Enzo intentaba concentrarse en sus labores, se hallaba en su apartamento, solo, aprovechaba el momento, pues Emiliano había salido con unos amigos. El joven no dejaba de pensar en el instante que vio a Katty besando a ese hombre, resopló, y un gruñido lleno de dolor salió de su garganta, en ese preciso momento, el timbre de la puerta sonó. Frunció el ceño y se puso de pie, observó por la mirilla, y de inmediato abrió. —Hola, qué sorpresa —comentó. La joven le brindó una leve sonrisa. —Vine a saludar a tu papá, espero no importunar. Enzo la tomó de la mano y la invitó a seguir. —Claro que no, jamás molestas. —Sonrió y la contempló con ternura, se cuestionó haberla dejado ir con tanta facilidad, y recordó que el motivo fue Katty, y consideró que su papá tenía razón, y aquella j
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