Félix detuvo el beso.
—Ya tuviste lo que querías, ahora duerme, por favor.
El hombre envolvió a la mujer en una manta, ella sonrió.
Él se puso la bata de baño y pidió servicio a la habitación para que les secaran la ropa.
Más tarde, cuando la cena llegó, Félix notó que Gladiola se quedó dormida. No quiso despertarla, la observó dormir.
Tuvo que contener todos sus impulsos, ella era una mujer muy hermosa, y ardiente, la màs bella que nunca conoció.
Pero, él era orgulloso, no estaba dispuesto a ser el capricho de nadie.
De pronto, vio que ella estaba soñando, parecìa en medio de una pesadilla, porque hacía un ruido extraño, como si llorara, abrió los ojos desesperados.
—¡Mamá! —gritó asustada, pero descubrió que solo era un mal sueño.
Se sintió avergonzada, como una niña con pes
