Capítulo 4

2535 Words
Trabajar como camarero no era el trabajo ideal para Spencer considerando que había trabajado en los últimos dos años en la cocina de un famoso restaurante preparando deliciosa comida, pero antes de llegar a ese puesto, el omega tuvo que pasar por innumerables trabajos de todo tipo que comenzaron incluso antes de que siquiera cumpliera la mayoría de edad. Por lo que sí, había trabajado también como camarero antes y no era un trabajo que le molestara particularmente, pero trabajar en ello en la clase de club que era "Crescent Moon", era muy diferente en todo sentido. La fuerte música rompe tímpanos siempre estaba presente, desde el mismo instante en que las puertas se abrían, hasta el último segundo en el cual se cerraban. Las personas jóvenes entraban y salían en todo momento del club, por lo cual el pelinegro omega tenía que estar constantemente en movimiento, caminando de allá para acá, entregando tragos, pidiendo otros, esquivando manos, ignorando halagos, rechazando invitaciones de alfas ebrios, etc. Con todo eso, su trabajo ya era muy difícil y cansador, por lo que por supuesto que no le agradaba para la nada la idea de añadirle a su pesada rutina, un molesto alfa que no aceptaba un "no" por respuesta. Si su jefe Charles le hubiese advertido el día en que lo contrató que su puesto también significaba tener que soportar a un molesto tipo que tomaba su rechazo como una aceptación para seguir molestándolo con asquerosas feromonas interesadas que expulsaba a través de su aroma, estúpidos comentarios sexistas y un intenso coqueteo vulgar, Spencer probablemente no habría aceptado el trabajo. Bueno, tal vez sí lo habría hecho considerando en la desesperada situación en la que se encontraba buscando mantener un techo sobre su cabeza, pero hubiese sido bonito el haber recibido al menos una advertencia al respecto. Si le hubieran dicho, "hey, Edel probablemente te vea y te reclame como suyo solo porque eres un omega bonito" Spencer se habría preparado un poco más mentalmente. Pero en ese momento, mientras corría de un lado a otro haciendo su trabajo, al omega realmente se le estaba agotando la poca paciencia que tenía por culpa de la molesta sombra que le estaba siguiendo a todos lados, como si el estúpido alfa no tuviera nada mejor que hacer más que interponerse en su camino. Edel era un estúpido guardia de seguridad, ¿no se suponía que debía de estar trabajando cuidado de una puerta o de la misma seguridad del lugar? ¿Por qué estaba entonces siguiéndolo y molestándolo? Como si no fuera suficiente para Spencer tener que soportar los comentarios subidos de tono de sus clientes, además tenía un molesto mosquito zumbando en su oído, pidiéndole citas a cada momento en lo que, entre medio de todo, soltaba un estúpido coqueteo mezclado con falso alago que no hacía más que alabar alguna parte de su cuerpo que le gustara. Si sus oídos no sangraban por la música, seguramente lo harían por las palabras que caían de Edel sin parar. ¿Cómo es que el hombre no se cansaba de batir la lengua? Esa era una duda existencial que el omega no podía responder, y que no estaba interesado en investigar tampoco, no quería saber nada que estuviera relacionado con el alfa realmente. Dejando su pedido a un grupo de amigos que parecían solo recién haber comenzado su noche, Spencer aprovechó que ninguno lo detuvo para hacer un comentario estúpido que involucraba cualquier parte de su anatomía entrando en contacto con la del cliente y se giró para enfrentar a Edel antes de que el tonto alfa siquiera abriera su boca. —¿Es que acaso no tienes trabajo que hacer? —cuestionó con su tono irritado, pero por supuesto que su voz se perdió entre la música y Edel solo frunció sus cejas en su dirección, sin comprender. Soltando un resoplido, Spencer se alzó ligeramente en sus pies, ya que Edel no era muy alto a diferencia de otros alfas, y se acercó a su oído para que pudiera escucharle sin problemas. —¿Cuánto tiempo queda para que se termine tu descanso? ¿A caso no tienes nada mejor que hacer? —se quejó y retrocedió solo para encontrarse con una gran sonrisa en ese molesto rostro. —Sabía que en realidad querías pasar tiempo conmigo, bebé —expresó ignorando lo otro que le había dicho. Parpadeando confundido, Spencer no reaccionó hasta que el estúpido alfa capturó su muñeca en un fuerte agarre. —Vamos, estoy seguro de que encontraremos un lugar en el callejón para poder divertirnos —anunció con una asquerosa emoción, y entonces simplemente comenzó a tirar de él. —¿Qué? ¡Alto! ¡Espera! —exclamó el omega, inmediatamente luchando por conseguir su libertad. Pero sus gritos realmente no parecían llegar al alfa, o este los estaba ignorando abiertamente, al igual que sus intentos por liberarse. Y si había algo que Spencer realmente odiara de su condición como omega, era cuando no podía enfrentar y defenderse de los alfas debido a la clara diferencia de fuerza entre ellos. No era justo que su lado sumiso quisiera salir a flote cada vez que estaba en presencia de un alfa, tampoco que se encontrara obligado a obedecer le si este utilizaba de su voz de mando, que además le añadieran a todo eso una notoria fuerza física entre ellos era desesperante. Porque no importara cuánto entrenara su cuerpo para ser más fuerte, nunca conseguiría siquiera algunos abdominales debido a que era un omega, lo que básicamente se reducía a que nunca sería más fuerte que un alfa sin importar lo que hiciera. Cuando Spencer finalmente logró liberarse del agarre de Edel tras enterrar con fuerza sus uñas en su piel, lo suficiente como para molestarle y empujarle, el omega perdió brevemente el equilibrio ante la abrupta separación y movió sus brazos buscando recuperarse, pero lo único que consiguió con ello, fue estorbar en el camino de un compañero y derribar su bandeja con tragos. Tan pronto como Spencer cayó al suelo, todo al alcohol se derramó sobre él, empapándolo entero. Al verlo, el estúpido alfa causante de su desgracia, en vez de preocuparse y agacharse para saber cómo estaba, solo estalló en carcajadas estruendosas, logrando que los otros que habían presenciado su caída, rieran abiertamente, siguiéndole. Y esa, era otra razón por la cual no había aceptado ninguna de las citas que le pedía Edel, el alfa era un completo idiota bueno para nada en todo sentido de la palabra. Bufando molesto, Spencer intentó levantarse, patinando un poco en el mojado suelo, empeorando la risa de las personas que le rodeaban. —Es suficiente —anunció Jessi, apareciendo en su rescate y ayudándole a salir del desastre—. Tú, si solo vas a estar molestando y causando problemas, será mejor que vayas a hacer tu trabajo —ordenó observando al irritante alfa. —Eres una aguafiestas, solo nos estábamos divirtiendo, ¿cierto, bebé? —preguntó observando a Spencer. —No. —respondió cortante, observando con una mueca su ropa húmeda apestosa a alcohol. —¿Estás enojado porque te caíste? —cuestionó Edel, observándole con una gran sonrisa entretenida. —Ve a trabajar, Edel —ordenó la beta y luego observó al camarero al cual Spencer le había arruinado su entrega—. Pide los tragos otra vez y no se los cobres, corre por la casa ante los problemas y tardanza —ordenó—. ¿Estás bien? —cuestionó, observando finalmente a Spencer. —Tan bien como podría estar —respondió el omega en un suspiro, siguiendo a su amiga que lo alejaba del lugar del accidente. —¿Cómo te caíste? —preguntó, llevándolo detrás de la barra y cruzando la puerta que los llevaba detrás del club donde el molesto sonido de la música disminuyó completamente con ello. —Edel —anunció con odio—. El idiota se apoderó de mi muñeca y me intentó arrastrar hacia el callejón —explicó, observando con una mueca toda su camiseta empapada apegándose a su cuerpo. —Ese estúpido bueno para nada —expresó su amiga en un largo suspiro—. Alguien ya debe de estar limpiando todo, ¿por qué no vas a los casilleros y te cambias de ropa? —propuso observándole con una mueca—. Si ya atraías la atención de idiotas antes, con esa apariencia solo lograrás que te arrastren a cualquier rincón para tomarte a la fuerza. —Ugh, ni me lo digas —refunfuñó observando su delgada figura marcarse en la húmeda camiseta, destacando sus pezones. —¡Jessi! —gritó la irritante voz de Charles y ambos torcieron sus labios en una mueca antes de observar a su jefe abrir la puerta y entrar al pasillo en el cual se habían quedado parados. —Charles —pronunció Jessi, tranquilamente. —¿Acaso creen que les pago por quedarse aquí y conversar en vez de estar ahí afuera trabajando? —espetó molesto—. ¿Y cómo es eso de que acabas de dar tragos gratis? ¿Desde cuándo eres la dueña para decidir ese tipo de cosas por tu cuesta? —le gruñó, y luego su mirada reparó en Spencer—. Es por tu culpa, ¿cierto? Siempre es por tu culpa —resopló agitando sus manos—. Ve a mi oficina, ¡ahora! —ordenó. Observando como su amiga le fruncía el ceño de forma amenazadora, Spencer tomó su mano y agitó suavemente su cabeza, sabiendo perfectamente que cualquier cosa que le dijeran o no a ese molesto hombre, no escucharía nada. —Bien, pero aprovechando que estás dando un discurso de mierda sobre trabajar, ¿por qué no vas y le dices lo mismo a Edel? Ese idiota no ha hecho más que darse vueltas, beber con clientes y molestar a Spencer —indicó la beta, y su jefe inmediatamente guardó silencio y se tranquilizó. —Ese es su trabajo, si te molesta tal vez debiste aplicar para ese puesto y no para preparar tragos —indicó burlón—. A mi oficina —reiteró observando directamente al omega antes de partir primero. —Y una mierda de que solo irás así —resopló Jessi, quitándose la camisa a cuadros que había tenido amarrada a su cintura para entregársela—. Colócatela, ese solo es otro pervertido a la categoría de Edel, pero sin el poder. —La lavaré y te la entregaré mañana —prometió colocándosela. —No te preocupes y solo ve —expresó su amiga, al mismo tiempo que su jefe le llamaba nuevamente. Soltando un suspiro, Spencer se dirigió a la oficina de su jefe y entró por la puerta abierta. —Cierra —ordenó sin verle. Obedeciendo, el omega se quedó cerca de la puerta y observó a su jefe darle la espalda en un intento de arreglar su peluca disimuladamente. Cuando finalmente se dio vuelta, la irritación volvió a su rostro tras apreciarle con otra camiseta. —No deberías de usar cualquier ropa mientras trabajas —chasqueó su lengua con disgusto. —El club no tiene un uniforme como tal —respondió tranquilo. Con la irritación emanando de ese cuerpo de baja estatura y algo regordete, Spencer fingió escuchar el regaño de Charles, en el cual le decía las mismas palabras de siempre, para al final terminar culpándolo de todo. —¿Has escuchado todo lo que te he dicho? —cuestionó el beta, observándole molesto. —Por supuesto —mintió el omega con una dulce sonrisa. —Se te descontarán los tragos que Jessi ofreció gratis —sentenció. —Pero... Eso no fue mi culpa, Edel me estaba molestando —se excusó frunciendo sus cejas. —¿Te pedí que hablaras? —le gruñó—. Tal vez no sea un alfa como otros, pero sigo siendo tu jefe —declaró. Y el Spencer tuvo que realmente luchar por no poner los ojos en blanco ante la misma excusa de siempre. —Tienes que tenerme más respeto, a estas alturas ya deberías de saber que la única razón por la que no te he hecho nada, es porque Edel te reclamó como suyo y nadie quiere meterse con un alfa tan estúpido como ese —resopló. Apretando sus labios para no decir nada estúpido que podría costarle su trabajo, Spencer solo observó a su jefe en silencio. —¿Qué estás esperando parado ahí como un idiota? Ve a trabajar —ordenó. Retirándose silenciosamente, el omega refunfuñó por la bajo una vez cerró la puerta, maldiciendo a su jefe en lo que se dirigía a los casilleros. Entrando en la vacía habitación, rápidamente se movió quitándose la camisa de Jessi junto a su camiseta, la cual apartó con una mueca ante lo apestosa que estaba. Buscando en su casillero, encontró un cambio y unas toallitas húmedas que utilizó para limpiar desde su pecho hasta su torso, intentando quitar esa sensación pegajosa y el intenso aroma a alcohol que opacaba su esencia dulce que poseía como omega. Tirando las toallitas al basurero, se sorprendió al encontrar a Edel observándole fijamente. Ni siquiera había sentido el momento en que el alfa entró a la habitación. —¿Quieres algo de ayuda? —ofreció con una gran sonrisa que le causó un mal presentimiento al omega. —No, gracias, ya terminé —rechazó Spencer, tomando su camiseta. —Oh, vamos, es como una disculpa por haberte causado problemas —insistió, comenzando a acercarse. —No estoy en problemas —respondió, retrocediendo y esquivándolo en lo que se colocaba su camiseta. —Eso no fue lo que escuché —canturreó el alfa. —Pues, escuchaste mal —indicó y rápidamente fue hacia la puerta en la primera oportunidad que tuvo. Siendo perseguido por la malvada risa de Edel, quien parecía encontrar toda la situación divertida, Spencer caminó rápidamente por el pasillo. Cuando sintió la presencia del alfa detrás de él, miró sobre su hombro y le observó acercarse con una sonrisa malvada. Él realmente pensaba que todo se trataba de un juego. Como un depredador persiguiendo a su presa. Estremeciéndose suavemente ante la sensación desagradable y escalofriante, el omega cruzó la puerta e inmediatamente fue invadido por la fuerte música y una luz baja que variaba entre tonos rojos, azules y verdes. Cogiendo su bandeja vacía del mesón, se apartó y observó a Edel aparecer en el club también, persiguiéndolo. Alejándose rápidamente sin ver realmente por donde iba, Spencer no se sorprendió cuando volvió a perder el equilibrio y esperó su inminente caída otra vez. Solo que, en vez de caer directamente al suelo, increíblemente, el omega escuchó claramente el sonido de las olas del mar y entonces, se estrelló sobre un firme cuerpo grande que detuvo su caída apoderándose de su cintura con un brazo poderoso. Alzando su cabeza, el aliento de Spencer quedó atrapado entre sus pulmones al contemplar un atractivo rostro y unos increíbles ojos grises que le observaban fijamente. —Te encontré —anunció el inundable alfa, y el omega no puso hacer más que perderse en su tono bajo y profundo a la vez que se deleitaba con su asombroso aroma.
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