When you visit our website, if you give your consent, we will use cookies to allow us to collect data for aggregated statistics to improve our service and remember your choice for future visits. Cookie Policy & Privacy Policy
Dear Reader, we use the permissions associated with cookies to keep our website running smoothly and to provide you with personalized content that better meets your needs and ensure the best reading experience. At any time, you can change your permissions for the cookie settings below.
If you would like to learn more about our Cookie, you can click on Privacy Policy.
Roberta miraba a Rebeca con infinito odio, no decía nada, solo la miraba de pies a cabeza, como si quisiera reconocer a una extraña. —Roberta, ¿Por qué me estás haciendo esto? ¡Somos hermanas! De pronto, Rebeca lanzó una gran carcajada que rompió el silencio de su parte. —¿Hermanas? Que yo sepa mi hermana María Rebeca murió hace muchos años, ¿Cuántos? ¿Más de quince? No lo sé, pero mi hermana agonizó antes, aquel día que me echaste de tu casa, y luego, moriste cuando abandonaste a toda tu familia, el dinero te sienta bien, Rebeca, pero tu alma sigue siendo basura —sentenció. La mujer sacó un cigarrillo y lo encendió, le ofreció uno. —No, gracias, el cigarro va a matarte. Roberta sonrió. —Comencé a fumar desde hace quince años, más o menos, el cigarro me cura la ansiedad de la veng