Zahara recordó las palabras de Angélica, y de pronto, al volver a la realidad, la mirò de reojo. Los ojos de la mujer estaban sobre ella, la mayoría de las personas estaban sorprendidas por la actitud de la novia. «Debo hacerlo, por mis hijos» —Acepto. Azael sintió un alivio cuando esas palabras salieron por los labios de Zahara. Angélica, que contuvo todo el aliento, por fin puedo respirar, sonrió. Firmaron el acta de matrimonio, las manos de Zahara temblaban, pero pudo estampar su firma. —Por el poder que me da la ley, les declaro oficialmente marido y mujer, puede el hombre besar a la novia. Azael esbozó una sonrisa, acunó el rostro de Zahara y besó sus labios con dulzura. La gente aplaudió, luego vinieron los abrazos de todos. Casi a punto de comenzar la fiesta, Ada y David