Fueron seis meses muy difíciles. A pesar de que yo no estaba totalmente inmiscuida, porque seguía estudiando, sabía que la transición no había sido fácil, ni tranquila. Alonso se retiró sin dar más pelea, se sintió derrotado, tal vez no esperaba que fuera yo quien le quitara la empresa; además, cuando escuchó que no los estaba echando y que seguirían gozando de sus bienes, cedió la presidencia a Mauricio. Fue él quien hizo todo complicado en la parte interna, seguía siendo un niño mimado. Fue hasta ese momento, que pude darme cuenta lo inmaduro que era y agradecí no haber seguido con él.
Jonatan formó un comité, que se encargaría de avalar los proyectos a investigar, así tendrían que dar sus proyecciones desde diferentes ángulos, eso les aseguraría la factibilidad del proyecto y el éxito del mismo. Ese fue el punto por el cual no podían hacer que creciera la empresa, porque Alonso permitía que cualquier propuesta pasara a investigación, resultando en pérdidas millonarias constantemente.
Dejé de ir a casa de mis padres por prudencia, no quería encontrarme a Mauricio y que hiciera un escándalo. Constantemente invitaba a mis padres a comer en restaurantes, no podía llevarlos a casa de Jonatan por eso, simplemente era la casa de él, no era mía. Y al parecer mis padres sospechaban algo, pero nunca mencionaron nada.
Está bien, lo acepto, odiaba la casa de Jonatan, porque detestaba a las personas en las que nos convertíamos detrás de esas puertas: frías, distantes, crueles, totalmente irreconocibles. Me había enamorado de un tipo que estaba en el extremo contrario: amable, atento, protector; y anhelaba que ese fuera el real, para poder entregarle mi corazón.
Duran Technology comenzó a despegar de nuevo. Aún no estaba a la par de Pharmaceutical Duran, que era totalmente de Jonatan, pero iba por buen camino. Lo primero que hizo Jonatan, fue pagarle a mi padre; después, por extraño que me pareció, me pagó a mí, la dueña legal de la empresa; que pocas personas sabían.
Faltaban un par de semanas para que culminara la licenciatura, así como la farsa del matrimonio. Parecía que todo estaba a punto de terminar y que la calma volvería a instalarse en nuestra familia, pero estaba equivocada. Recibí un mensaje de Krestel, que quería verme, por lo que fui a casa de mis padres.
-¿Mauricio? ―Estaba de pie con una vaso de licor de mi padre, en el despacho, donde se suponía me esperaba Krestel.
-¿Por qué hiciste esto, Alondra? ―Preguntó dolido.
-¿A qué te refieres? ―¿Se refería a la empresa? Ya habían pasado 10 meses desde que estaba a mi nombre.
-Primero, te casaste con él ― dejó el vaso sobre el escritorio y comenzó a caminar hacia mí, lentamente, haciendo que notara su ebriedad, ― sin dejarme la oportunidad de reconquistarte. Después, te volviste fría y calculadora, acechando a mi padre, para que Jonatan nos quitara la empresa ― yo estaba dando pasos hacia atrás, hasta que sólo un par de metros nos separaban.
-No podrías estar más equivocado. Tu padre desfalcó al mío, fue tu padre quien perdió la empresa desde hace mucho tiempo atrás, yo sólo llegué a salvar lo poco que quedaba. Y aunque te duela admitirlo, Jonatan está haciendo un excelente trabajo, la empresa está saliendo avante y generando de nuevo dinero ― di un paso al frente, segura. –Respecto a nosotros, fuiste tú quien terminó conmigo, fuiste tú quien se casó con Krestel; y sabes qué, es lo único que te agradezco, porque me hiciste darme cuenta de lo inmaduro que eres, incapaz de tomar las cosas buenas que tienes y hacerlas crecer, prefieres victimizarte en lugar de aprender, eres tan cobarde y orgulloso que no puedes darte cuenta que contrario a lo que puedas sentir, tu futuro está seguro, podrás darle a Krestel estabilidad económica, ¡gracias a Jonatan! ¡No por ti ni por tu padre, por él! ―Me aventó contra la puerta con fuerza, provocando que me golpeara la cabeza. Estaba aturdida, borrosamente lo vi sobre de mí; los botones de mi blusa salieron volando en un sólo movimiento de él, su mano recorriendo mis muslos, traté de cerrar mis piernas, pero él lo obstaculizaba con las suyas.
-¡Tomaré algo que debió de haber sido mío! ―Su voz sonó enferma, estaba poseído.
La adrenalina recorrió mi torrente sanguíneo en segundos, removiendo el dolor que sentía en mi cabeza. Tomé lo primero que alcancé a palpar con mi mano y lo estrellé en su cabeza, provocando que aflojara su agarre, lo empujé con esfuerzo y al menos logré liberar mi cuerpo de su peso. Caí al suelo y me arrastré para levantarme con torpeza, traté de cubrirme con los pedazos de tela que había dejado de mi blusa. Él ya estaba sentado en el sillón, tocándose donde lo había golpeado y en ese momento, entró Krestel.
-¡Qué demonios! ―Gritó, y por un momento sentí alivio.
-¡Krestel! –Dije jadeando, con cierta alegría. Era mi hermana, podía confiar en ella.
Mauricio levantó la cabeza. ―Vino hasta aquí a ofrecerse ― abrí mis ojos por la sorpresa. ―Llegaste justo en el momento preciso, me saltó encima como la loca que es ― Krestel no dijo nada, caminó en mi dirección con firmeza, decidida, y me cacheteó con fuerza. Pude sentir su furia sobre mí, había hecho que mi rostro girara con violencia, desestabilizándome en el proceso.
-¡¿No te parece poco haberte robado toda una empresa?! ¡¿Ahora quieres robarte a mi esposo?! ¡Eres una perra cualquiera! ―Había enloquecido por completo. ―¡¿Ahora vienes a ofrecerle lo que no le diste cuando eran novios?! ¡¿Por qué crees que terminó contigo?! ― ¿Qué?
-¡Krestel! ―Gritó Mauricio, cómo si hubiera algo más; pero ella lo ignoró y siguió hablando.
-¡Teníamos un año saliendo, al principio le dio pena terminar contigo porque eras una mojigata patética! ¡Por eso vino conmigo, yo lo hice conocer el placer, al final fui yo quien se quedó con él, y sabes que, soy yo la que le dará un hijo, porque tú no lo mereces! ―Lo había dicho enfurecida, pero no había mentido.
La empujé a un lado para salir casi corriendo de esa casa. El auto de papá iba llegando: con él, mamá y Sislis dentro. Pablo no estaba en el de nosotros, por lo que comencé a correr alejándome de todo. Escuché los gritos de papá y mamá llamándome, pero los ignoré. Gotas gruesas empezaron a caer, pronto se convirtieron en una tormenta ventosa y lo agradecí, de esa manera se mezclarían con mis lágrimas.