Sabía que a Rousse le estaba sucediendo algo. Me di cuenta que lograba ver a través de las sonrisas que mostraba porque ya la conocía a fondo, pero aún no tenía las fuerzas como para sentarme frente a ella y que se sintiera con la confianza de que me contara sus males, poder abrazarla y decirle que podía apoyarse en mí. Deseaba hacerlo, animarla y que olvidara sus problemas por un momento para que así lograra respirar paz, aunque fuera un instante. Yo sabía lo que era estar sumergido en aquel vacío, pasé por ello cuando generé la depresión por no haber podido ayudar a la chica que intentó suicidarse en el instituto. Me daba miedo no poder ayudar a Rousse, a ella, que ya se había ganado un rincón en mi corazón. Me daba miedo despertarme un día y que me informaran que se había suicidado.