El sábado llegó en un parpadeo, y estábamos en el despacho de papá con mis padres. Jonatán y yo nos sentamos juntos en el sillón de tres, papá estaba en el sillón individual del lado izquierdo y mamá en el derecho.
-Señor Sifuentes, quiero pedir su autorización para casarme con Alondra ― papá y mamá voltearon a verme al instante, llenos de sorpresa.
-Alondra, ¿qué significa eso? ―Papá me preguntó con autoridad.
-Jonatán me propuso matrimonio y yo acepté ― dije segura y él tomó mi mano al instante, supongo que para mostrar cierto apoyo.
-Si ya aceptase, entonces, ¿por qué pide mí autorización? ―Papá seguía reacio, hablándome molesto.
-Alondra aceptó, pero su opinión y autorización es importante para ella, y por ende para mí también ―Jonatán hablaba tranquilo, tratando de calmar la situación.
-¿Estás haciendo esto por Mauricio? ―Preguntó mi madre sin tapujos.
-¡No mamá! ¡Claro que no! ―Y aunque había algo de verdad en eso, no podía afirmárselo a mi madre.
Mamá se levantó de su asiento, para comenzar a caminar alrededor del despacho. ―Si no fuera porque sé que tienen poco tiempo de conocerse, diría que estas embarazada, Alondra. O, ¿es por eso? ―Se detuvo repentinamente y fijó sus ojos sobre lo míos de manera severa.
-¡Claro que no, mamá! ―Cerré los ojos por un instante y suspiré. ―Nunca he sido irrespetuosa con ustedes y no quiero que lo tomen como rebeldía de mi parte. He tomado una decisión, me gustaría que me apoyaran como siempre lo han hecho y aceptaran que Jonatan formará parte de esta familia, porque yo lo he aceptado en mi vida ― quise que entendieran que su aprobación era importante, pero no iba a interferir en la decisión; después de todo, salirme de mi casa le daría a papá un gasto menos.
-¿Es lo que deseas princesa? ―Mi padre preguntó suavizando su tono y su expresión finalmente.
-¡Sí, papá! ―Le dije sonriendo.
-Está bien, se casarán cuando termines la universidad, ¿cierto? ―Al fin cedía y volvíamos a entrar a otro problema.
-Lamento desilusionarlos, pero queremos que sea antes de que termine diciembre ―Jonatan habló decidido, provocando que mis padres abrieron sus ojos ampliamente.
-Pero eso apenas si nos da un mes ― dijo mi madre en un hilo de voz, aún incrédula.
-Tengo un viaje de negocios a Ciudad Alfa en enero, son tres semanas, las cuales no quiero separarme de Alondra; además que nos serviría como luna de miel. Regresaríamos para el inicio del siguiente semestre, porque obviamente seguirá con sus estudios ―Jonatan de nuevo dio las explicaciones.
-Bien, nosotros nos encargaremos de organizar y pagar la boda... ― mi padre dijo, cuando fue interrumpido por Jonatan.
-Discúlpeme Señor Sifuentes, pero no lo voy a permitir. Lo mejor de ustedes estoy a punto de llevármelo y soy yo quien debería pagar por semejante tesoro, porque Alondra vale eso y más ― parecía tener las palabras perfectas en el momento preciso, provocando que me sorprendiera.
-Pero tenemos dinero destinado para eso ― mi padre insistió.
-Abra una cuenta a nombre de Alondra ― Jonatan sonrió condescendiente. ―Que ese dinero esté disponible para cuando ella lo decida. Usted conoció a mis padres cuando aún estaban vivos ― eso no lo vi venir y me desconcertó totalmente, ― sabe que estando a mi lado no le faltará nada ― vi a papá sonreír con cierto orgullo y se levantó del sillón.
-Eres un buen muchacho ― estrechó su mano y lo abrazó. Mamá aún estaba perpleja, pero habíamos convencido a papá, así que a ella la terminaría de convencer después.
Y entonces pasó otra cosa inesperada. Cuando papá y Jonatan dejaron de abrazarse, lo vi girar hacia mí y tomarme de las manos.
-Alondra, la primera vez que te vi, quedé embelesado ante tu belleza; sin embargo, la noche que hablamos por primera vez, cuando la luz de la luna acariciaba tú piel, descubrí que tú belleza externa era sólo un pobre reflejo de tú belleza interna. Eres una mujer muy inteligente, creo que ya sabes que soy un egoísta y oportunista por querer que alguien tan especial y única como tú, comparta su vida conmigo ― sacó del bolso de su pantalón una pequeña cajita de terciopelo, y una de sus rodillas tocó el suelo. ― Pero prometo, que cada día buscaré ser la mejor versión de mí para ti, y por ti ― y en ese momento abrió la cajita, que revelaba el anillo de compromiso. ― ¿Aceptas casarte conmigo? -Y aunque sabía que todo era una farsa, fue la mejor declaración que incluso en mis sueños había tenido. No puede evitar derramar algunas lágrimas y sólo moví la cabeza afirmativamente. Jonatan sonreía complacido, tomó el anillo de la cajita y lo deslizó por mi dedo anular, para después levantarse rápidamente y abrazarme.
Y debo decir que hubiera preferido que no lo hiciera, porque me susurró al oído:―Eres una muy buena actriz – quedé perpleja y no le respondí.
Últimamente se la pasaba asombrándome, actuaba caballeroso y romántico conmigo, saltando a comentarios fríos y ofensivos.
Mis padres se acercaron para felicitarnos, luego, salieron del despacho más relajados y riendo. Nosotros íbamos atrás de ellos, tomádos de las manos, porque Jonatan no me soltó mientras caminamos hacia el patio de la casa, ganándonos la atención de las personas que ya estaban ahí.
El resto de la familia e invitados llegaron, toda la fiesta la pasamos conviviendo, le cantamos a Sislis por su cumpleaños y cortamos el pastel. Cuando la velada estaba a punto de terminar, Jonatán llamó la atención de todos.
-Sé que está mal que quiera robar la atención de la cumpleañera, pero quiero aprovechar que está toda la familia reunida para dar una noticia ― tomó de nuevo mi mano, yo recargué mi cabeza en su hombro y todos pusieron atención. ― Le pedí matrimonio a Alondra y ella ha aceptado ― cuando lo anunció, pareció que sólo se lo decía a Mauricio, porque no apartó su mirada de él, y su sonrisa de satisfacción tampoco abandonó su rostro. A pesar que se escuchó un alboroto y las personas se acercaron a felicitarnos, yo pude ver cómo Mauricio había palidecido.