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Los ojos de Azael temblaron al ver a esa mujer, su corazón latió demasiado, era como si verla despertara tantas emociones que creía dormidas. Zahara fingió que nada le importaba, siguió bailando con ese hombre, pero su mente, estaba en los recuerdos del pasado. De pronto, sintió como las manos de ese hombre descendieron a sus caderas, y bajando un poco más hacia sus glúteos. Zahara sintió que la envolvía una rabia frenética, mirò al hombre con rabia. —¡Quita tus asquerosas manos de mì! —¡Oh, querida! Qué boquita tan sucia, pero me encantan las mujeres que son atrevidas —dijo el hombre con voz grave, acercándola màs hacia èl. —Y a mí los hombres como tú solo me hacen sentir náuseas, ¿te crees listo? Pero, no creo que tengas los suficientes testículos para tener a una mujer como yo, re