La gente aplaudió. Azael estaba tan sorprendido, le dio un gran abrazo a su abuelo. —¡Abuelo! Gracias. —¿Creíste que nunca me jubilaría? Es tu turno de hacer que nuestro Imperio familiar crezca, sé que a veces no he creído en ti, pero ahora tengo un voto de fe para ti. Azael sonrió. —Abuelo, no te voy a decepcionar. Zahara sonriò al verlos, aunque Conrado le había prometido la empresa, sentía felicidad por Azael, ese siempre fue su sueño, heredar la presidencia y demostrar que podía con ella. Rebeca y Antonio se apartaron, estaban furiosos. —¡¿Cómo es posible que tu padre no te considere ni un poquito, Antonio?! Comprendo que Azael, mi niño es brillante, pero, tú eres su primer hijo varón, ¿Cómo puede tratarte así? Antonio estaba humillado. —¡Seguro esa perra tuvo que ver! Mi pa
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