Capítulo 29

1069 Words
-Identificaron a los tipos. Son gente de Cornejo-, le informó Tanya a Paola. Ella mordió sus labios. -Todas las concursantes están en peligro-, advirtió Paola. -Eso le dijimos a Douglas pero insiste en llevar a cabo el concurso-, aclaró Tanya. -¿La prensa sabe algo?-, se preocupó Paola. -Nada. En ese sentido hay absoluta discreción-, subrayó Tanya. -Ojalá se pueda mantener todo en secreto-, suspiró Paola. -Hablé con Donato. Haremos una intervención-, le anunció Tanya. -Voy a ir-, se puso de pie Paola. -Tu jefe me dijo que eras la más capaz y por eso estás aquí, pero será siguiendo las órdenes. No podemos llevar a cabo una intervención abierta, tiene que ser encubierta-, le aclaró. Paola lo imaginaba. -Estoy preparada para todo-, infló su pecho. Tanya se sentó en ei sillón y cruzó las piernas. Arregló sus pelos y estiró su sonrisa. Miró con ironía a Paola. -¿Manejas la Walther MP-K?-, preguntó. Paola se rascó los pelos. -No, pero aprendo rápido-, dijo. -Es fácil. Llevarás una. La idea es no disparar una sola bala. Recogemos a las chicas y nos vamos. ¿Entiendes?-, insistió Tayna. -No soy neófita-, se defendió Paola. -Te aviso-, dijo Tanya. Justo en ese instante ingresó la señorita Francia. Debía hacerse imágenes y videos en el castillo de Muiderslot. Se fueron riendo y hablando trivialidades. Paola apretó los puños. -¡Al fin un estelar!-, dijo divertida. ***** Cuando se infló el rumor que la señorita Aruba había desaparecido del hotel, quizás secuestrada, y se volvió, entonces, en la comidilla del día, Doris Bobadilla tomó del brazo a Fabiana y le contó que sabía dónde estaba ella. -Está escondida con su novio-, le dijo bajito, casi rumiando. Fabi se rascó los pelos. -¿Cómo lo sabes?-, preguntó incrédula. Bobadilla estiró su sonrisa. -Yo la vi irse con él-, subrayó. Fabiana no supo qué decir. -La gente siempre hace cosas tontas por amor-, apuntó alzándose de hombros. Sin embargo Bobadilla conocía más, sabía dónde estaba escondida, pero no podía decirlo porque así lo había jurado a Marcia Harris, la chica que supuestamente fue secuestrada en pleno concurso del Miss Mundial. -Ella está bien-, le aclaró a Fabiana. Esa noche Paola y Fabi fueron a a cenar, bastante tarde. Las fotos que habían hecho en el Schreierstoren, se extendió más de la cuenta. Los organizadores habían repartido a las concursantes en los lugares más emblemáticos y turísticos de la ciudad y a Fabi junto a otras diez muchachas les correspondió la también llamada la torre de las lágrimas, y que se remontaba a la época medioeval. Y Fabiana fue la última en fotografiarse y hacer las tomas y videos, pero la noche ya empezaba a desplomarse sobre Ámsterdam y no había mucha claridad. Tuvieron que prender enormes reflectores y eso demoró mucho. -Tengo tanta hambre que me comería un hipopótamo entero-, dijo Fabi, divertida. Paola estaba casi colgada a su cuello. -Conociéndote, te creo-, le dijo, divertida sobándole su nariz en el cuello de ella. Los chefs ya se habían retirado, pero los mozos les separaron a las chicas carnes y puré, y también jugo y unos panqueques. Les arrimaron además unas mesitas donde llevaban los platos. Entonces Fabiana escuchó una risita que parecía frágil, suave, monótona y hasta musical. Se extrañó. Se empinó y vio una de las despensas ligeramente abierta. Pasó un mantel por su boca y fue de puntitas. Metió la naricita y vio a la señorita Aruba con su novio, besándose acaramelados, celebrando sus caricias y deseos. -¡Madre mía!-, exclamó asombrada Fabi y al oírla Paola pegó un brinco y se puso delante de la puerta apuntando con su revólver. Marcia quedó entumecida, igual que su novio, sin reacción, empalidecidos los dos, parpadeando de prisa sin saber qué decir. -Todo el mundo te busca-, dijo Paola, al fin, después de sobreponerse a la impresión. Harris recuperó el ánimo, estiró la sonrisa y movió su naricita. -No digan nada, please-, dijo. -¿Qué demonios han estado haciendo?-, preguntó molesta Fabiana. -Estoy de luna de miel-, insistió la señorita Aruba, esta vez riéndose de oreja a oreja. Era cierto. Su novio había llegado apenas una semana antes e hizo los arreglos para una boda furtiva en Ámsterdam. Cuando tuvo todos los documentos y trámites en regla, pudo sacar a Marcia del hotel, vistiéndola como una de las azafatas que trabajaban para Douglas, incluso se había agenciado un fotocheck con la imagen de Marcia, y se fueron directamente donde el notario para contraer nupcias. Y al volver al hotel estuvieron escondiéndose en todo sitio: en los armarios, en las bodegas, en el depósito de vinos, en las despensas y hasta en los cuartos vacíos sin decidir qué hacer. Y mientras todo el mundo pensaba y se afligía por la supuesta desaparición de la señorita Aruba, ella y su flamante esposo disfrutaban, a escondidas, de las delicias de su profundo amor. Bobadilla los sorprendió, justamente, en su cuarto. Cuando Doris llegó a su cuarto a ducharse después de una intensa práctica para la coreografía del concurso, los encontró revolcándose en su cama, entre largas risotadas y muchos gemidos. Marcia le pidió que no dijera nada, incluso a su chaperona. -Vas a tener que confesar todo aunque tengas que dejar el concurso-, le dijo Fabiana. Marcia no contuvo su risita. -Sí, porque creo que ya tengo mi mejor trofeo, mi esposo-, añadió romántica y besó apasionada y vehemente al protagonista de su peculiar historia de amor. A la mañana siguiente se presentaron donde Douglas y le dijeron la verdad. Melvin apretó su habano con los dientes y resondró a la chica. -Me hubieras dicho desde un comienzo-, reclamó molesto pero luego coloreó su cara y alargó su risa. -Pero no hay nada más hermoso que el amor-, dijo divirtiéndose. La señorita Aruba debió dejar el concurso, aduciendo estar enferma, sin embargo Douglas le organizó un ágape con las mejores amigas de Marcia, entre ellas Doris, Paola y Fabiana. Brindaron por la felicidad de ella y la abrazaron y besaron con entusiasmo, entre brincos y carcajadas. -Espero haya sido tu última travesura-, echó a reír Fabiana. -No, por el contrario, ha sido la primera-, estalló en carcajadas Marcia. Douglas les regaló una fuerte cantidad de dinero para que disfruten de su estadía en Ámsterdam y les deseó mucha suerte. Marcia y su esposo salieron corriendo del hotel, dando brincos, locamente enamorados.
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