lugar de algo estaba segura, que no volvería a entregar su corazón, además tenía que ocultar el hecho de no ser una mujer virtuosa.                    
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