MURPHY.
Ruedo entre las sábanas, el día está más cálido que de costumbre, es domingo por la mañana y el olor a café llega hasta mi dormitorio. Me arrastró fuera, camino con los ojos cerrados, me pesan los parpados.
Odio las mañanas, odio despertar obligada y odio despedirme de la cama sin tener deseos de abandonarla.
Entro al baño, lavo mi rostro y los dientes antes de salir. Huele a flores y lavanda.
No entiendo cómo Fabiola hace para despertar temprano y tener energía para hacer los quehaceres del hogar. En mis mañanas lo único que deseo es recostarme en algún lugar y seguir dormida.
—¡Cuidado…!
Antes de que entienda por qué grita tan temprano por la mañana, resbaló por las baldosas recién lavadas. Me golpeó la espalda, quisiera quejarme, pero perdí la determinación, aún me siento somnolienta.
—Dios, Murphy —se para a mi lado con las manos sobre las caderas —Debes tener más cuidado.
Quisiera escucharla, Pero estoy tan agotada que incluso el frío suelo es más cómodo que estar de pie. Caesar me ha vuelto la vida miserable. Me mueve como si fuera una muñeca, un día estoy junto a Sasha y el otro día escoliándolo.
—Deberías descansar hoy.
Niego levantándome, —Hoy iré al little garden, tengo reunión con Gio.
El intento de retomar el paso queda alejado cuando me golpeó la rodilla con el borde de la mesita de Rū. Termino saltando en una pierna. Hoy me levanté con la peor suerte de todas.
Desayuno sin ganas, me tomo el tiempo necesario en la ducha y casi grito al ver mi armario vacío.
—¡Fabiola! —regreso hacia ella —¿Mi ropa?
—Tintorería —responde terminando de limpiar la mesa —La traerán hoy por la tarde.
Me pasó la mano por el rostro.
Regreso a mi alcoba y lo único que hay es ropa que debí de usar hace mucho tiempo. Me pruebo un vestido y lo descarto de inmediato, no me cubre nada, prefiero estar desnuda a ser el objeto de morbo de los mercenarios.
Fabiola entra a la habitación con algo en manos. Se queda callada al verme en el diminuto vestido —Te traje esto, pero no lo necesitas.
Le arrebato lo que trajo y dejo escapar un suspiro aliviada al ver la ropa que separó para mí.
—Sabes Murph —se sienta en mi cama —Nunca entenderé por qué te ocultas.
Volteo a verla. Ella no lo entendería. Nadie lo entendería y prefiero que no lo hagan, me conformo con saberlo yo.
Nota que no deseo hablar de eso y lo respeta —De igual manera te ves hermosa —me dice al terminar de vestirme, me agrada eso de ella, es joven, pero al pasar por tanta mierda aprendió a madurar.
La falda de cuero me llega a los tobillos, se ajusta a mis caderas y muslos, tiene una abertura a un lado dejando una pierna al descubierto para mejor movimiento, me coloco una blusa de tirantes gris y las botas hasta las rodillas.
Tomo las llaves antes de salir —Dile a Rū que tengo a alguien que quiero presentarle.
Fabiola alza una ceja confundida. Es una ley nuestras, nada de visita o amigos fuera de nuestro círculo íntimo. Pero la hija del boss es alguien que sospecho que será difícil de soltar y Rū es una niña que necesita aprender a convivir con niños de su edad.
—Está bien, le hará bien a Rū.
Asiente con la cabeza, no le agrada la idea Pero confía en mí y si le digo que no habrá problema opta por creerme.
… … …
Hay dos camiones en la entrada del little garden, junto al tumulto de gente reconozco a Gio con sus tontas playeras (hoy tiene una verde) a su lado está Newt junto a una niña que reconozco.
—Murphy —salta Sasha sobre mí —Vine de visita.
Mi cara de espanto me delata.
—No te alegras de verme.
—¿Si sabes lo difícil que fue convencer a tu padre de dejarme el día libre?
Me suelta las piernas poniéndose a la defensiva, —El boss está en Colombia y yo le dije que me quedaría aquí.
Me hace retroceder —¿Y quién te invito?
Newt se burla y Gio parece impenetrablemente concentrado en lo que bajan de los camiones.
—Soy la hija del boss, no necesito invitación.
—La arrogancia viene de familia. —su padre es igual de arrogante —Bájate de la nube que solo tienes cuatro.
—Tengo tres —me corrige —Y sigo siendo una Kozlova tanto como tú eres una Orlova.
No discutiré eso. Paso la vista a Gio y me quedo seca notando el auto rojo con líneas n***o que bajan del primer camión.
—Precioso ¿Verdad? —alardea Gio —Solo hay tres en todo el mundo.
—¿Y te vendieron uno? —paso la mano por el capo —Es precioso.
—Claro que no, —interrumpe Newt —Lo robó.
Sasha y yo lo miramos cargándole la culpa. —Le di ocho cifras al vendedor y me rechazó, ¿Qué más podría hacer?
—Rendirte, talvez.
El segundo que bajan es color magenta y a diferencia del anterior solo tiene un asiento —¿Y este también lo robaste?
—No, el vendedor fue más indulgente.
—Más inteligente, dirás. —corrige Newt.
—Lo que sea.
Es precioso, lo admito.
Lo llevan al garaje dónde Gio tiene sus demás autos de colección. Son más de treinta y todos de último modelo.
—Este es nuevo —paso las manos por el n***o con franjas de carreras —¿Qué modelo es?
—Aston Martin Vulcan.
¿Acaso no es uno de esos autos ilegales?
Evitó preguntar para no darle lengua a Gio.
—Es ilegal, pero una belleza como esta debe de estar en mi colección.
Ruedo los ojos, ya comenzó a hablar sin parar, nos dice cuánto corre, cuánto costó, cuándo lo compro y para mi sorpresa la pequeña Boss aparece interesada y terminan ellos dos hablando sin parar.
—Esta niña sí que tiene gustos.
—Señor, —lo llaman —El consejero llegó.
Dominik entra al garaje admirando los autos asombrados. Saluda a Sasha y me dirige un asentimiento de cabeza.
—¿Estamos listos?
Mande a recoger a Rū y mientras los grandes hablamos, los niños están en la otra habitación.
Newt ni se inmuta con las palabras del consejero y Gio es el único que aparece entretenido con la situación.
—¿Y cuál es el problema? —cuestiona Newt —Ella fue voluntariamente a ese lugar ¿No es así?
Lo supuse desde el momento en el que me enteré de que el Boss envió a la más inútil de los Orlov a negociar con el capo mexicano.
Ahora tenemos a una rehén en tierras mexicanas. Y al tener nuestro apellido ahora debemos responder por ella.
—No están entendiendo —Dominik se inclina en su puesto —Sin Keyla viva, la única mujer con el apellido Orlov es Murphy.
Se me dispara el mundo. Debe de ser una broma.
—Eso no está a discusión, te aseguro que antes de casarme me arrojo desde un avión.
El consejero se inclina —¿Entonces, que harán?
—Perdona, Pero ¿Acaso no fue el Boss quien envío a esa inútil a México? —secunda Newt —Que lo resuelva él.
Me pierdo en mis pensamientos, qué desastre. Juro que no puedo casarme con el Boss, el mundo ardería si debo decir un sí en el altar. Si mencionar que…
Empieza a dolerme la cabeza. Mi mirada se une a la de Newt y estoy segura de que él también entiende mi posición.
—¿Qué apoyo pueden darnos? —termino por ceder —Iré por ella.
El consejero parece confundido. Nada me quita de la cabeza que ellos esperaban dejarla morir y realmente ahora esa no es una buena opción para mí.
Lamento arruinar tus planes Caesar Koslov.
—Lo que pidan —responde serio —Hombres, armamento…
—No —lo corta Newt —¿Puedes pilotear? —le pregunta a Gio —O estás muy viejo para eso.
—Este viejo te ha dado palizas, mocoso.
Es su manera de decir Sí
El pecho me retumba y un punzón se aloja en mi abdomen.
Siento la mano de Newt enrollar mi nuca —Estoy contigo —me susurra al oído.
Lo miro a los ojos avellana que no son nada parecidos a los míos. Tiene razón, estaré bien. Recupero el aliento.
—¿Podrías darme información sobre el tratado que tenía el mexicano con Viktor?
El consejero asiente.
—Iré con ustedes —responde Dominik —No creo que puedan solos.
Miro a Newt y mi hermano observa a Gio antes de que los tres terminemos por dirigir la mirada hacia el consejero. Estallamos en una carcajada severa que le hiere el orgullo al consejero.
—Hay por dios —se levanta Gio limpiando la lágrima que se le salió —Nunca subestimes a quienes pueden poner a arder el mundo.
—Arrogantes.
Su mirada se debate entre ofendido y admiración.
—Insisto, —pide de nuevo —Llevaré a dos de los nuestros.
—Como quieras —cede Gio —Por ahora, tenemos un vuelo que tomar —le dice a Newt.
Ellos irán junto al boss a Colombia y para mi buena suerte, el ruso decidió dejarme.
El consejero se levanta y Gio lo sienta de golpe. —Usted no irá a ningún lado —el consejero parece confundido —La hija del boss se quedará con mi sobrina, que le parece si le hace compañía.
El consejero me observa con molestia.
—Bien —cede a la petición.
Sé muy bien por qué Gio pide tal favor. Cada franja o jardín tiene sus propias funciones, el little garden se represente por el número de mercenarios que entrenan.
La mayoría al mando de Gio y si el líder va a Colombia, ellos también.
—Te preocupas por mi viejo —me bufo.
—Na, hierba mala nunca muere, me preocupa la hija del boss.
Newt se ríe y lo empujó molesta.
—Cuida el palacio de la princesa —le dice a Dominik, el consejero solo sacude la mano pidiendo que se largue.
Nos miramos a la cara cuando la puerta se cierra. ¿Y ahora qué? Dominik es alguien no mayor a Gio tengo entendido que son compañeros desde hace mucho tiempo y se entrenaron juntos.
—Te molesta si llevo conmigo a Glev y Loren —pregunta con voz sutil, pero venenosa —Son buenos en su deber.
—Como quieras. —finjo poco interés —Siempre y cuando sepan desenvolverse con los demás.
Que mencionen a Loren significa que me investigo, mejor dicho investigo todos mis pasos ¿Desde cuándo? No veo a Loren desde aquella noche antes del juicio por mi cargo. Que conozca sobre mi ex amante solo me deja un muy amargo sabor ácido. Aún más, sabiendo que el segundo en discordia es el hermano de Chani, aquel idiota que me apunto con un arma.
—¿Demás? No irían solo ustedes tres —pregunta intentando sacarme algo.
—Sí, pero Gio posiblemente lleve a más personas…
La puerta se abre y el chico de cabello oscuro y ojos negros da un paso adentro.
—¡Miren quién está aquí!
¿Mis ojos me fallan o el hermano de Chani está frente a mí? —¿Pidió verme? —se dirige al consejero.
—El Boss te dejo la seguridad de Sasha.
¿Qué? Pero… —La niña se quedará aquí.
Ambos giran en mi dirección —Supongo que compartiremos la custodia —dice el chico con sarcasmo.
Cree que puede venir aquí a joderme el humor, está muy equivocado.
—¿Qué te parece si celebramos con whisky?
—Prefiero el ron —contradice tan rápido mientras toma puesto frente a mí.
Maldito.
—¿Y tú? —me dirijo al consejero —¿También tienes preferencias o te sirvo detergente? Seguro y sobrevives.
—El veneno viene de tus labios, querida.
Dos pares de ojos me observa y yo a ellos.
—Mala idea ¿No creen?
Glev sacude la cabeza con una sonrisa en los labios —¿Que cosa? ¿Hablas de poner a dos leones en la misma jaula donde hay una leona?
¿Me está amenazando? La mirada desafiante me pone los pelos de punta.
—¿Cuántos años tienes mocoso?
Alza la ceja —Veintiocho.
Casi escupo el licor. Malditos Beby face. Es un tremendo viejo, el muy desgraciado.
—¿Ahora me dirás que tu hermana tiene cuarenta? —cuestiono divertida —O también tiene beby face.
—¿Por qué tan interés? —la manzana de Adán se le contrae al beber de un sorbo —Te gusta.
—Me interesa y me gustaría saber cuántas cirugías plásticas tiene.
Sus pestañas largas hacen que sus ojos se velan afilados, me observa.
—¿Y si no mencionamos a hermanos? —interrumpe el consejero —No quiero trifulcas internas.
—¿Cuántas? —cuestiono.
—Las mismas que tú ¿Cuántas dices tener?
—Ninguna.
—Como dije, las mismas que tú.
Vuelve a beber de su trago sin dejar de mirarme. El pecho se me tiembla y no sé si es por la adrenalina o el calor que me invade por el licor.
Dejo escapar un silbido por Chani. Cómo dije una vez, admiro a las mujeres, Chani tiene caderas anchas y bubis grandes y que sea natural es una belleza única.
Dominik carraspea clavando la mirada en ambos. —No sé, ¿Quieren un minuto a solas? Puedo irme —alza las manos insinuando lo que todos pensamos.
Sigo sin creer que este niño… Digo este hombre sea mayor a mí, no lo parece.
—Iré a dar una vuelta —dice el consejero al notar que ninguno de los dos respondió —No quiero muertos. —nos advierte.
CONTINUARÁ...