Capítulo 30

1367 Words
Sara Sánchez raspaba una guitarra y la afinaba atareada cuando Fabiana entró a su cuarto sonriendo con dulzura. -Hola, te escuché cantar, cantas muy bonito-, le dijo con sus manitos atrás, recostada a una pared. La señorita España levantó apenitas la mirada. -Me gustan las baladas-, le comentó tratando de ajustar las piezas. -Las baladas son bonitas-, reiteró Fabi. -¿Tú cantas?-, preguntó Sánchez. -Solo cuando me besaba mi ex, allí le cantaba de todo-, echó a reír Fabiana. A Sánchez le dio risa. -Una buena caricia hace hablar hasta las piedras-, se divirtió Sara. A Fabiana siempre le había gustado la música. Cuando era niña, escuchaba las baladas que le encantaban a su padre en el viejo Notebook donde habían hecho una carpetita de archivos de YouTube. Le vacilaba aquellas que hablaban del amor, porque siempre fue muy romántica. Así pintarrajeó, en la universidad, su primera canción y la cantó a sus amigas de la facultad. A unas las hizo reír y a otras suspirar. -Qué bonita canción-, le dijo una amiga. Fabiana valoró entonces esa melodía y siempre la tenía escrita en su celular, la que Nancy Schäffer decía que enviaba señales de humo como los apaches. -Yo tengo una canción muy bonita-, le dijo, entonces, a Sara. Ella se interesó. -¿Cómo se llama?¿A quién le cantas?- -Se llama "Cada mañana", dijo Fabi coqueta, con una tímida sonrisita, alzando su hombro izquierdo, y la hice cuando estaba estaba muy enamorada de un chico que me gustaba demasiado- -Cántala-, le pidió Sánchez alcanzándole la guitarra. Fabi terminó de ajustar la guitarra. Su mamá le había enseñado a tocarla. Afinó su vocecita. -Cada mañana veo tu retrato y pienso en el calor, el calor de tu abrazo y el dulce de tus besos; cada mañana pinto un corazón y le pongo tu nombre, tu nombre de hombre, enamorada de ti, el único dueño de mi corazón; cada mañana necesito tu risa fresca y divina y tus caricias para sentirme viva; y cada mañana aumenta mi locura por ti, mi amor viril, porque solo quiero ser tuya- -Wow, dijo admirada Sara, qué hermosa canción. Me has hecho llorar. Debiste querer mucho a ese chico- -Bueno, lo sigo queriendo porque es lindo, se llama Marcio-, confesó Fabiana. -Ponle "Amor viril", es más fuerte-, le sugirió. -Si te gusta, cántala. Me sentiría muy dichosa-, dijo turbada Fabiana. -Pues no sería mala idea, sonrió Sara, ¿tienes otras?- -Sí. Esta me gusta mucho también. Se llama "Una melodía"-, anunció Fabiana. Su amiga se acomodó agarrando una almohada. -Quiero descubrir el misterio que guardas en tus ojos tan varoniles; quiero saborear el caramelo de tu boca y de tus labios hasta quedar ebria; quiero quemarme en tus deseos, encender tus llamas y te vuelvas fuego conmigo; quiero me tengas en tu brazos, regalarte mis caricias y hacer una melodía de nuestro amor-, cantó Fabi. Sara quedó obnubilada, boquiabierta y con los ojos destellando. Su corazón bombeaba de prisa. Estaba conmovida. -Qué hermosa, dijo, me encanta- Sara sobó sus ojitos y secó sus lágrimas. -¿El amor te hace sufrir mucho?-, preguntó contagiada. -Los hombres hacen sufrir, dijo Fabi, siempre son injustos en sus decisiones, en lo que hacen- -Tú estás muy enamorada-, le reconoció Sara. Fabiana sentía su corazón tamborileando fuerte. -Es que no lo sé. Marcio es lindo, pero siempre él está primero, antes que yo-, reconoció. -Yo permanentemente equilibro todo, también en el amor y los hombres, subrayó Sara, mi enamorado no quería que fuera cantante y lo dejé. Es que no podemos hipotecar lo que queremos, deseamos, a cambio del amor, incluso lo que ellos dicen, la felicidad. Yo pienso que ser feliz es conseguir lo que deseamos y queremos- Fabi también secó sus lágrimas. -¿Pero ser feliz no es estar junto al hombre que amas?-, preguntó. Sara acercó su naricita a la de Fabiana. -Ser feliz es estar en paz contigo misma-, le dijo. Se la pasaron toda la noche cantando. Sara también tenía unas canciones aún en garabatos que corrigió con el entusiasmo y romance que desbordaba Fabiana. No solo nacieron nuevas canciones, también una amistad grande entre las dos. Algunos años después, Sara convertida ya, en una famosa cancionista, subió al escenario, hermosa y radiante, en medio de una gran ovación del público, puesto de pie. Acomodó sus largos crines, sedosos y lisos, y habló con la voz festiva. -Hoy está mi mejor amiga, aquí, conmigo. Ella me hizo tantas canciones y compartimos premios y emociones, pero nunca se lo agradecí como ella se merece. Y la mejor manera de hacerlo es dejando que ella cante ante ustedes y yo vuelva a escucharla maravillada y encantada, como siempre lo hice. Señores, Fabiana Leclerc- Pero Fabi no quiso cantar sola. Jaló a su amiga y las dos juntaron sus voces, mirándose con los ojos repletos de lágrimas, tomadas de la mano, con las pupilas destellando las mismas luces de esa noche encantada en Ámsterdam, -Es tu corazón mi hogar donde vivo, abrazada a tu calor; regálame tus latidos y déjame a tu lado, porque contigo no existe el tiempo; eres el hogar de mis ilusiones, de todos mis sueños, el fuego que reclama lo profundo de mi amor; déjame vivir en en tu corazón, mi errante caballero, y ser tan sola tuya hasta el final de mis días- El público, conmovido, muchos sin poder contener el llanto, simplemente se rindió a esas dos mujeres tan hermosas cantándole al amor... ***** Fabiana era la más encantada de conocer el Artis Royal Zoo de Amsterdam. Desde tempranito estaba afanosa y no dejaba dormir a Paola ni a Nancy. -¡Arriba de la cama!-, chillaba presa de la euforia. -Si sigues molestando, te dejaré con los orangutanes-, se fastidió Nancy, estirándose de mala gana. Fabi ya se había bañado y seleccionó la ropa que los organizadores le ordenaron debía llevar: minifalda jean, zapatillas tenis y una camiseta con mangas cortas. También un sombrero grande. Las fotos y los videos eran importantes, porque se usarían en la promoción del concurso y tendría, además, el mayor tiempo asignado en las tres horas de transmisión del evento al mundo entero. Estarían todas las chicas, incluso la señorita Bélgica, que recién se había sumado al pelotón de mujeres hermosas, y la señorita Gales, pese a su bota de yeso. Pero tomar la foto y el video de todas las candidatas demandó demasiado tiempo. Douglas deseaba imágenes captadas por el dron y el fuerte viento hacía flotar con mucha dificultad al aparato. Fabiana quería que le tomen fotos con los leones, pero la jefa de producción había elegido los elefantes. Ella protestó y se cruzó de brazos sin moverse de la fila. -¿Por qué demonios no puedes tomarte fotos con los elefantes?-, le reclamó furiosa la señora Kroll. -Los leones tienen mi pelo-, echó a reír Fabiana. Douglas veía la hora preocupado. -Rossana, no perdamos tiempo, que le hagan fotos a la señorita Perú con los leones-, le ordenó. Fabi ganó. Le tomaron un millón de fotos junto a los leones y ella hacía mil gestos que chiflaban a los camarógrafos y fotógrafos. -Tu amiga es bien coqueta-, echó a reír Rijsbergen tomado de la mano con Schäffer. Él debía tomar fotos a la señorita Alemania al lado de las jirafas. -Es su carácter. Sufrió mucho y ahora la están tratando como a una reina, está feliz-, le contó Nancy. Pero Fabi quería ir a todos lados, Donde los bueyes, los pingüinos, los flamencos, los orangutanes. Todos la volvían loca. Los camarógrafos corrían tras ella y también Paola. Sentía sus pies echando humo. - ¿Por qué no puede estarse quieta esta mujer, aunque sea un minuto?-, masculló enfadada, soplando su cansancio. Y vio a Cornejo a lo lejos, confundido con el público que estaba apartado detrás de sogas mientras se hacían las grabaciones. Eso le pareció. Buscó apurada con la mirada a Fabi y la vio cerca a las cebras. Cuando volvió la mirada, Cornejo había desaparecido. Apretó los puños furiosa. -No. La que no puede estarse quieta soy yo-, renegó y corrió a estar cerca de Fabiana, aún le quemaran los pies.
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