Carta de instrucción

1093 Words
Suspiré profundamente antes de llamar. Después de lo que había pasado la noche anterior, tendría que tragarme todo y hablarle. Como si fuera poco, faltaba ver de qué humor estaba. -¿Qué pasa? ―Contestó seco, aunque quería imaginar que lo dijo con cierta culpa. -Cariño, necesito que me ayudes con algo ― hablé con dulzura, como cuando estábamos frente a más personas, aparentando que nuestro matrimonio era el mejor de todos. -¿Estás acompañada? ―No, pero no se lo diría. -Sí, estoy en casa de mis padres ― pude escuchar su resoplido de enfado. –¿Puedes venir lo más pronto que puedas? ―Pedí sin abandonar mi tono dulce. -Voy para allá ― por supuesto, ahora tenía toda su atención. Regresé al despacho de mi padre, Tere nos trajo café, mientras mi padre me contaba desde cuándo Alonso le había estado pidiendo dinero, que fue casi desde que yo había escuchado la primera vez; y las excusas que le daba como motivos, además de confirmar que no le había regresado absolutamente nada del dinero. Jonatan llegó más rápido de lo que pensé, se sentó en el mismo sillón donde nos habíamos sentado aquella tarde de sábado en la que me pidió en matrimonio. Le di un beso en la mejilla como acostumbraba y lo tomé de la mano. -Discúlpame cariño, pero quiero consultarte algo ― sus ojos tenían un poco de sorpresa, pero no demostró nada más. ―¿Puedo escribir una cláusula en un pagaré, que estipule que si no se liquida antes de cierto tiempo, puedo reclamar el 50% de una empresa? ―Sus ojos se abrieron con sorpresa, me soltó la mano y se tomó el mentón, pensativo. -Alondra, ¿estás segura que quieres quitarle el 50%? Ese podría ser el patrimonio de tu hermana ― escuché la voz de mi padre casi de inmediato, queriendo ser mi consciencia; pero él no sabía lo que estaba planeando. Jonatan vio a mi padre y después a mí, achicando los ojos, haciendo conjeturas ante las palabras de mi padre. -Es posible ― su respuesta fue simple. Me quedé pensativa ante su respuesta, viendo hacia un punto no especifico. ―¿Podría exigir la empresa entera? ―Pensé en voz alta. -¡Alondra! ― Mi padre fue el primero en reaccionar, diciendo mi nombre escandalizado, llamando mi atención al instante. Entonces vi a Jonatan sonriendo con perversidad. -Si puedes ― contestó a mi pregunta. Me quedé pensativa de nuevo, con los ojos fijos en los de él. -Papá, ¿crees que deba haber un contrato que avale que Jonatan es mi asesor legal? ―Jonatan frunció el ceño en señal de incomprensión, y yo sólo quería evitar futuras complicaciones. -Creo que sería muy útil ― aceptó mi padre. –Pero no has contestado mi pregunta, el futuro de tu hermana y Mauricio está en juego también ― me recordó, pero el simple hecho que considerara a Mauricio me irritó. -Discúlpame papá, y que me perdone Dios, pero Krestel ya no es tu responsabilidad, ni yo; ya sólo tienes que preocuparte por Sislis y mamá ― papá suspiró, ya que sabía que tenía razón. –Y Mauricio se puede ir al mismo infierno, si no puede sacar adelante a mi hermana, entonces no merece formar parte de ésta familia ― tragué el nudo de mi garganta. ―Confía en mi papá, no voy a abandonar a Krestel, es mi hermana ― a pesar de todo la amaba. -¿Cuánto tiempo piensas darle para que te pague? ―Preguntó papá, y comprendí que había aceptado mi idea. -Seis meses, un año ― la verdad era que no me importaba. -En ese período de tiempo va a estar en bancarrota ― se apresuró a decir mi padre con preocupación. -No importa, Jonatan la puede hacer crecer de nuevo ― no mentía, el tiempo que lo acompañé en sus reuniones, pude ver lo hábil que era para hacer negocios, eso era lo que me permitía tener confianza en él; además, esa parte de la compañía pertenecía a los Duran a final de cuentas. Giré a ver a Jonatan que me miraba con asombro, tal vez no esperaba mi respuesta. -Bien, redactemos entonces ― dijo mi padre. Comenzaron a trabajar, Jonatan redactó de una manera magistral las cláusulas, ni yo misma podía darme cuenta que decía con exactitud. La noche nos alcanzó y tuve que rechazar amablemente la invitación a cenar con mi familia, no quería ver a Mauricio y mucho menos que Jonatan hiciera una escena. -Quédense a cenar hija ―pidió mi madre con ternura. -No podemos, mamá ― tomé el brazo de Jonatan. ―Hicimos una reservación en un restaurante, hoy cumplimos seis meses de casados ― y de nuevo, no estaba mintiendo. -¿En serio? ―Intervino Sislis. ―¿Quién festeja seis meses de casados? ―Preguntó como si fuera lo mas cursi del mundo. -Cuando estás enamorada hermanita, te vuelves romántica ― contraataque, entonces le planté un beso en la mejilla a Jonatan y lo vi sonrojarse, lo que me pareció extraño. -Lo siento, podemos planear una cena más adelante, ahora ya nos tenemos que ir ― finalmente habló Jonatan, apurándome. Salimos de la casa de mis padres, él le dio la instrucción a Pablo que se fuera a casa, ya que me llevaría a cenar. Viajamos en completo silencio como de costumbre, al restaurante que acostumbraba, donde tenía casi un ala privada para él solo. -Mi abuelo me heredó toda su fortuna ― al fin decidió romper el silencio. ―Quiero que utilices ese dinero para el p**o del préstamo ― cuando dijo eso, preferí que hubiera continuado callado. -¡Por supuesto que no! ― Respondí rápidamente. El simple hecho de que se atreviera a proponerlo, me hizo sonreír con cinismo. -No te estoy preguntando ― se atrevió a decir con autoridad. -Yo tampoco ―¿Quién se estaba creyendo? -¿Por qué no? ― Preguntó irritado. -Porque nos casamos por bienes separados, si utilizo ese dinero la empresa sería tuya, y no podría recuperar lo que es de mi padre ― mi respuesta lo hizo quedarse callado por unos momentos. -Abriré una cuenta a tú nombre ― habló más sereno, ―para que todos los movimientos sean legalmente a tu nombre ― analicé sus palabras, pero no quería perder en este juego. -Haz lo que quieras, no pienso utilizarlo ― contesté con molestia. Tal vez estaba sobre pensando las cosas, atribuyéndole maldad que quizás no tenía, pero no me arriesgaría.
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