A las 7.50 de la mañana estábamos en la recepción de Duran Technology: Jonatán, su abogado el licenciado Ortiz, y yo. Pero Jonatán tenía prohibida la entrada, por lo que nos retuvieron ahí.
-No te preocupes, te entiendo ― Jonatán me miró mal tan pronto me escuchó; pero es que la recepcionista no tenía la culpa, sólo seguía órdenes. ―Puedes llamar al Señor Durán ― entonces recordé a Mauricio. ―A Alonso Durán y decirle que estoy aquí, tengo una cita con él, sólo vengo acompañada de mis asesores legales ― sonreí con inocencia, por lo que tendrían que haberme dado un premio por actuación.
La vimos realizar la llamada, escuché cuando le informó que Jonatán estaba allí y colgó.
-¿Pueden esperar un momento por favor? ―Nos pidió la recepcionista amablemente y con vergüenza en su voz, señalándonos una sala de espera.
-Por supuesto ― caminamos hacia unos sillones que tenían en la entrada y mientras esperábamos, vi a Mauricio atravesar la puerta principal, acababa de llegar al edificio. Para mi desgracia, él también nos había visto.
-¡¿Qué demonios estás haciendo aquí, Jonatan?! ―Gritó mientras caminaba velozmente en nuestra dirección. Yo me puse de pie, toqué el pecho de Jonatán y si no fuera porque estaba más preocupada porque no fueran a pelear a golpes de nuevo, pude haber disfrutado un poco más de la firmeza que mi mano sintió.
-Viene conmigo y yo tengo una cita con tu padre. Ahora deja de hacer un berrinche niño mimado y envíanos a tu padre, que no tenemos nada que tratar contigo ― me sentí tan bien, al fin poder alejarlo de mí frente a todos y que no pudiera negarse. Me miró con enojo y dio la media vuelta, entonces vimos a Alonso caminando a paso veloz en nuestra dirección, donde estábamos reunidos.
-¿Qué significa esto? Creí que teníamos un acuerdo ― se dirigió a mí, casi gritando y apuntando hacia Jonatan, que se limitó a mirarme de nuevo, en total calma. Lo supuse, estaba esperando que lo defendiera una vez más.
-Lo tenemos ― aseguré. ―No sé por qué hacen tanto escándalo por mi asesor legal ― y me giré a ver a Jonatan, quien sin poder evitarlo se rió.
-¡¿Qué?! ―Replicó con incredulidad Alonso.
-Si él no puede entrar, no tengo ningún problema porque discutamos aquí las cláusulas del pagaré que me ha firmado ― sabía que no querría un escándalo y eso lo haría ceder.
-¿Pagaré? ―La cara de Mauricio fue de sorpresa. ―¿De qué está hablando padre? ―Bajó completamente el volumen de su voz.
-Pasen a la sala de juntas, por favor ― lo dijo apretando la mandíbula. Alonso estaba furioso.
-Gracias ― les di una sonrisa de triunfo y cuando pasamos por enfrente de la recepcionista, también le agradecí a ella.
Subimos por el elevador en un incómodo silencio, bajamos en el piso 24 y nos guiaron a la que supuse era la sala de juntas. Estábamos los cinco: Alonso, Mauricio, Jonatán, el licenciado Ortiz y yo.
El licenciado Ortiz extendió los documentos sobre el escritorio. ― Como podrán corroborar, la señora Alondra Sifuentes ― sí, me alegró escuchar mi apellido de soltera. Bueno, ya saben, todos los trámites legales debían proceder de esa manera. ―Procederá a cobrar la deuda con los bienes que se estipulan en las cláusulas del pagaré ― puntualizó
Alonso y Mauricio leían, observé cómo sus ojos se fueron abriendo poco a poco ante la sorpresa. La empresa ahora me pertenecía.
-¡Eres un maldito, Jonatan! ― Mauricio gritó ―¡Sólo la estás utilizando! ―Se lanzó a los golpes sobre Jonatan, otra vez, en un arranque de ira.
Para mi asombro, Jonatan se mantuvo prudente, simplemente lo esquivó, sometiéndolo con facilidad. Eso no me sorprendió en lo absoluto, Jonatan era mayor que nosotros, tenía mucha más experiencia en muchos aspectos.
-Quise venir en persona y hacerle saber que procederé legalmente, para que cuando venga oficialmente no exista ningún tipo de escándalo, ya que en cuestión de días tomaré posesión de todo ― los haría sufrir algunos días, haciéndoles creer que habían perdido todo; aunque no era tan malvada para eso.
-¡No puedes hacernos esto, Alondra! ―Me dijo Mauricio con desesperación.
-Yo no he hecho nada Mauricio. Si tienen el dinero para pagarme hoy mismo, no procederé ― pero sabía que no tenían dinero, después de todo yo estaba ahí para supuestamente prestarles más.
Mauricio buscó rápidamente a su padre con la mirada, que estaba sentado con una expresión de derrota, repentinamente se levantó caminando hacia la puerta para salir. ―Todo esto fue una maldita trampa ― su voz apenas si fue audible y salió sin decir nada más.
Entonces Mauricio corrió atrás él, dejándonos solos en la sala de juntas.
Ya no había nada más que hacer ahí, por lo que nosotros también salimos. Jonatan, que caminaba a mi lado, me abrazó por lo hombros y me besó sobre mi cabello, fue una sensación extraña.
-Gracias Ortiz, hablamos más tarde en la oficina ― Jonatan le extendió la mano como señal de despedida.
-Hasta luego ― le estrechó la mano para despedirse de él. ―Señora ― se dirigió a mí de inmediato y yo le sonreí, mientras también me daba la mano.
-Te llevo a la universidad ― me dijo de manera tranquila, transmitiéndome cierta paz; mientras veíamos al abogado caminar, alejándose de nosotros. Entonces tomó mi mano para dirigirnos hacia el auto.
-¿Qué quieres hacer con la empresa? ―Me preguntó con un tono un tanto diferente, tal vez, ¿despreocupado? Mientras manejaba, sin apartar su mirada del camino.
-Quisiera que te hicieras cargo de ella administrativamente ― no era un secreto. Lo escuché respirar profundamente, luego guardó silencio y así nos mantuvimos por el resto del viaje.
Llegamos a la universidad, estacionó el coche y se giró sobre su asiento para verme. ―¿Estás segura? ―Estaba dudoso, lo noté honestamente dubitativo.
-Sí ― en cuanto a negocios confiaba en él. ―Obviamente Alonso y Mauricio tendrán que seguir siendo la parte pública, básicamente seguirán siendo los dueños, pero ya no tendrán toma de decisiones ― su vista seguía en mí, pero dibujo una sonrisa de complacencia.
-Me parece lo más sensato ― dijo serio, mirándome fijamente, pero su mirada mostraba tal vez admiración. ―Habrá que hacer más papeleo legal, le pediré a tú padre que me ayude con algunas cosas para que él este enterado, así cuando leas los documentos si tienes alguna duda, él podrá explicarte ― estábamos solos, no tenía por qué ser amable… Eso era, estábamos hablando de negocios.
Ya lo había dicho, me iría con cuidado.